Pedro Ortuño: "Los bares y restaurantes están repletos de gente comiendo sin mascarillas pero en los conciertos no se puede estar juntos"

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Pedro Ortuño Benito comenzó en el trombón de la mano de su abuelo. Cuenta que cuando a sus 11 años salía de las clases en el conservatorio, era este el que entraba en ellas. "Practicábamos juntos y hacíamos audiciones donde tocábamos dúos para trombón". Empezó así su idilio con este instrumento, que continúa hasta hoy en Fundación Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM). Nos cuenta, al igual que han hecho otros de sus compañeros, cómo ha afrontado estos meses tan anómalos, seguramente los más extraños desde aquellos lejanos días en los que ensayaba con su abuelo.

Afortunadamente no ha sido un periodo especialmente duro en su caso: "He podido pasar estos meses en el campo con mi familia. Hemos disfrutado de estar juntos, de dar paseos por la finca, hacer yoga, arreglar el mundo en interminables sobremesas y jugar con mis hijas a todo lo que hemos podido". Sobre la música, subraya el "el estado de shock producido por la situación, que no me dejaba concentrarme en la escucha musical hasta que fui liberándome y empecé a ser capaz de volver a disfrutar". Destaca el vínculo entre Bach y el jazz que ha descubierto: "Es muy curioso, estimulante y divertido ir saltando de Bach a música jazz y ver qué cercanos están el uno del otro. Recomiendo hacer una lista aleatoria de música de Bach y de grandes artistas de jazz".

Al margen de su personal confinamiento, Ortuño encuentra más problemas en el nuevo horizonte de las actuaciones musicales: "A los músicos nos gusta el calor del público. Una sala repleta de gente dispuesta a escuchar es un regalo para los que nos dedicamos a esto. Se genera una energía muy especial. Una sala a medias y con la gente desperdigada y separada uno de otros no genera la misma energía". El músico muestra reparos hacia algunas medidas sanitarias: "No comprendo bien estas medidas en las que aún con mascarillas no se puede poner la gente junta. Los bares y restaurantes están repletos de gente comiendo sin mascarillas y en los conciertos no se puede". Desea que acabe esta "mal llamada nueva normalidad” que en su opinión es, directamente, "una porquería".

Más sosegado se muestra el instrumentista a la hora de abordar los prejuicios que pesan sobre la música clásica. Cree que para vencerlos no hay nada como acudir a un evento que muestre el poder de la misma: "La experiencia de estar en una sala de concierto es mágica. La cultura en España no es tan cara como parece desde fuera. Ir a ver un concierto de música clásica es bastante accesible y una experiencia maravillosa", argumenta.

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Cercana a esa sensación es la que producirá en muchos la interpretación que nos regala de Black Nile, de Wayne ShorterBlack Nile, un tema extraído del álbum Nigth Dreamer grabado por el saxofonista en 1964. “Shorter en este álbum busca la esencia de su música intentando despojarla de artificios innecesarios para centrarse en lo esencialmente importante. Concretamente, en el tema dibuja una línea melódica fluida que discurre por encima de una interesante secuencia de acordes representando el fluido discurrir de un rio”, cuenta Ortuño. Una elección muy vinculada a su experiencia personal durante este periodo estival: “Durante este verano he estado practicando meditación en las orillas de diversos ríos de los Pirineos y esta música me hace regresar a esas mágicas sensaciones del sonido del rio fluyendo alrededor de mí mientras meditaba y limpiaba o trataba de limpiar mi mente”.

Otra recomendación del músico para conocer el trombón es la de “las interpretaciones del magistral trombonista Christian Lindberg”. “También hay un grupo muy interesante de trombones, un cuarteto cofundado por mi compañero Miguel José Martínez, trombón bajo de la orquesta. Recomiendo encarecidamente escuchar la discografía de 2i2 quartet, repleta de pequeñas joyas musicales relacionadas con el mundo del trombón”, añade. En el terreno del jazz, donde el trombón tiene también una presencia destacada, se queda con “el gran J.J. Johnson” y el “divertido e irreverente” Frank Rosolino.

Pero no todos sus consejos musicales se quedan en este instrumento. Ortuño apuesta por promocionar la música “made in Spain” y con su playlist defiende encarecidamente "consumir producto de cercanía”. Rolando Villazón, Ainhoa Arteta o el saxofonista Enric Peidro tienen cabida en sus recomendaciones para disfrutar un verano que se está acabando. Por suerte, como dice el trombonista, “la música no entiende de estaciones”.

Pedro Ortuño Benito comenzó en el trombón de la mano de su abuelo. Cuenta que cuando a sus 11 años salía de las clases en el conservatorio, era este el que entraba en ellas. "Practicábamos juntos y hacíamos audiciones donde tocábamos dúos para trombón". Empezó así su idilio con este instrumento, que continúa hasta hoy en Fundación Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM). Nos cuenta, al igual que han hecho otros de sus compañeros, cómo ha afrontado estos meses tan anómalos, seguramente los más extraños desde aquellos lejanos días en los que ensayaba con su abuelo.

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