Pablo Simón (Arnedo, La Rioja, 1985) es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III, además de editor de la web Politikon. Autor de varios libros, entre ellos El príncipe moderno (editorial Debate), participa en De series, dentro de la revista Verano Libre, en la que a lo largo de agosto preguntamos a políticos, politólogos y periodistas sobre las producciones que más y que menos les han gustado, no sólo en los últimos meses.
Quien se encarga normalmente de buscar respuestas a las dudas de nuestro tiempo, como profesional de lo social que es, sólo dudó cuando se le preguntó cuál era su serie favorita de la historia: “Esto es un poco más difícil. Una de las mejores series de la historia o que más me ha gustado es esta serie de 2001, Hermanos de sangre, Band of brothersen inglés”. Basada en el homónimo bestseller de Stephen Ambrose, esta miniserie, de tan sólo 10 episodios y coproducida por dos pesos pesados de Hollywood, Steven Spielberg y Tom Hanks, se ambienta en la II Guerra Mundial y centra gran parte de su trama en la Easy Company, un regimiento de 506 paracaidistas de la 101ª División Aerotransportada del Ejército de los Estados Unidos.
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No sólo aclamada por el público sino también por la crítica —recibió en 2002 seis premios Emmy, incluidos el de mejor miniserie o mejor dirección—, Band of brothers se aleja con acierto, sin roturas, del prejuicio de patriotismo barato que se le presume a un producto de entretenimiento bélico, y más cuando se produce en EEUU. “Una aproximación humana increíblemente buena, muy bien ambientada, los personajes de una profundidad tremenda, con una reflexión interesantísima de la 101 Aerotransportada” y, además, desde el respeto. Por eso Band of brothers ha envejecido tan bien, porque después de años sigue poniendo de acuerdo a todos. Así la remata Simón: “Es una serie que no hay que dejar de ver y que no pasa de moda, y parece mentira, porque han pasado casi 20 años”.
En cuanto a la serie favorita de la temporada, sin sorpresas, Chernobyl es la elegida por muchos de los participantes de esta sección, Pablo Simón inclusive. La miniserie producida por HBO ha contentado en partes iguales tanto al público como a la crítica. Con sólo cinco episodios, a ojos del politólogo, Chernobyl “resume muy bien algunos de los dilemas de nuestro tiempo”. Algunos de ellos, como el autoritarismo, y pese a la muy masticada desafección política, son recursos cada vez más atractivos a la hora de buscar nuevas tramas de entretenimiento en la pequeña pantalla. Para Simón, la serie explica muy bien “cómo todos los constreñimientos políticos llevan a tomar malas decisiones, cómo existen también las dinámicas de la desinformación y del miedo dentro del propio aparato burocrático del Estado”. Además, Chernobyl no sólo es útil para hacer un retrato del funcionamiento de los regímenes y democracias populares, sino para entender también “cómo funcionan parte de nuestros sistemas políticos”.
Y por último, en esta ocasión una serie distribuida por Netflix: Pablo Simón confiesa no haber podido continuar con Black mirror. Esta producción antológica que quiere llevarnos a repensar las tecnologías en clave distópica tuvo sus mejores días para la crítica en sus primeras temporadas. Capítulos demasiado largos o amagos rebuscados de originalidad son algunos de los reproches que se van haciendo más comunes. Así lo encaja también Simón: “Me gustaron las temporadas iniciales, me parecieron sugerentes los dilemas que planteaban, pero al principio de la tercera ya no entendí nada, me pareció que se estaba ya rizando demasiado el rizo y la empecé a dejar”. Otras alternativas, como la fresca e impulsiva Years and years, de la BBC y en HBO, pueden volver a ocupar ese espacio que la lasitud de Black mirror o de El cuento de la criada nos deja para las distopías.
Pablo Simón (Arnedo, La Rioja, 1985) es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III, además de editor de la web Politikon. Autor de varios libros, entre ellos El príncipe moderno (editorial Debate), participa en De series, dentro de la revista Verano Libre, en la que a lo largo de agosto preguntamos a políticos, politólogos y periodistas sobre las producciones que más y que menos les han gustado, no sólo en los últimos meses.