Las plataformas streaming cada vez dejan menos espacio al zapping y a dejarse llevar por las parrillas de los canales generalistas. Nos enganchamos a series que vemos de seguido y elegimos las películas a la carta, pero, de vez en cuando, nos seguimos acomodando al sofá, con "lo que sea de fondo", para echar la siesta o pasar un fin de semana tranquilo, con alguna película "romanticona" de las que enganchan, a pesar de su final previsible. Algo así le pasa a la actriz Victoria Mora.
La almeriense es uno de los rostros inolvidables de la pequeña pantalla. La hemos visto en los Hombres de Paco, Amar es para Siempre, Servir y Proteger Heridas… Por su puesto, también en numerosas obras de teatro y, este mismo año, como una de las “abuelas reporteras” de Brigada Tech.
¡Qué narices! De vez en cuando hay que romper la norma y sacar los pies del tiesto. Y procuro no regañarme demasiado por ello
Mora confiesa a infoLibre que tiene una “vena noña”: “Parece mentira, con lo guerrera que soy, que me guste enfrascarse en esas tramas”. Su placer culpable son las películas de sobremesa y, no cualquiera, las de sobremesa alemanas. Las suele ver en versión original porque son “facilonas”, “previsibles” y “políticamente correctas”. Explica que son “como las fotonovelas de antes” y que el argumento “lo ves venir desde el principio”. Tal vez, nos dice, por eso las ve, para “descansar la mente un poco de tanta batalla”.
“Lo hago solo los fines de semana y he de confesar que, si no he podido verlas a la hora de emisión, las veo por la noche. En fin, lo que viene siendo un placer culpable”, añade. Su primer viaje al extranjero fue al país germano. Mientras muchos se iban, por aquel entonces, a Francia para ver “El último tango en París”, ella se fue a Berlín antes de que cayera el mundo: “Fue un choque cultural en toda regla y siempre me ha quedado esa querencia”.
La actriz asume que debería emplear ese tiempo en “educar el gusto” con series, libros o películas que la estimularían mucho más: “Que no queda bien, que no me pega, que siempre aspiras a mejorar tu ‘currículum cultural’, pero es como una escapada nostálgica a los tiempos de mi adolescencia. ¡Qué narices! De vez en cuando hay que romper la norma y sacar los pies del tiesto. Y procuro no regañarme demasiado por ello”.
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Hay pocas voces más autorizadas que ella, que lleva desde los ochenta haciendo todo tipo de trabajos artísticos, para hablar sobre lo que es buena cultura o cultura de consumo. Para ella, la gran y única diferencia entre una y otra es el uso que hacemos de ellas y el tiempo que le dedicamos. Para mí, la “buena” cultura es aquella que nos ayuda a crecer como personas libres y a tener un espíritu crítico.
Sobre los placeres, Mora no cree que haya ninguno que sea “culpable” y admira los gustos que tienen sus personas más cercanas (especifica que en el ámbito cultural). Cree que muchas veces los ocultamos porque hay una parte de nosotros que no queremos compartir con los demás. “Es como una adicción, nadie la va a pregonar y, sin embargo, es muy difícil salir de ella. En mi caso, es casi un juego adolescente, un momento de sesteo, de dejarme ir, jugar a creer que entiendo, a adivinar por dónde transcurre la historia y comprobar que no me he equivocado y que, por tanto, ha cumplido sobradamente con mis expectativas”.
Placeres y gustos, como todo en esta vida, hay de todos los colores. Es difícil y, casi un milagro del destino, coincidir con alguien a quien no le importe darse un atracón de tu serie o género favorito, o con el que compartir reseñas de las últimas lecturas. Mora cree que lo mejor es respetar los gustos ajenos y admirarlos, sin tratar de cambiar a nadie o redirigirle el camino: "No, no le voy a pedir a nadie que comparta mi gusto por estos telefilms, pero si alguien quiere… Yo soy más de dar la lata con los libros, series, películas, música que me apasionan cuando los disfruto, entonces sí!!!"
Las plataformas streaming cada vez dejan menos espacio al zapping y a dejarse llevar por las parrillas de los canales generalistas. Nos enganchamos a series que vemos de seguido y elegimos las películas a la carta, pero, de vez en cuando, nos seguimos acomodando al sofá, con "lo que sea de fondo", para echar la siesta o pasar un fin de semana tranquilo, con alguna película "romanticona" de las que enganchan, a pesar de su final previsible. Algo así le pasa a la actriz Victoria Mora.