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Pilar del Río: “Sentir a mujeres que saben es algo más que un refugio, es la posibilidad de la confianza”

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“Por su capacidad por hacer comprensible una realidad huidiza, con parábolas sustentadas en la imaginación, la compasión y la ironía”. Así justificó la Academia Sueca la concesión del Premio Nobel de Literatura a José Saramago en 1998. Hoy, 100 años después de su nacimiento, su recuerdo continúa indemne y su figura sigue inspirando a miles de personas a lo largo y ancho del mundo. Una memoria a la que contribuye de forma decisiva Pilar del Río (Sevilla, 1950), su mujer durante los últimos años de su vida. Ambos se conocieron a las 4 de la tarde de un 14 de junio, y desde entonces su amor continuó hasta su muerte. De hecho, Saramago dejó todos los relojes de su hogar parados a las 4 como símbolo de amor a su esposa. Ambos vivieron entre Lisboa y Lanzarote, donde adquirieron una casa que ahora se ha convertido en museo. Del Río, de formación periodística, es la responsable de traducir varios libros del autor portugués al español. Actualmente, preside la Fundación José Saramago, que en este momento se halla inmersa en las celebraciones del centenario del nacimiento del nobel.

Hoy en infoLibre Pilar del Río intentará, como hizo tan magistralmente su marido, hacernos comprensible esta realidad huidiza en la que vivimos e intentar poner un rayo de luz en la misma. “Cada vez que me topo con un acto de generosidad, con un buen libro, con algo armónico, por sencillo que sea, siento que el mundo por ahí se salva”, nos comenta la periodista, que pese a no ser optimista con respecto al futuro, sí tiene mucha confianza “en personas concretas, en hombres y mujeres buenos que desde distintos lugares tratan de hacer mejor la vida colectiva”.

De ese porvenir incierto le sirve de refugio “todo lo bueno que sucede y ve”. Entre esas cosas buenas le gusta abstraerse en los libros que está leyendo, especialmente los de Juan Gabriel Vásquez y los de Laura Restrepo. Ambos, dice, son producto de su interés por Colombia. También le encantó una “sesión magnífica” sobre literatura e igualdad a la que asistió en Lanzarote. Para la periodista, “sentir a mujeres que saben es algo más que un refugio, es la posibilidad de la confianza”.

Además de esos lugares seguros para el optimismo, del Río celebra: "Este año han sucedido innumerables hechos que salvan, significativos para mí y para otras personas con las que comparto universo. Los actos que voy conociendo y viviendo son emocionantes y me sostienen a la hora de afrontar el lado oscuro”. Se refiere sobre todo, a la emoción con la que se está viviendo el año del centenario del nacimiento de José Saramago y a las “iniciativas que están apareciendo en lugares insólitos, pequeños o grandes” en relación a esta celebración. 

Pone de ejemplo proyectos tan grandes como “obras de teatro de gran calado, o congresos académicos internacionales” o tan humildes como “textos bellos de alumnos de colegios de diversos países”. Destaca asimismo el lema “Saramago mola”, usado en la Feria del Libro de Las Palmas, la realización de carteles en Conil con la imagen de José Saramago para animar a leer en la playa, o las iniciativas donde es muy importante “la participación cívica y de los excluidos”.

A nivel institucional también le hacen muy feliz el nombramiento del escritor como “ateneísta popular” de Andalucía, los innumerables actos presididos por jefes de Estado de todo el mundo y una serie de conferencias llevadas a cabo en lugares tan lejanos como la Amazonia. “Irse encontrando con actos así consuela, significa que la sociedad tiene memoria y valores. Creo que si no salen más acontecimientos así en las noticias es porque no les damos sitio, pero sin duda hay motivos para seguir viviendo”, añade.

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Ante las malas noticias, la periodista asume un papel activo y nunca opta por desconectar o ignorarlas: “No huyo, ni dejo de leer la prensa o ver la tele, simplemente me pregunto qué he hecho mal, en qué hemos fallado para que el horror se repita”. En su opinión las desgracias que suceden en el mundo no son “una maldición” o “castigos divinos de dioses inexistentes”, sino que más bien responde a que los “seres humanos nos hemos dejado robar nuestra voluntad y nuestra soberanía” por parte de “grupos carentes de valores humanos pero con valores en bolsa, por mercaderes criminales o por mafias que se imponen a gobiernos legítimos”.

En este contexto, cree que “el neocapitalismo es salvaje, cruel y no necesita defenderse. Sus tesis están impuestas y si te sales del redil, lo pagarás caro, serás expulsado del lugar común, que es el que impera, mientras el poder real sigue actuando”. Incluso nos llega a decir que el capitalismo está tan confiado con su hegemonía que pone de portavoces a “payasos, tipo Trump, por todo el mundo”. Por todo ello, la directora de la Fundación José Saramago se pregunta “cómo hemos dejado que esto pase y por qué dejamos que siga pasando”.

En lo que respecta a la información, Del Río también opta por una presencia activa. La periodista y traductora, miembro de la Sociedad de Amigos de infoLibre desde su fundación, ve fundamental estar bien informados, buscar buenas fuentes de noticias y “tratar de entender la manipulación global de cada día” para así “no caer en la depresión y emplearse para combatir lo que no funciona”. En su opinión, “los activistas no tienen tiempo para estar deprimidos, tienen que trabajar cada día para poner en evidencia esa forma canalla e irrespetuosa de entender el mundo por parte de los gobernantes". "La tristeza es cosa de ociosos”, apuntala. Por eso defiende que en el día a día debemos “hacer más cortes de mangas y ser más inteligentes que los malos”.

“Por su capacidad por hacer comprensible una realidad huidiza, con parábolas sustentadas en la imaginación, la compasión y la ironía”. Así justificó la Academia Sueca la concesión del Premio Nobel de Literatura a José Saramago en 1998. Hoy, 100 años después de su nacimiento, su recuerdo continúa indemne y su figura sigue inspirando a miles de personas a lo largo y ancho del mundo. Una memoria a la que contribuye de forma decisiva Pilar del Río (Sevilla, 1950), su mujer durante los últimos años de su vida. Ambos se conocieron a las 4 de la tarde de un 14 de junio, y desde entonces su amor continuó hasta su muerte. De hecho, Saramago dejó todos los relojes de su hogar parados a las 4 como símbolo de amor a su esposa. Ambos vivieron entre Lisboa y Lanzarote, donde adquirieron una casa que ahora se ha convertido en museo. Del Río, de formación periodística, es la responsable de traducir varios libros del autor portugués al español. Actualmente, preside la Fundación José Saramago, que en este momento se halla inmersa en las celebraciones del centenario del nacimiento del nobel.

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