“Tiendo a creer, seguramente peco de optimista, incluso de ingenua, que casi cualquier serie, película, obra de teatro, cuadro o libro nos ayuda a ampliar horizontes”, dice Eva Orúe, la directora de la Feria del Libro de Madrid, que hace una valoración del momento político que estamos atravesando: “En los últimos años vivimos un retroceso. Para mi pasmo, ante la cómplice pasividad de muchos”. La visión que tiene sobre nuestros días es “cenagosa”, un tiempo que “prostituye un derecho conquistado con enorme esfuerzo”. Un período en el que Orúe ve como el odio llega a pasar del que ha sido su lugar predilecto (las redes sociales) a la calle “alentado por quienes ocupan posiciones de poder”.
Si alguien del ámbito artístico merece reproche penal, hay que hacerle rendir cuentas
El Adefesio, de Rafael Alberti fue la obra que enseñó a Orúe a apreciar la libertad artística. Y aunque reconoce que no le gustó, eso no impide que vea en ella una buena recomendación. “Creo, no obstante, que tan importante como lo que ves es verlo con espíritu crítico”, afirma. Ella se reconoce optimista e incluso dice que “peca de ingenua”, porque “casi” cualquier creación artística le deja un poso, una forma, al menos diferente, de comprender el mundo. La novela de 1959, Vida y destino, de Vasili Grossman, tiene también su mención especial en sus recomendaciones. La obra del periodista soviético muestra el dolor de una madre alejada de su hijo, el amor bajo los bombardeos y la pérdida de humanidad en las guerras.
En conversación con infoLibre, la directora de la Feria del Libro de Madrid recomienda las canciones Yo no soy esa, de Mari Trini y Respect de Aretha Franklin. Dos himnos feministas que pone frente a la “cómplice pasividad de muchos” ante los retrocesos que se están produciendo delante de nuestros ojos. La cantante murciana fue la primera mujer en salir al escenario de la televisión pública con pantalones, un atrevimiento que le valió murmullos y muchas críticas.
La periodista hace autocrítica de su profesión y señala a los medios por “no encontrar el modo” o directamente evitar deslegitimar los discursos de odio. Y una vez dicho esto, Orúe defiende que hay que combatirlos ferozmente porque “no pueden ser excusa para recortar derechos fundamentales” o “justificar restricciones”.
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Por otro lado, la escritora ve con buenos ojos la revisión de obras y discursos de otras épocas en base a los parámetros de nuestro tiempo. “Es un movimiento que nos ha obligado a mirar con otros ojos, ojos críticos, la cultura que consumimos”, concede, lanzando asimismo un aviso: "Pero esto no puede hacernos víctimas de la tiranía de lo políticamente correcto”.
“Si alguien del ámbito artístico merece reproche penal, hay que hacerle rendir cuentas”, afirma Orúe. Los argumentos deben ser respondidos con argumentos y hay que prestar atención a las opiniones "que no nos dan la razón", señala. La cultura de la cancelación es para la escritora un derecho: "Creo en mi inalienable derecho a criticar a un artista, a no seguirle, a no admirarle", apunta, y recalca lo más importante: "¿En qué momento nos dimos cuenta de que tal canción o tal película eran profundamente machistas o racistas?
Por último, Orúe resume uniéndose a las palabras de la también escritora feminista nigeriana, Chimamanda Ngozi Adichie: “No hay que ahogarse en el moralismo social, hay que ser empáticos, y no hay que alinearse con quienes dicen amar la literatura pero están monomaníacamente obsesionados con la ortodoxia ideológica predominante de turno”.
“Tiendo a creer, seguramente peco de optimista, incluso de ingenua, que casi cualquier serie, película, obra de teatro, cuadro o libro nos ayuda a ampliar horizontes”, dice Eva Orúe, la directora de la Feria del Libro de Madrid, que hace una valoración del momento político que estamos atravesando: “En los últimos años vivimos un retroceso. Para mi pasmo, ante la cómplice pasividad de muchos”. La visión que tiene sobre nuestros días es “cenagosa”, un tiempo que “prostituye un derecho conquistado con enorme esfuerzo”. Un período en el que Orúe ve como el odio llega a pasar del que ha sido su lugar predilecto (las redes sociales) a la calle “alentado por quienes ocupan posiciones de poder”.