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A París en canciones

Sara Gutiérrez | Eva Orúe

Ninguna ciudad acumula tantas declaraciones de amor cantoras como París, tantas veces convertida en música que incluso hay quien se ha entretenido elaborando un listado de las canciones que la celebran: la primera data de 1528, y se titula Voulez ouyr les cris de Paris, y se atribuye a un tal Clément Janequin; la última anotada en este abrumador inventario a buen seguro incompleto es A Paris je péris (2019) de Charlelie Couture.

Abrumador, decíamos, pero no exhaustivo. Serlo es casi imposible. Por eso le pedimos, lector, una pizca de complicidad: mencionemos los temas que mencionemos, no serán todos, ni los que usted canta o recuerda… Nuestra selección será, necesariamente, arbitraria e incompleta, pero ¿qué guía de viajes no lo es?

Bajo el cielo de París

Empezaremos no por una canción, sino por una cantante: Édith Piaf, aunque solo sea por romper el hielo, porque nació debajo de una farola frente al 72 Rue Belleville de París y porque durante años peleó por subsistir en la calle y en cabarés abominables. Todo ello, bajo el cielo de París…

Del éxito de la canción da cuenta el ingente número de versiones que se han venido acumulando desde entonces, las de Juliette Gréco, Yves Montand, Mireille Mathieu y, más recientemente, la de Zaz, a la que tantos comparan con la Piaf, acompañada para la ocasión por Pablo Alborán.

París y el amor forman una pareja un tanto empalagosa, pero consagrada por mil y un trovadores. Hemos mencionado a Montand, que hizo suyo este À Paris, catálogo completo de cosas que se deben hacer en la ciudad.

Jaques Brel enumeró Les prénoms (los nombres) de Paris y Léo Ferré puso música a Aragón en Les feux (los fuegos) de Paris. Ferré, por cierto, se preguntaba en otra canción: ¿qué es París? Y tras proponer algunas respuestas, concluía: París es una idea, contradiciendo flagrantemente a Patachou, que sostenía Paris c’est une blonde, una rubia.

Abierto 24 horas

París es la ciudad que nunca se apaga, y de esa actividad incesante dan cuenta compositores y cantantes, convertidos en notarios de ocasión: a las cinco de la mañana, Jacques Dutronc canta al París que se despierta; por la tarde, entra en escena Philippe Katerine; y por la noche, nos dejamos acompañar por Bénabar o por Quincy Jones.

También hay una canción a París para cada estación del año. April in Paris, obra de E. Y. Harburg y Vernon Duke para el musical Walk a little faster, formó parte de los repertorios de, entre otros, Ella Fitzgerald y Louis Armstrong; Anggun cantó al verano parisino (Un été à Paris); tras los atentados de 2015, Amin Maalouf escribió una poesía que Ibrahim Maalouf musicó y Louane cantó para el París que, ese otoño, se despertaba tras el horror; y nos olvidamos de la banda sonora del invierno parisino, la que le pusieron Lucie, Élisa y Juliette, L.E.J.

Lo odias, moi non plusmoi non plus

Para ser justas, debemos reconocer que no a todo el mundo le gusta París. Thomas Dutronc (hijo del Dutronc que ya compareció y de Françoise Hardy; los francófilos sabrán apreciarlo) cantó su disgusto:

Lleno el depósito de gasolina,Pienso en las vacacionesEstoy enfurruñadoY no soy el únicoEl cielo está grisGente amargadaTengo prisaEstoy estresadoYa no me gusta París

 

Y Ryadh hizo una lista con las cosas que aborrece, para declararse parísfobo y acabar confesando que, a pesar de todo, ama la ciudad.

Queda claro que lejos del engolosinamiento del que hacían gala los grandes de la chanson, las nuevas generaciones manifiestan que si les gusta (vivir, trabajar, divertirse en) París no es por su tan cacareada perfección, sino a pesar de sus muchos estigmas, y le cantan bajándole los humos.

La Rumeur denunció a ritmo de rap que París alimenta, pero también te hace pasar hambre. “París contaminada con pus en las arterias / Vi su puto cáncer evolucionar”, escuchamos. Más alejado aún de la tradicional sobredosis de edulcorante, este Paris sous les bombes de NTM que algunos imaginarán bélico o terrorista, aunque en realidad alude a las bombes aérosols, los aerosoles de los grafiteros.

Sans dire un mot 

Unas líneas más arriba mencionamos de pasada un tema de Quincy Jones, que no es el único que ha dedicado un tema instrumental a París… quizá porque la ciudad les dejó sin palabras: Sidney Bechet (Blues in Paris), Duke Ellington (Paris Blues), Pérez Prado (Paris), Django Reinhardt (Swing de Paris). Incluso John Williams, que nos llevó al restaurante Maxims en la película Cómo robar un millón.

Todos amaban París, como lo amaba Cole Porter. ¿Habría, si no compuesto para el musical Can Can este clásico que han interpretado Ella Fitzgerald, Mireille Mathieu, Patti LuPone… o Les Negresses Vertes?

Ya que estamos en área de musicales, no podemos dejar de citar Un americano en París, con música de George Gershwin, dirigida por Vincente Minnelli y protagonizada por Gene Kelly y Leslie Caron.

De Gershwing es también esta canción con la que, en Funny Face, Audrey Hepburn, Fred Astaire y demás miembros del reparto nos llevan a un excepcional sightseeing tour sin autobús descapotable.

Los españoles también hemos contribuido a este género aparte que es el de la música inspirada por París. Los talluditos recordarán que en 1984 el pop nacional sufrió una convulsión licántropa con Lobo-hombre en París, de La Unión.

La Oreja de Van Gogh también paseó sus angustias por París, y Duncan Dhu domicilió su desengaño en Una calle de París

Porque no hay rincón que las canciones no hayan hollado. Y por si faltaran más propuestas, recuerden que Eartha Kitt paseó bajo los puentes de París (Under the bridges of Paris) mucho antes de que Etienne Daho y Astrud Gilberto pasearan por las orillas (Les bords de Seine) del río Sena al que cantan Vanessa Paradis y -M- en un tema de película.

Y no olviden que Barbara le puso música a la Gare (estación) de Lyon, Serge Gainsbourg al restaurante Maxim’s Grand Blanc al barrio de Montparnasse, Sacha Distel o Daniel Darc a Les Champs-Élysées, Pigalle se metió Dans le bar tabac (café con estanco) de la rue des Martyrs, y Etienne Daho, encore lui, visitó Le Flore.

Oui –cantaba Mistinguett—, je suis de Paris” y, en cierto modo, todos lo somos. De París y de sus canciones, que siempre renacen. Así, una que compuso Charles Trenet en 1947 a bordo del avión que le devolvía a casa tras una gira por Estados Unidos, Revoir París, volver a ver París…

… resurge en 2015 gracias a Benjamin Biolay

¡Por todas las diosas!

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… y permite, en 2019, Charles Aznavour y Patrick Fiori cantar juntos por vez primera.

O ese Paris sera toujours Paris, Paris será siempre París, que Maurice Chevalier grabó en 1939 cuando la guerra parecía inevitable,

… vuelve años más tarde en la voz de Zaz, diciendo, sin decirlo, que siempre nos quedará París.

Ninguna ciudad acumula tantas declaraciones de amor cantoras como París, tantas veces convertida en música que incluso hay quien se ha entretenido elaborando un listado de las canciones que la celebran: la primera data de 1528, y se titula Voulez ouyr les cris de Paris, y se atribuye a un tal Clément Janequin; la última anotada en este abrumador inventario a buen seguro incompleto es A Paris je péris (2019) de Charlelie Couture.

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