"Cualquier libro, en cualquier lugar, para cualquier persona". Esta era la frase que definía la labor y el pensamiento de María Moliner (Zaragoza, 1900-Madrid, 1981), la mujer que con un lápiz y un papel elaboró el Diccionario del uso del español, con el que pretendió acercar la educación al pueblo español, que vivía sumido en el analfabetismo y la incultura por culpa del franquismo. Ella es una de las mujeres que marcó un antes y un después en la Historia y por eso forma parte de La mitad de todo, la sección de la revista Verano Libre dedicada a recordar a algunas de las mujeres que han marcado la historia española del siglo XX en la política, la cultura, la ciencia o el deporte.
El ambiente en el que nació María Moliner puede definirse como acomodado, ya que su padre, Enrique Moliner Sanz, era médico rural. Además, cuando ella tenía sólo dos años dejaron Paniza (Zaragoza) para trasladarse a vivir a Madrid. Tanto Moliner como sus dos hermanos acudieron a la Institución Libre de Enseñanza y realizaron estudios superiores. Sin embargo, su infancia no fue fácil, porque su padre les abandonó cuando tenía 13 años y, como consecuencia de ello, tuvo que encargarse de cuidar de su madre, Matilde Ruiz Lanaja, que estaba enferma del corazón.
Con 17 años, María Moliner impartía clases particulares a la vez que continuaba con sus estudios y, con 18, decidió volver a Zaragoza para licenciarse en Historia. Su vocación eran las palabras, pero se decantó por esta carrera porque en la Universidad de Zaragoza no había una rama que se dedicase a la lexicografía. En 1921 finalizó sus estudios con Premio Extraordinario, y en 1922 se presentó a las oposiciones en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos. Una vez consiguió superar los exámenes, Moliner obtuvo como primer destino el Archivo de Simancas (Valladolid). Así comenzó su trabajo como bibliotecaria.
"Un diccionario único en el mundo"
"María Moliner hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana, dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y a mi juicio más de dos veces mejor", escribió el Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez. Ella misma definió su arduo trabajo de la siguiente manera: "Si yo me pongo a pensar qué es mi diccionario, me acomete algo de presunción: es un diccionario único en el mundo".
Imagen de archivo de María Moliner.
Hacia 1951, Moliner decide compaginar su trabajo de bibliotecaria con la elaboración de un diccionario que permitiese expresar a todo el mundo sus ideas con precisión y con un lenguaje del siglo XX. "Mis definiciones están vertidas a una forma más actual que las de la RAE, más concisa, despojada de retoricismo y, en suma, más ágil y más apta para la función práctica asignada del diccionario", explicó la intelectual.
Tardó 15 años en escribir su obra, el Diccionario de uso del español –en total tiene más de 3.000 páginas y 80. 000 entradas– aunque en un principio esperaba que el trabajo sólo durase medio año: "Estando yo solita en casa una tarde cogí un lápiz, una cuartilla y empecé a esbozar un diccionario que yo proyectaba breve, unos seis meses de trabajo, y la cosa se ha convertido en quince años". Moliner consiguió publicar el primer tomo en 1966 y el segundo en 1967, con el apoyo del poeta Dámaso Alonso, que por aquel entonces era el director de la Biblioteca Románica Hispánica de la Editorial Gredos, que sigue publicando el diccionario.
La filóloga y bibliotecaria también resaltó de su obra "el sistema de sinónimos, palabras afines y referencias que constituye una clave superpuesta al diccionario de definiciones para conducir al lector desde la palabra que conoce al modo de decir que desconoce". Un ejemplo claro de que sus definiciones son precisas y útiles es la que hizo sobre el fríofrío:"cualidad aplicada a las cosas que producen en el cuerpo la sensación del hielo o del ambiente en invierno".
Una red de bibliotecas que llegó a todos los rincones
Aunque María Moliner sea reconocida mundialmente por su diccionario, hubo otro campo en el que hizo aportaciones de gran relevancia. Y es que después de conseguir ser bibliotecaria por oposición y ejercer en Simancas y Murcia, se instaló en València y desarrolló una gran labor al colaborar en la red de bibliotecas públicas. Todo comenzó cuando en 1931 fue nombrada como miembro de la Delegación valenciana del Patronato de Misiones Pedagógicas. Era un proyecto creado durante la II República para rebajar la tasa de analfabetismo y llevar la cultura a todos los lugares posibles, entre ellos pueblos y aldeas.
Los llamados misioneros recorrían los pueblos y realizaban obras de teatro, charlas o proyecciones de películas y cuando se marchaban dejaban una biblioteca. En 1935, la II República había creado más de 5.000 bibliotecas. Según explicó María Moliner, estas bibliotecas comenzaban teniendo 100 obras y poco a poco iban sumando más libros, los cuales eran, sobre todo, novelas, biografías y volúmenes de historia.
Una niña y un niño leyendo un libro prestado por Misiones Pedagógicas. Residencia de Estudiantes
A Moliner le pareció un proyecto magnífico y por eso quiso llevar este tipo de bibliotecas a todos los lugares posibles. De esta manera, propuso crear en València una biblioteca central para que estuviese en contacto con las creadas por los misioneros pedagógicos y también para que sirviese como escuela para los bibliotecarios de los pueblos y aldeas. Finalmente la propuesta se llegó a materializar y funcionó como biblioteca pública. Además, Moliner diseñó y presentó el Plan para una Organización de las Bibliotecas del Estado: quería que todas las bibliotecas estuviesen interconectadas, pero al estallar la Guerra Civil la reforma sólo se consiguió aplicar en cierta medida en València.
Con la instauración del franquismo, todos estos avances fueron depurados y María Moliner fue relegada a un puesto menos relevante en el Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios. Sin embargo, en 1946 comenzó a dirigir la biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Madrid hasta que se jubila en 1970.
Rechazo de la RAE por ser mujer
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A la RAE nunca le gustó el diccionario de María Moliner, y por eso en 1972 rechazó su candidatura para ocupar el sillón de la B. "En una institución que está tan anclada en unas costumbres y unos estereotipos, el hecho de que alguien llegara para corregirles no les gustó. Mucho menos que fuese una mujer", explicaba Vicky Calavia, autora del documental María Moliner. Tendiendo palabras, en una entrevista en The Objetive. En el lugar de ella entró el filólogo y lingüista Emilio Alarcos Llorach. "María Moliner les dejaba en evidencia. Hizo más por el español en quince años que ellos en décadas", explicó el ya fallecido Hipólito Escolar, exdirector de la Biblioteca Nacional de España y uno de los socios mas importantes de la Editorial Gredos.
De esta manera, se postergaba la entrada de la primera mujer en la RAE hasta 1978, cuando la poetisa Carmen Conde fue elegida para ocupar la silla K. En su discurso de presentación ante los académicos no se olvidó de las grandes intelectuales que fueron rechazadas por el simple hecho de ser mujer, entre ellas, Emilia Pardo Bazán, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Concha Espina, Carolina Coronado y María Moliner: "Permítanme que manifieste mi homenaje de admiración y respeto a sus obras, vuestra noble decisión pone fin a una, tan injusta como vetusta, discriminación literaria".
María Moliner murió en Madrid el 22 de enero de 1981, con 81 años, a consecuencia de una afección respiratoria. Aunque desde 1976 sufría arterioesclerosis cerebral, una enfermedad similar al alzheimer que le hizo olvidar su vida y las palabras que definió.
"Cualquier libro, en cualquier lugar, para cualquier persona". Esta era la frase que definía la labor y el pensamiento de María Moliner (Zaragoza, 1900-Madrid, 1981), la mujer que con un lápiz y un papel elaboró el Diccionario del uso del español, con el que pretendió acercar la educación al pueblo español, que vivía sumido en el analfabetismo y la incultura por culpa del franquismo. Ella es una de las mujeres que marcó un antes y un después en la Historia y por eso forma parte de La mitad de todo, la sección de la revista Verano Libre dedicada a recordar a algunas de las mujeres que han marcado la historia española del siglo XX en la política, la cultura, la ciencia o el deporte.