José Miguel Contreras: "Nunca hubo tanta mentira y tanta gente dispuesta a creerla"

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El periodista y catedrático de Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos, José Miguel Contreras (Madrid, 1958), ha desarrollado una extensa carrera profesional en diferentes medios y grupos de comunicación. En la actualidad, desempeña funciones de asesor estratégico del grupo Prisa, especialmente centrado en su desarrollo audiovisual. Anteriormente fue uno de los creadores de la productora de televisión Globomedia, impulsor y consejero delegado de LaSexta y vicepresidente de Atresmedia. Como inversor, es el primer accionista de infoLibre, medio al que lleva apoyando financieramente desde hace años: "sin haber interferido jamás en la labor de los periodistas que aquí trabajan", reivindica.  

Tiempos de inquietud

"Vivimos un período de inquietud y angustia generalizada. En la última década, el mundo parecía haberse abierto a modelos políticos renovadores, más participativos, apoyados en un replanteamiento de nuestra civilización, impulsados por la tecnología y cimentados en el cuidado del planeta y en avances en la mejora de los derechos sociales como el feminismo y los movimientos antirracistas. La pandemia y la crisis consiguiente han servido de terreno para la proliferación de discursos populistas, catastrofistas y antisistema que buscan demoler un modelo de convivencia en el que sus aspiraciones autoritarias no tienen cabida. La guerra de Putin ha sido el catalizador que ha acelerado todo este proceso de confrontación social basado en una extendida preocupación ciudadana ante el futuro y de angustia colectiva ante la inseguridad económica y vital que nos rodea".  

Demoler el sistema

"Cabría preguntarse si Putin hubiera dado el paso que dio si el mundo actual se encontrara en un clima general asentado en la paz y el progreso. El presidente de Rusia es el paradigma del sometimiento del sistema a un control político y social totalitario. La utilización de las nuevas tecnologías de la información le ha permitido extender la guerra cibernética tanto dentro de la propia Rusia, intentando desestabilizar democracias occidentales, o como armamento híbrido en la guerra de Ucrania. Estos movimientos radicales y excluyentes han demostrado que pueden crear estados de enfrentamiento social y político gracias a la libertad que otorga la propia democracia. La democracia derrotó al totalitarismo e intentó, lógicamente, integrar a sus seguidores. Ahora, desde dentro del propio sistema, hay quienes trabajan para demolerlo y se presentan como solución a un conflicto generalizado que ellos mismos promueven".

El discurso de respuesta

"La ultraderecha en el mundo sólo puede imponerse si consigue implantar una convivencia irrespirable, basada en la extensión del odio y de la desconfianza entre los conciudadanos. El combate frente al pensamiento totalitario no puede hacerse aceptando el escenario belicista que política y cívicamente nos quieren imponer. Sólo serviría para agravar las heridas que han abierto. Este es el gran problema de la lucha de los demócratas frente a los radicalismos populistas: ¿cómo se puede ganar una guerra sin ejercer la defensa propia ante aquellos que día a día nos provocan y nos agreden? Nuestras armas no pueden ser las suyas. Ese escenario es su territorio de dominio. Debemos reforzar la firmeza, el activismo, la moderación, la solidaridad y la resistencia. La duda es si con estas armas podremos derrotar al totalitarismo y a la intransigencia. Como optimista militante, creo firmemente que sí".

Efectos de la estrategia antisistema

"Una sociedad enfrentada, donde se activan choques políticos, sociales y emocionales, no puede resolver ese conflicto si se instala un modelo de aislamiento territorial de cada bando, si se eleva el grado de desprecio y odio hacia quienes piensan diferente y si se trabaja para la demolición del sistema. Las burbujas informativas y el periodismo partidista promueven el aislamiento a base de monopolizar el caudal de información. Al final, hemos aprendido como un excesivo peso de la comunicación puede desembocar en la incomunicación. El lenguaje violento, el insulto y la demagogia conducen a odiar al que simplemente opina distinto. Finalmente, incumplir las leyes, desacreditar los órganos de gobierno y favorecer el caos institucional corroen los pilares de nuestra convivencia".

El círculo vicioso belicista

"La estrategia del círculo belicista aplicado a la comunicación política es fácil de desenmarañar. Se centra en tres procesos que se retroalimentan sucesivamente. En primer lugar, el radicalismo demoniza al rival que busca destruir y, a la vez, promueve internamente la victimización ante una supuesta amenaza inminente y dramática. En segundo lugar, promueve el aislamiento de sus seguidores de todo contacto con la información contrastada. La idea es acusar a la opinión pública de estar invadida por mentiras y propaganda enemiga. Y en tercer lugar, se trata de difundir mensajes enardecedores, falsedades y discursos encendidos y motivadores que arrastren a la gente a la indignación, a la calle y a la protesta generalizada. En España, se habla repetidamente de un Gobierno dominado por terroristas y partidarios de la destrucción del país. Se elude que el terrorismo fue derrotado con un Ejecutivo socialista y la locura independentista que estalla con el Gobierno de Rajoy ha sido apaciguada por el actual".

La comunicación como agitador del conflicto

"La revolución tecnológica ha afectado de forma sustancial al mundo de la comunicación. Algunos de sus efectos han sido demoledores y aún no hemos sido capaces de asumirlos o entenderlos. Coincide en paralelo un doble proceso. Las redes sociales basadas en la infinita fragmentación de fuentes y redes de intercomunicación favorecen la creación de comunidades aisladas unas de otras donde no existe contraste de información y dónde el anonimato acompaña a la extensión del bulo y la mentira como arma de combate. Por otro lado, a la vez que han surgido gigantescos grupos globales de un poder inconmensurable, y hasta ahora incontrolable, se ha producido una grave crisis de sostenibilidad de los medios tradicionales de información. Muchos de ellos, al borde de su desaparición, han optado por entregarse al seguidismo de poderes económicos y políticos que los utilizan como meras correas de transmisión de propaganda y manipulación".

El deterioro del lenguaje informativo

"Formalmente, el actual proceso tecnológico de la información se asienta en el vértigo de su difusión, la brevedad de los mensajes y la lucha por llamar la atención en un laberinto inescrutable. Exceso de velocidad, brevedad y búsqueda permanente del impacto emocional acaban con cualquier planteamiento basado en el uso de la razón, la reflexión serena o el análisis en profundidad. La educación y la divulgación deberían ser un elemento indispensable para preparar a la sociedad para autodefenderse. Uno de los primeros capítulos de esa tarea divulgativa sería la de ayudarnos a entender que los ciudadanos implicados en la defensa de una ética democrática podemos contribuir activamente, seleccionando y apoyando a medios dignos para que puedan sobrevivir en esa difícil batalla en la que se encuentran inmersos. Suscribirse a un medio de comunicación honesto es hoy en día una de las fórmulas más efectivas para defender la democracia".

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"Se atribuye al dramaturgo griego Esquilo la famosa frase de que la primera víctima de una guerra es la verdad. Dos mil quinientos años después, su mensaje tiene hoy más vigencia que nunca, en tanto en cuanto la comunicación ha pasado a ganar una importancia trascendental en la sociedad actual. Quienes, desde el radicalismo, promueven una convivencia belicista para imponer sus convicciones ideológicas o sus intereses económicos saben que la mentira crece vigorosamente en este clima. En una guerra sólo interesa acabar con el enemigo, como sea. La verdad queda sepultada. Se busca el reforzamiento emocional de la población que, en muchos casos, acepta y secunda la mentira como arma de combate, como miembros de una comunidad en guerra. En el mundo occidental, en los últimos 50 años, nunca hubo tanta mentira y tanta gente dispuesta a creerla".

Los medios en un escenario belicista

"Una de las diferencias más notables del modelo político español frente a otros países con los que podemos establecer comparaciones es la escasez de medios progresistas frente al dominio mayoritario de los conservadores y ultraconservadores. Es un dato fácilmente comprobable. Un claro ejemplo de radical diferencia es EEUU. Allí, la inmensa mayoría de las grandes cabeceras de prensa y de las principales cadenas de televisión son abiertamente hostiles a las políticas radicales y antidemocráticas promovidas por Donald Trump y sus seguidores. En España, la pieza a abatir de la mayor parte de la prensa, la radio y la televisión es un Gobierno progresista con el que se puede discrepar sin duda, pero al que ni siquiera le reconocen su legitimidad, avalada en las urnas y que apoya y defiende, en todo momento, el marco democrático imperante en la Unión Europea".

Guerras mediáticas

"Hay un intento claro de acabar con los escasos medios progresistas que a duras penas resisten en España. Hay una intensa campaña violenta, burda y contundente. Su objetivo es controlar a los medios progresistas, como ya han conseguido en diferentes momentos anteriores en algunos significativos casos tanto en prensa, radio o televisión. La otra alternativa es acabar con ellos si se resisten. El método consiste en intentar destruir reputacional y económicamente a los pocos que dedican su dinero y su trabajo a promoverlos. Los instigadores de estas ofensivas, con claros intereses políticos y económicos, lo hacen desde la oscuridad y las tinieblas y utilizan sus medios, y todo tipo de ramificaciones, para extender difamaciones, bulos y falsas intrigas. Desgraciadamente, sé de lo que hablo".

El periodista y catedrático de Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos, José Miguel Contreras (Madrid, 1958), ha desarrollado una extensa carrera profesional en diferentes medios y grupos de comunicación. En la actualidad, desempeña funciones de asesor estratégico del grupo Prisa, especialmente centrado en su desarrollo audiovisual. Anteriormente fue uno de los creadores de la productora de televisión Globomedia, impulsor y consejero delegado de LaSexta y vicepresidente de Atresmedia. Como inversor, es el primer accionista de infoLibre, medio al que lleva apoyando financieramente desde hace años: "sin haber interferido jamás en la labor de los periodistas que aquí trabajan", reivindica.  

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