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Ángeles Caballero: “Si todos los días es todo tan grave, quiere decir que no pasa nada”

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Aunque durante veinte años se ha dedicado a trabajar como periodista especializada en economía, Ángeles Caballero (Madrid, 1976) se ha convertido en columnista y analista habitual en otros ámbitos de la actualidad. Escribe en El País, colabora en la Cadena Ser y suele participar en diferentes espacios televisivos. Acaba de publicar su novela Los parques de atracciones también cierran. Se trata de una obra que aborda un relato en primera persona, con fuerte carga afectiva, sobre la relación con tus padres cuando llega el momento de cuidarlos y de vivir con el temor a perderlos. De cara al año que arranca, Ángeles Caballero lo afronta con optimismo: “Estoy en un momento personal y profesional muy dulce y espero que continúe la misma buena racha que he tenido en el 2023. Ha sido un año en lo profesional muy bueno y soy muy consciente de la recompensa”. 

Polarización

“Llevamos un tiempo en que palabras como polarización están invadiendo muchos espacios. No es una actitud novedosa, ni son momentos que no hayamos vivido en anteriores etapas. A veces tenemos la memoria muy cortoplacista. Cuando yo empecé a estudiar la carrera en el año 94, ya era el final del último Felipe González y desde luego tengo un recuerdo muy nítido de cómo también la tensión política tenía una enorme efervescencia. Ahora, parecen momentos gravísimos con esta cosa de la sobrerreacción y de la hipérbole. Pero si uno mira con cierta distancia, y sobre todo con cierta templanza, vemos que ha habido tiempos tremendamente complicados, tiempos que hemos vivido y tiempos que no hemos vivido. Me imagino que toda esa época de la Transición, desde luego, fue compleja, endiablada y con enormes momentos de violencia verbal en la calle, en la clase política, y probablemente también entre aquel final del franquismo y el inicio de la etapa democrática. No me asusta demasiado”.

Nochevieja en Ferraz

“Cuando vi las imágenes, con la distancia que supone que no estaba en Madrid esa noche, lo primero que me vino a la cabeza, más allá de que pueda considerar si son graves o no esas escenas, es que me invadió el sentido del humor un poco sarcástico, que procuro enarbolar siempre que puedo. Y pensé: ¿Qué le lleva a un ser humano con una capacidad y con una salud mental en su sitio, con una madurez suficiente, una madurez cerebral formada, a presentarse a tomar una especie de uvas y apalear a un muñeco que simula, con poco acierto también he de decir, al presidente del Gobierno? ¿Qué te lleva a salir de tu casa para hacer ese tipo de plan? A mí es que se me ocurren un millón de planes mucho más interesantes, sin ser yo precisamente la reina de la fiesta. También he de decir, sin ningún tipo de paternalismo ni de condescendencia, que a mí me da un poco de pena que tu plan sea salir a volcar tu ira o tu frustración un 31 de diciembre a protestar de esa manera".

Estar informada

“No soy quién para dar ningún tipo de consejo, pero si hay algo que me parece muy importante, es que yo creo que, mientras llevamos demasiado tiempo en medio de la convulsión y en medio conflictos bélicos, hay conflictos olvidados, de los que se encargan de recordarnos muchísimas ONG, que te dicen que te acuerdes de que además de en Gaza, que además de en Ucrania, hay otro montón de conflictos que existen. Pero yo creo que los occidentales, europeos, de países desarrollados, a los que afortunadamente no nos van mal las cosas, o incluso a los que les va un poco mal, tienden a la desconexión total y al ‘no quiero saber nada de esto’, y, cada vez que aparece un informativo, apagan la televisión, no quieren saber nada y prefieren pensar en mí mismos. Eso es perfectamente legítimo, pero, precisamente en este tiempo, lo yo que quiero es estar informada, lo cual no significa vivir en una permanente hipertensión por todas las alertas que nos llegan al teléfono móvil”. 

Oponerse a la amnistía

“Los españoles tenemos una enorme querencia por discutir y debatirlo todo, con lo cual, si no fuera por la amnistía ahora o como fueron los indultos en su momento, habría otro tema por el que enzarzarse verbalmente. Pero he de decir que tengo un enorme respeto por casi todas las opiniones con respecto a la amnistía. Yo misma soy un saco de dudas, porque todavía no me han explicado muy bien por qué es la solución mágica a los problemas de convivencia. Tiendo más bien a estar un poco en el lado del escepticismo y sobre todo del absoluto pragmatismo que ha podido tener el Partido Socialista a la hora de pensar que hay que desarrollarla porque son unos votos que necesitaban. Me hubiera parecido mucho más legítimo que me lo explicaran así, antes de que me lo envuelvan en una especie de buenismo e historia de comedia romántica. Me parece que aquí ha habido falta de pedagogía”.

Entre el Apocalipsis y la hipertensión

“Es muy precipitado, y sobre todo tiene un recorrido más corto del que le quiere dar la clase política, porque, en el momento en el que se pronunció la palabra amnistía, todos los días y a todas horas y en todas partes, siempre ha habido alguien que ha dicho que es el mayor atentado a la historia de la democracia y a la historia del Estado de Derecho. Entonces, tiene un punto que creo que tiene un efecto homeopático porque, si todos los días es todo tan grave, quiere decir que no pasa nada. Se lleva hablando del Apocalipsis de la amnistía desde antes de que estuviera plasmada ni siquiera ya en una ley, sino en un documento. O sea, no lo conocíamos ninguno y ya teníamos muy claro si era bueno o malo. Entonces a mí me parece que, en estos tiempos de cortoplacismo salvaje, yo prefiero esperar un momento y prefiero saber qué puede hacerse y cómo se hará. En fin, la hipertensión siempre es mala”. 

Una legislatura complicada

“Creo que es una expresión que hemos dicho todos los que participamos en algún tipo de tertulia desde que se formó el Gobierno, lo de que va a ser una legislatura complicada. Creo que va a ser complicada porque es muy difícil hacer un equilibrio entre los intereses que puede necesitar el ciudadano común, los intereses de marcar tu propia marca personal con tu partido y con tu liderazgo. Aquí hay un juego de egos que casa regular con las necesidades que podemos tener los ciudadanos. Un señor que vota a Junts, uno que vota a Podemos o una votante socialista supongo que lo que quieren, y no estoy descubriendo nada, es tener un trabajo con unas condiciones dignas, vivir en un sitio medianamente digno o que el precio de la cesta de la compra no se convierta en un ochomil cada vez que tiene que llenar la nevera. Pero también los votantes del PP quieren cosas muy parecidas. Otra cosa son los medios para conseguirlo, pero quieren unas cosas y sueñan con cosas muy parecidas a las que quieren los votantes socialistas o quien vota al BNG”.

El discurso independentista

“Creo que el lenguaje independentista es una manera muy legítima y particular de marcar su propio territorio, nunca mejor dicho. Es como una lista de deberes, como cuando te castigaba un profesor o una profesora y te decía lo que tenías que hacer porque te habías portado mal. Yo puedo llegar a entender que los que votan a ese tipo de formaciones independentistas pueden querer mano dura. No sé si es que nos lo da la propia sangre caliente que tenemos, pero entre una mano dura y una mano blanda siempre queremos la mano dura, porque nos gusta un poquito el ordeno y mando. Entonces, yo creo que para el parroquiano que vota a formaciones independentistas lo que le gusta es doblar la nuca del Estado opresor que le lleva desde hace tiempo asfixiando. Ellos deben asumir, como asumimos los demás, que eso genera una profunda antipatía en votantes de otras opciones políticas y de otros lugares fuera de esos territorios”.

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"El PP, desde que lo preside Alberto Núñez Feijóo, oscila un poco entre ‘a veces soy el Feijóo moderado, a veces soy el duro’. Quiero decir, todavía no se sabe muy bien cuál es la estrategia. Tengo la sensación de que esta estrategia de ser un PP duro me parece bastante interesante, porque si hay una fuerza aglutinadora, con un estado de salud y con unas analíticas envidiables, creo que es el anti-Sánchez. Cuando sacas el nombre de Pedro Sánchez en una cena, siempre va a haber alguien que diga no lo soporta y no te sabe muy bien argumentar por qué. El Partido Popular, si quiere captar algún tipo de voto, lo va a hacer de ese votante desencantado de Vox que ve que lo que pudo haber sido no fue y no es. ¿Y cómo se alimenta a ese votante? Recordándole todos los días que, junto con las plagas bíblicas y la extinción de los dinosaurios, está la presencia de Pedro Sánchez entre nosotros. Yo por lo menos tengo a varias personas en mi entorno que pronunciar el nombre de Pedro Sánchez hace que den un respingo”.

PP vs Vox

“A veces se dan dentelladas Santiago Abascal y Núñez Feijóo. Más, desde luego, Santiago Abascal que Núñez Feijóo. Pero es habitual que distintos líderes del PP y de Vox se acusen unos a otros de no estar a la altura de lo que pide la calle. A mí me produce cierta vergüenza que enseguida uno enarbole lo que pide la calle, lo que piden los españoles, lo que pide la gente de bien. Lo que sí creo es que luego, y me atrevería a decir que casi afortunadamente, lo que se vive en ayuntamientos y en parlamentos regionales es bastante diferente. Afortunadamente, la política local y regional está muy por encima de todo esto. La competencia entre PP y Vox es un poco como el propio gobierno de coalición. Yolanda Díaz, como vicepresidenta del Gobierno y líder de Sumar, hay cosas que ha votado y que ha decidido el PSOE que no le gustan y ella lo dice, pero también entiende que hay un montón de cosas que resolver y no puede dedicarle demasiado tiempo a estar dando vueltas a la rueda como si fuera un hámster”.

Podemos vs. Sumar

“En algún caso he valorado negativamente esa actitud de Podemos de parecer que están permanentemente enfadados e incluso se les ha podido acusar de una actitud algo victimista y pueril. Pero también, según va pasando el tiempo y uno aprende a valorar las cosas con cierta distancia, creo que la actitud de Podemos es la de un animal herido, no solo en su orgullo, sino herido en la trayectoria y en lo que ha aportado cuando ha estado ejerciendo el poder en este país. Esta no es una historia de buenos y malos por parte de Podemos y por parte de Sumar. No se han puesto las cosas fáciles los unos a los otros, ni las unas a las otras. Creo que es profundamente injusto decir que la actitud de Podemos ha sido la de estar poniendo palos en la rueda y que la de Sumar ha sido la de paz y amor e intentar a la vez que hubiera armonía entre ambas partes. Ha sido una relación muy turbia y muy agria desde el principio”. 

Aunque durante veinte años se ha dedicado a trabajar como periodista especializada en economía, Ángeles Caballero (Madrid, 1976) se ha convertido en columnista y analista habitual en otros ámbitos de la actualidad. Escribe en El País, colabora en la Cadena Ser y suele participar en diferentes espacios televisivos. Acaba de publicar su novela Los parques de atracciones también cierran. Se trata de una obra que aborda un relato en primera persona, con fuerte carga afectiva, sobre la relación con tus padres cuando llega el momento de cuidarlos y de vivir con el temor a perderlos. De cara al año que arranca, Ángeles Caballero lo afronta con optimismo: “Estoy en un momento personal y profesional muy dulce y espero que continúe la misma buena racha que he tenido en el 2023. Ha sido un año en lo profesional muy bueno y soy muy consciente de la recompensa”. 

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