Pablo Messiez (Buenos Aires, 1974) cuenta los días que quedan para el 1 de septiembre. Es cuando el dramaturgo y director de escena comenzará a ensayar su propia versión de Bodas de sangre, el texto de Federico García Lorca, que estrena el 18 de octubre en el Centro Dramático Nacional. No es un paso pequeño para este creador cuya carrera asciende a una velocidad vertiginosa al menos desde 2015, cuando estrenó en este mismo centro dependiente del Ministerio de Cultura la obra La piedra oscura, escrita por Alberto Conejero.
No era como si Messiez acabara de llegar. Lleva desde los 12 años en los escenarios, desde 2008 en los españoles, con obras como Los ojos, Muda o Las plantas. Pero La piedra oscura —sobre las últimas horas de vida de Rafael Rodríguez Rapún, soldado republicano y amante de Federico García Lorca— supuso un vuelco en su carrera al hacerse con cinco Premios Max, los principales galardones de las artes escénicas españolas. Después llegaron La distancia, Todo el tiempo del mundo y He nacido para verte sonreírHe nacido para verte sonreír. Y hay que seguir sumando, porque mientras piensa en Lorca está también dándole vueltas a El tiempo que estemos juntos, un texto que estrenará en el Teatro Lliure de Barcelona. Entre uno y otro proyecto, paseos y baños largos para "oxigenar las ideas".
Porque no está siendo un verano tranquilo, por mucho que haya escapado unos días de vuelta a Argentina. Mientras llegan los ensayos, relee la obra y está en contacto con Óscar Villegas (a cargo de la música), Elisa Sanz (escenografía) y Paloma Parra (iluminación). El elenco que revisa ahora sus frases, también contando los días, están "Guadalupe Álvarez, Pilar Bergés, Francesco Carril, Juan Ceacero, Fernando Delgado, Claudia Faci, Carlota Gaviño, Pilar Gómez, Carmen León, Gloria Muñoz, Julián Ortega y Estefanía de los Santos". La desconexión tendrá que esperar, acaso indefinidamente.
El peso simbólico tanto de la obra de Lorca como de su figura es seguramente incomparable al de cualquier otro autor español. ¿Se puede romper con "lo lorquiano"? "Yo no quiero romper con 'lo lorquiano", responde por e-mail a este periódico, "quiero quitarle las comillas". "Cuando un montaje de Lorca me ha impactado ha sido por encontrarlo revelador, como un reencuentro. Toda puesta en escena debe ser una visión libre, aunque no toque una coma." No hay que esperar de él, pues, una versión que se limite a reproducir los imaginarios asociados a Bodas de sangre.
Ver más'Bodas de sangre' suelta lastre
Parte de las claves para construir el suyo propio están, explica, en el propio texto. Por ejemplo, en sus colores: "La primera acotación pone 'Habitación pintada de amarillo', y la habitación de la casa de Leonardo es rosa. Habitualmente se hace en blanco y negro, o colores tierra, y sin embargo ahí está todo ese otro mundo que abren esas paredes". Otras están fuera de él, en la compañía que encarnará, en otoño de 2017 y no en los años treinta, el texto de Lorca. "Procuro que nada quede impuesto o forzado", explica. "En otras palabras: yo no voy a hacerme el andaluz, por respeto a los andaluces, y porque lo haría mal." Si la actriz que hace de mujer de Leonardo es extranjera, señala, "lo será también en la función" y su "mirada extranjera en ese pueblo" afectará al montaje. Del mismo modo, el director ha decidido prescindir del tema de la virginidad, por considerar que "en nuestro contexto no tiene mayor interés".
En su declaración de intenciones sobre el texto, Messiez se pregunta: "¿Cómo hacer un Lorca en presente?". Hace 84 años que se estrenó en el Teatro Español Bodas de sangre, una tragedia basada en el conocido como crimen de Níjar ocurrido en 1928. ¿Cómo acercar el texto a 2017? El director cita al hispanista alemán Carlos Vossler: "Hoy no se puede representar una obra clásica íntegramente, sino dándole un nuevo ritmo". "Se refería a Lope, pero ahora el clásico también es él", continúa. "Evidentemente, Lorca no escribiría Bodas de sangre así si la escribiera hoy. Entonces, si queremos hacer un teatro que no pretenda ser una reconstrucción arqueológica, el trabajo sobre la versión tendrá que hacer dialogar ese material con el presente. Lorca entendía esto muy bien y decía que a los clásicos hay que transformarlos e interpretarlos 'con un estilo."
Tampoco interesa a Messiez el "discurso hegemónico" sobre el poeta, que define como un "atenuador de potencias". ¿Qué ha encontrado en Lorca? "¡De todo!", dice. "Un personaje fascinante (y fascinado), apasionado, violento, sexy, brillante, contradictorio, extremadamente valiente. Es inmenso." Y, aunque no esté presente en el texto, el director de escena observa que "la imagen que habitualmente circula de Lorca es bastante más amable que la uno encuentra en sus cartas y declaraciones". En su "Discurso a los actores argentinos en el homenaje a Lola Membribes", indica Messiez, Lorca dice: "El teatro ha perdido su autoridad porque se ha producido un desequilibrio entre arte y negocio". Y en una entrevista añade: "El teatro en España es un teatro hecho por puercos y para para puercos". "Parece Angélica Liddell", se sorprende el argentino, "pero no, es Lorca. Lo que pasa que esa furia de Lorca ha sido en gran medida asordinada. Por suerte ahí está su palabra escrita para quien la quiera leer".
Pablo Messiez (Buenos Aires, 1974) cuenta los días que quedan para el 1 de septiembre. Es cuando el dramaturgo y director de escena comenzará a ensayar su propia versión de Bodas de sangre, el texto de Federico García Lorca, que estrena el 18 de octubre en el Centro Dramático Nacional. No es un paso pequeño para este creador cuya carrera asciende a una velocidad vertiginosa al menos desde 2015, cuando estrenó en este mismo centro dependiente del Ministerio de Cultura la obra La piedra oscura, escrita por Alberto Conejero.