Estamos en el año 2024 después de Cristo. Toda España está invadida por la desidia hacia la lectura... ¿Toda? ¡No! Un museo de apasionados coleccionistas del tebeo resiste, todavía y como siempre, al olvido. ¿Os suena? Seguro que habéis reconocido la leyenda que precede a las aventuras de Astérix el Galo. Esta y otras muchas historias perviven en San Cugat del Vallés, provincia de Barcelona, no en otro lugar que en el Museu del Còmic i la il·lustració.
El museo, inaugurado en junio de 2019, fue concebido como un espacio de memoria del cómic, único en España. Propone un recorrido por la historia de los tebeos y sus protagonistas, por las diferentes etapas del medio, su evolución, temáticas y lenguaje. Todo ello a través de centenares de cabeceras de entre 1865 y los 2000, a las que hay que añadir cientos de muestras de trabajos originales. Más de 150 años de narrativa gráfica que permiten hablar del cómic como un arte mayor.
"La materialización del museo fue fruto de la pasión, de un anhelo compartido por ambos largamente, de la necesidad de reconocer la importancia artística y sociológica de los tebeos", exponen el fotógrafo y publicista Paco Baena y el delineante y dibujante aficionado José Luis Villanueva, directores y cofundadores del museo, en una conversación con infoLibre. "Los dos éramos conscientes de la dificultad de sacar adelante una iniciativa de esa envergadura", continúan. "Pero, un día, José Luis, en un acto de generosidad, puso a disposición del proyecto el edificio que hoy ocupa el museo, después de una costosa rehabilitación", añade Baena. Y es que el museo se ubica en un edificio histórico, cuya construcción se remonta a mediados del siglo XIX, dividido en tres plantas entre las que se distribuyen las diversas salas y exposiciones.
Los visitantes pueden disfrutar de más de 1.000 ejemplares seleccionados con criterio histórico y de diferentes géneros: revistas satíricas, semanarios, publicaciones confesionales, tebeos de aventuras, femeninos, novela gráfica... Con especial atención a la obra original, en forma de planchas y dibujos, acompañada de las publicaciones finales y ya impresas correspondientes. Una mirada dual que permite al observador conocer en detalle el trabajo original de los principales autores, nacionales y extranjeros, a lo largo de la historia. "El grueso de los ejemplares del museo provienen de nuestro propio archivo, de colecciones que hemos ido construyendo a lo largo de los años en una labor de rescate reivindicativa. Hemos recibido además algunas donaciones y cesiones de herederos de autores ya desaparecidos", nos cuentan los fundadores.
Colección permanente del museo
Mortadelo y Filemón en reunión con el superintendente en la T.I.A, Zipi y Zape castigados por Don Pantuflo en el cuarto de los ratones, el Capitán Trueno protagonizando una nueva aventura junto a Crispín y Goliath, otro aterrizaje fallido de Superlópez... Estas y otras muchas historietas cobran vida una vez más al recorrer las múltiples salas del museo. Sin olvidar otros personajes icónicos del cómic internacional como Superman, Tintín, Príncipe Valiente, Lucky Luke, Batman o Mafalda.
Entre los objetivos del museo destacan la promoción e investigación del legado artístico del cómic, así como la preservación de un patrimonio a menudo frágil y difícil de rescatar. "Previo a la apertura del museo, nos ocupamos en un trabajo de localización y catalogación de obra que nos llevó casi dos años completar", recuerdan Baena y Villanueva.
El museo es además un homenaje a los pioneros y creadores más influyentes de un género con demasiada frecuencia menospreciado. ¿Alguna joya de la corona? "Para nosotros todos los originales que forman parte del museo son importantes, no hay que olvidar que cada una de las obras expuestas son piezas únicas. Por citar algunas de las autoras y autores representados en el museo, mencionar a Francisco Ibáñez, Manuel Gago, Vicente Roso, Rosa Galcerán, Escobar, José Peñarroya, Ambrós, Marino Benejam, Purita Campos, Manuel Vázquez... Sin olvidar a los grandes del cómic estadounidense como Harold Foster, Alex Raymond, Dan Barry o Barnett Hogarth", nos sugieren. Se refieren igualmente a las editoriales y revistas que cultivaron y acogieron el desarrollo del cómic en sus diferentes facetas: Bruguera, Pilote, TBO, Pulgarcito, El Jueves, Pocholo, Tío Vivo, DDT...
Asimismo, en el museo no se olvidan de los originales en catalán. "Teniendo en cuenta que el grueso editorial de los tebeos estaba destinado al público español general, la representación de publicaciones en catalán es menor de lo que nos gustaría, aunque poco a poco vamos incorporando nuevas piezas", explican. De los ejemplares en catalán, aluden, entre otros, a En Patufet, Virolet, L’Esquella de la Torratxa, Fatty, ¡Cu Cut! o La Nuri.
No se trata solo de una mirada hacia el pasado. "Los códigos y modas de hoy en el mercado de la viñeta poco tienen que ver con los de antes", advierten. Por este motivo, y debido a su incuestionable contribución en el actual boom del cómic, el museo dedica un espacio específico al cómic japonés, el manga. "Hace poco más de un año programamos una exposición temporal dedicada a Dragon Ball y la respuesta nos dejó impresionados. Por puro raciocinio y por corresponder al deseo de muchos jóvenes lectores, decidimos otorgarle un lugar permanente en el museo". Aunque añaden: "Seguro que muchos jóvenes aficionados al cómic se sorprenderían con la calidad e infinidad de creaciones aparecidas entre los años 30 y 60".
El cómic aporta muchas cosas más allá del entretenimiento: tiene un valor cultural, artístico y social. Aparte de su indudable utilización aleccionadora, el tebeo ha servido muchas veces para reflejar la realidad social desde una mirada crítica, intentando vadear la censura. Algunos ejemplos. Carpanta, personificación del hambre y del racionamiento de la posguerra, que hasta dio lugar a la frase hecha pasar más hambre que Carpanta. La familia Cebolleta, una representación ácida de la vida familiar durante el franquismo. Petra, "criada para todo", reflejo del abuso y la explotación laboral de las clases pudientes sobre los trabajadores. Desde luego, no son meras historietas para niños.
Más actividades del museo
En su apoyo al universo del cómic, el museo ofrece otras actividades culturales y educativas, muchas especialmente dedicadas a los más jóvenes: clases y talleres de dibujo e ilustración, visitas guiadas a colegios... Otras para todos los públicos. Por ejemplo, ediciones de libros temáticos, como el propio catálogo del museo, "una publicación que, en nuestra opinión, es la más completa que existe desde el punto de vista histórico del medio". También numerosas exposiciones temporales. "Ahora mismo, tenemos en activo una dedicada al 90 aniversario de Flash Gordon y otra al Centenario del inigualable Josep Coll", nos concretan desde el museo. Incluso en colaboración con salones del cómic internacionales: "Este mismo año hemos realizado una exposición para el Salón del Cómic de París. También hemos colaborado con el Consulado belga o los Emiratos Árabes Unidos. En clave nacional, hemos expuesto en los salones de Tenerife, Valencia y Barcelona".
Finalmente, todos los años se encargan de la organización del Qomic Boom, un certamen destinado a la promoción de dibujantes y editores de toda España, que acoge igualmente firmas de autores y diferentes actividades infantiles. "Normalmente se celebra en septiembre, pero este año no tendrá lugar al no habernos facilitado el ayuntamiento una ubicación adecuada. Para el año que viene tenemos previsto ubicarlo en Barcelona", nos explican con pesar.
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La forma más fácil y directa: convertirte en amic del museu. Pagando una cuota anual de 50 euros, consigues entrada libre para visitar tanto la colección principal como las exposiciones temporales todas las veces que quieras durante todo el año. O bien comprando algo en la tienda al final de tu visita. Otra posibilidad: si tu cuenta corriente te lo permite, puedes ofrecerte como patrocinador o sponsor del museo. La última, y quizá la fundamental, apoyar las subvenciones públicas a proyectos culturales. "Necesitamos apoyos para seguir con el proyecto, que ya cumple cinco años, pero al que le queda todavía mucho camino por recorrer", confiesan.
Para terminar, algunos datos sobre la afluencia al museo. La media de visitantes mensual oscila entre 300 y 500, siendo mayor, como era de esperar, en verano. La mayoría extranjeros. También nacionales, pero no precisamente de proximidad. Muchos nostálgico y estudioso del cómic, coleccionistas, estudiantes del medio, creadores de contenido... "Vengan a verlo, todo en él es único y sorprendente".
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Estamos en el año 2024 después de Cristo. Toda España está invadida por la desidia hacia la lectura... ¿Toda? ¡No! Un museo de apasionados coleccionistas del tebeo resiste, todavía y como siempre, al olvido. ¿Os suena? Seguro que habéis reconocido la leyenda que precede a las aventuras de Astérix el Galo. Esta y otras muchas historias perviven en San Cugat del Vallés, provincia de Barcelona, no en otro lugar que en el Museu del Còmic i la il·lustració.