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Miguel Brieva contra el turismo de masas

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El ilustrador Miguel Brieva lo tiene claro: nada de coger un avión para disfrutar de unas vacaciones. Compraría un billete "a cualquier persona que esté alejada de sus seres queridos, especialmente a todos aquellos que, obligados por las circunstancias, deben marcharse de su tierra y renunciar a su familia, a sus amigos y a su entorno. Los miles de refugiados que cruzan el Mediterráneo, por ejemplo, serían los primeros en subirse al avión".

El compromiso social de Brieva está lejos de toda duda: lo demuestra con sus ilustraciones, que, con un estilo basado en la publicidad sesentera, denuncian el consumismo desmedido, las absurdeces y las contradicciones de la sociedad en la que nos ha tocado transitar. "Este mundo es imposible", sentenciaba en una entrevista para infoLibre. Un mundo en el que la Unión Europea llega a un acuerdo con Turquía para contener a los miles de solicitantes de asilo que plantea dudas sobre su cumplimiento de los derechos humanos, un mundo que Brieva caricaturiza, denuncia y lleva al límite.

El dibujante y escritor reniega del turismo de masas, el que no te lleva a profundizar en otras culturas sino que te abre las puertas a seguir consumiendo. "El turismo se me figura como una actividad frívola, estéril, destructiva y, en definitiva, puramente consumista", protesta. "Le retiraría el billete de avión a todos los que se desplazan sin un deseo profundo de conocer otros lugares, es decir, los que terminan haciéndolo para acabar tomándose una hamburguesa en Pekín o para comprarse unas zapatillas en Melbourne", asegura. Requisar todos esos pasajes tendría, para Brieva, una ventaja adicional: "Con esto además se ahorraría una cantidad ingente de hidrocarburos que podrían perfectamente permanecer bajo tierra para siempre y no recalentar el planeta más de lo que ya lo está". "Es esto o la debacle", concluye. Brieva es de los que lleva tiempo avisándonos de que el cambio de paradigma no es solo necesario: es urgente.

Y en la vida real…

Miguel Brieva (Sevilla, 1974) es de los creadores que prefiere Cádiz para aprovechar el verano junto a familia y amigos. Está "disfrutando bajo los pinos y siendo azotado a rachas por el viento de levante autóctono", asegura.

La mayoría de los entrevistados en ¿Ventana o pasillo? trabaja con tranquilidad en proyectos de cara a septiembre o al próximo año. Brieva nos adelanta el título de su próximo trabajo, que se publicará la primavera que viene: La gran aventura humana. Será, como explica el autor, "una especie de ensayo gráfico y humorístico sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestra especie".

No será la primera vez que este ilustrador se adentre en este tipo de formato, más allá de sus colaboraciones habituales para medios. El año pasado publicó la novela gráfica Lo que (me) está pasando. Diarios de un joven emperdedor,  protagonizada por un chaval de barrio al que la crisis le hace renunciar a la vida, en una espiral de locura causada por los muchos estudios y las pocas salidas.

Miguel Brieva comenzó autoeditándose para posteriormente colaborar en publicaciones como Diagonal, El Jueves o El País, en su suplemento Tierra. Su obra no es exclusivamente política: la sociedad puede resultar hilarante desde todos los puntos de vista, con los que construye "un relato del mundo moderno" que bebe del esperpento. Ha publicado cuatro recopilatorios de sus ilustraciones con Penguin Random House (antigua Mondadori): Enciclopedia Clismón (2007), Dinero (2008), El otro mundo (2009) y Memorias de la tierra (2012). El dibujante también ha atacado el género de la poesía con Obras incompletas de Marcz Doplacie (Belleza Infinita, 2012).

El ilustrador Miguel Brieva lo tiene claro: nada de coger un avión para disfrutar de unas vacaciones. Compraría un billete "a cualquier persona que esté alejada de sus seres queridos, especialmente a todos aquellos que, obligados por las circunstancias, deben marcharse de su tierra y renunciar a su familia, a sus amigos y a su entorno. Los miles de refugiados que cruzan el Mediterráneo, por ejemplo, serían los primeros en subirse al avión".

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