CÓMO LO VE
Natalia Junquera: "Lo que ha hecho Feijóo es permitir que la extrema derecha entre en un gobierno autonómico"
Natalia Junquera (A Coruña, 1981) es una periodista para la que el ejercicio de escribir va ineludiblemente unido a un firme compromiso social. Combina su trabajo como redactora en El País con la literatura. Su última novela se titula Recuérdame por qué te quiero. Según explica, en el libro "se habla de cómo los gallegos que emigraron a otros países que estaban mejor que el nuestro, dejando a sus familias en Galicia, se parecen mucho a los que ahora vienen a nuestro país, dejando a sus hijos o a sus familiares en sus lugares de origen".
Junquera tiene clara la intención de su tarea profesional: "Creo que escribir en general, tanto en un periódico como en una novela, es acercarse a los demás, ponerse en el lugar de otros y ayudar a entender. Escribo con esa intención o, a lo mejor, con esa ingenuidad". Como periodista, ha combinado el seguimiento de la actualidad política, en los últimos años centrada en la actividad del PP, con reportajes de corte social, especialmente en el ámbito de la Memoria Histórica, y, en la actualidad, con el análisis de los debates que se extienden a través de redes sociales como Twitter.
La España de Twitter
"La España que tuitea es real, pero no es España, es la España que tuitea. Y la prueba es que hay mucha más gente fuera de Twitter que en Twitter. Es un indicador, pero no es el único indicador y no podemos tomar la red social y lo que se dice en ella como una verdad revelada. Hay que buscar otros indicadores, otros datos y, a ser posible, comprobar todo, siempre, con tus propios ojos. Como no siempre hemos utilizado bien esta herramienta, a veces le damos más importancia de la que tiene y eso incluye darle un poder para crear estados de ánimo o de opinión, que creo que no es tan grande como parece. En general, todas las redes sociales son una herramienta muy útil para acercarnos a gente que jamás ha ido a un kiosco a comprar un periódico".
La información en las redes sociales
"La información sobre política se ha multiplicado y ha crecido gracias a las redes sociales. Y eso no significa siempre que haya mejorado. La parte buena es que para los medios supone una herramienta, un canal nuevo para dirigirse a las audiencias. La mala es que no solamente utilizan Twitter los medios, sino otra mucha gente que no tiene los códigos de la información. Puede haber gente que piense, porque hay medios presentes en Twitter, que todos los tuits y todos los contenidos valen lo mismo. Y no valen lo mismo. Esta plataforma está llena de gente que parece que informa, pero que está, en realidad, vendiendo su propia agenda. En el caso de la información política, a veces empeora porque los políticos no saben usar bien el juguete o, quizá, saben usarlo demasiado bien, porque buscan las declaraciones de más impacto para hacerse oír en ese gallinero de gente piando en Twitter".
La polarización política
"La polarización política es un problema muy grande que además está creciendo, embarra la política y empobrece el debate en un momento en el que es especialmente importante, porque los problemas que tenemos son especialmente complejos. Todo el tiempo que los políticos dedican a insultarse es tiempo que deducen de gestionar, de buscar soluciones o mejoras a leyes y a medidas que pueden repercutir de verdad en la vida de los ciudadanos. Que ellos se insulten no nos afecta, pero nos quita tiempo de buscar soluciones a los problemas. Hay dos tipos de polarización: la ideológica, que es la distancia que separa las ideas políticas de un partido y de otro, y luego hay la que se llama afectiva, que es el rechazo al que piensa de forma diferente. Y las dos están creciendo".
La polarización en la calle
"El Congreso es un teatro y todos los plenos son una función. Los políticos sobreactúan para buscar el aplauso del público que está en su casa viendo la tele o siguiendo el debate por la radio o consultando la web de un medio de comunicación. Hay tres niveles de confrontación. De mayor a menor está el hemiciclo, que es el teatro; los pasillos, que serían las bambalinas; y la calle, que son los ciudadanos. Lo que ocurre es que han subido tanto los decibelios en el escenario que eso ha contaminado lo que pasaba en las bambalinas, donde los políticos, después de subirse al hemiciclo y decirse todo lo que se dijeran, finalmente buscaban acuerdos o trataban de llegar a pactos. Eso ha acabado también contagiándose en la calle. Hace dos años salió un estudio muy interesante del CIS que decía que la mayoría de españoles prefería no relacionarse con gente que tuviera otras ideas políticas diferentes a las suyas".
La oposición negacionista
"Lo del Gobierno quejándose de la falta de colaboración de la oposición es un estribillo que oímos siempre, gobierne quien gobierne. Pero sí que es verdad que hemos vivido unos momentos especialmente complejos. Antes de la pandemia ninguno nos imaginábamos que íbamos a estar confinados en nuestras casas. Tampoco que fuera a haber a estas alturas una guerra en Europa. Son unos momentos especialmente complejos. Entonces, esa falta de colaboración tiene consecuencias todavía más graves. Y es verdad que, como hay tanta polarización, muchas veces no se llega a acuerdos. No tanto porque no se consideren necesarias esas medidas, sino porque estamos en un clima que es como si todos los días fueran campaña electoral".
El bloqueo de la Justicia
"El bloqueo del Consejo General del Poder Judicial, que debería haberse renovado hace más de tres años, no tiene consecuencias directas en la vida de los ciudadanos. Pero sí que es una anomalía democrática, porque es el incumplimiento de la Constitución. Si hacemos una analogía con el Gobierno de la Nación, nadie entendería que a los cuatro años, cuando se cumple una legislatura, si no se ponen de acuerdo para investir a un presidente siguiera el Ejecutivo anterior. Nadie entendería que eso siguiera funcionando como si nada. Y en el CGPJ está pasando eso: pretenden seguir como si nada. Además, llama mucho la atención por qué no se ponen de acuerdo cuando lo han hecho en los últimos años. ¿Por qué lo que valía hace cinco años no vale ahora?".
El Gobierno y sus socios
"Este mantra del PP de criticar todo lo que hace el Gobierno, no tanto por lo que hace sino por con quién lo hace, es un empobrecimiento del debate político. Creo que los ciudadanos querrían que se hablase de las medidas y de cuáles hacen falta, de cómo se pueden mejorar y no de quién las apoya o quién no las apoya. El PP insiste mucho en que este es el Gobierno que pacta con los herederos de ETA, porque Bildu apoya a veces al Ejecutivo. Pero Bildu no es ETA. Si lo fuera, no estaría en el Congreso, porque en España hay una cosa que se llama Ley de partidos. Es absolutamente hipócrita por parte del PP que se critiquen medidas como el acercamiento de presos por supuestas deudas políticas con Bildu. Cuando eso se ha hecho, lo han hecho todos los Gobiernos, también los del PP, con la diferencia de que ellos han acercado a presos cuando la banda estaba viva y mataba. Y ahora el Gobierno de coalición lo hace con ETA muerta".
El PP de Feijóo
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"Cabía esperar más diferencias de las que estamos viendo entre el PP de Feijóo y el de Casado. Feijóo ha traído una ilusión al partido que Casado nunca llegó a despertar. El gallego era este barón moderado que se parecía al peatón que te ayuda a aparcar el coche diciendo: "¡endereza, endereza!" Era esa especie de Pepito Grillo del PP que, cuando creía que el partido se escoraba demasiado a la derecha, pedía que se revisara el discurso y se moderase, se centrase, para llegar a un espectro más amplio. Pero es más importante lo que se hace que lo que se dice. Y lo que ha hecho Feijóo, en el escaso tiempo que lleva al frente del PP, es permitir por primera vez que la extrema derecha entre en un Gobierno autonómico. Ya ha incumplido la promesa que hizo en su primer discurso como presidente del PP: buscar acuerdos, hacer una oposición útil y no insultar. Dijo que venía a ganar al presidente y no a insultarle, y se están insultando constantemente. Además, Feijóo ha heredado el mismo problema de Casado: que Ayuso va por libre".
La Memoria Histórica
"Llevo desde 2006 cubriendo para El País el tema de la Memoria Histórica y todavía no he entendido por qué genera el ruido que genera. Me ha costado mucho asumir que hay un grupo de personas que es impermeable a la información, que le dan igual los datos y que prefiere vivir en las tinieblas. Y he decidido centrarme en trabajar para los otros, para los que simplemente están confundidos porque les falta información, porque les están confundiendo. La Memoria Histórica no es ni siquiera un tema ideológico, es sobre todo humanitario. Se trata de enterrar en una lápida en la que ponga el nombre y apellidos de la persona que yace ahí. Eso es básicamente la Memoria Histórica. No es, por supuesto, ni reabrir ni la Guerra Civil ni heridas. Es más, es todo lo contrario. Es cerrarlas sin buscar revancha. Las víctimas han hecho sacrificios muy importantes. Nunca han querido tomarse la justicia por su mano y lo que reclaman es perfectamente asumible por una sociedad democrática y decente".
El calendario electoral
"Si hemos aprendido algo en política es que el tiempo corre de otra manera. Por ejemplo, bastó menos de una semana para cargarse al primer líder de un partido elegido en primarias, que era Pablo Casado. El tiempo que queda de aquí a las elecciones de 2023, en política, es una eternidad. Puede pasar literalmente cualquier cosa, porque ya hemos visto que puede pasar lo increíble: una pandemia o una guerra. En cuanto a los actores políticos, Ciudadanos parece amortizado, ese tema está resuelto. La gran incógnita va a ser lo que ocurra en el espacio a la izquierda del PSOE, que está muy dividido y eso hace mucho daño a la izquierda, como hemos visto en Andalucía".