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Pedro Simón: "Con la salud mental somos un país bastante indecente"

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El periodista Pedro Simón (Madrid, 1971) compatibiliza estos meses su trabajo como columnista y reportero en El Mundo con la continuada promoción de su novela Los ingratos, ganadora del Premio Primavera de Novela 2021. En su trayectoria profesional se ha centrado en profundizar en historias relacionadas con los más desfavorecidos, intentando dar voz a realidades que rara vez centran el foco de los medios de comunicación. En alguna ocasión ha expresado con contundencia cuál es su máxima en el trabajo: "No aspiro a salvar el mundo, me conformo con joderle el desayuno a alguien".

Salud mental

"Creo que el país está bien abrochado en lo que tiene que ver con muchas cosas del Estado del bienestar, con una educación razonablemente extendida, sobre todo, y universalizada; con la sanidad... pero en esta cuestión de la salud mental, tengo la sensación de que la tenemos un poco en pañales. No hay nada más pavoroso en este país, seguramente, que tener un hijo o una hija en edad adolescente con un problema de salud mental, porque el sistema te dice que estás absolutamente solo y que solo si tienes 4.000 pavos al mes tienes alguna posibilidad de tener algún tipo de luz en tu vida. Para mí, el nivel de dignidad de un país se mide por cómo trata a la gente que está peor, por cómo trata a los asimétricos, por cómo trata a los desiguales... Y eso tiene que ver con la salud mental y yo considero que ahí somos un país bastante indecente".

Una experiencia personal

"Yo ahora empiezo a escuchar a compañeros que dicen que van al psicólogo con total naturalidad. Hace quince años, tú decías que ibas al psicólogo y casi eras fusilado en el muro público. Mi tío era esquizofrénico. Vivíamos mucho tiempo juntos y a mí me parecía una persona ejemplar por muchas cosas. Mi tío, a mí, desde su esquizofrenia —yo tenía diez años o por ahí— siempre me invitaba a una vida más digna y más bella. Me ponía a Bob Dylan, me hacía leer poemas de Lorca, me enseñaba sus versos con una caligrafía demencial... Y, a mí, todo ese mundo me lo descubrió mi tío. Entonces, a mí me gusta hablar de la salud mental, también, desde la ejemplaridad de los rotos porque creo que hay que cambiar la mirada y no solo hablar de esos estigmas del loco o del asesino o de las páginas de sucesos, sino hablar de gente que hace país, que también educa, que tiene muchísimas virtudes, y que también padece un estigma. Yo levanto una bandera contra eso desde lo personal, porque lo he vivido así".

La salud del planeta

"Considero que si hay alguna prioridad en la agenda desde el punto de vista del racionalismo y de la ciencia, opino que tiene que ver con el medio ambiente. Tengo la sensación de que el planeta se destruye a un 200% y las tiritas que ponemos para que no se destruyan las ponemos a un 20%, con lo cual la cosa yo creo que tiene mal arreglo. Me parece un craso error histórico, que a la izquierda le quitasen la bandera de la cultura del esfuerzo en la educación y se la apropiase la derecha, porque el único lugar donde se restañan las diferencias educacionales es en la escuela pública. Igualmente que a la izquierda le han quitado la bandera del esfuerzo personal en la educación, me parece un error que la derecha haya entregado la bandera del asunto medioambiental porque opino que es un tema que no debería de tener ningún pico ideológico. No hay nada más transversal". 

Los españoles y el cambio climático 

"Tengo la sensación de que en los países nórdicos hay una mayor concienciación sobre este asunto. Echo de menos que esté más presente en la agenda de los medios de comunicación. Lo que sí creo es que si hay un futuro en esto, tiene que ver con la gente joven, una gente joven que es mucho mejor hoy que la gente joven a mi edad, porque traen muchas cosas de serie. Es gente que te viene con la cultura del uso compartido en vez de con la cultura de la propiedad. La gente joven no quiere tener una casa. Prefiere compartir una casa. No quiere tener un coche. Quiere compartir un coche. Eso tiene que ver con un consumo más racional. Es gente que te viene con la cultura medioambiental también de serie. Si hay algo que tiene que ver con una mínima esperanza, aunque cada vez soy más cenizo, considero que tiene que ver con la gente joven".  

Vacunación en España

"La elevada tasa de vacunación en España habla, sobre todo, bien de la gente. Habla bien de la ciudadanía, que igual que a veces nos zurramos a nosotros mismos y decimos que hacemos muchas cosas mal, pues en esto sí que somos marca España. Es curioso que hay muchas involuciones y muchos desaprendizajes que tienen que ver con este ruido cósmico en el que estamos sumidos. Uno de ellos tiene que ver con el negacionismo. A mí me gusta, y me enorgullece mucho, un país y un Gobierno que yo creo que escucha a sus científicos. He oído que el 80% de la gente que estaba ingresada en los hospitales era gente que no se había vacunado. Cada vez sabemos más y tenemos más medios y cada vez los involucionismos y los negacionismos van ganando más partido. A mí esto me desconcierta como sociedad y a lo único que me invita es a irme a mi pueblo todos los fines de semana a beber orujo y a leer a Miguel Delibes". 

La vida post-covid

"Mis amigos psicólogos, trabajadores sociales y gente que curra en ONGs me cuentan que en los temas de salud mental la gente joven lo está pasando supermal. A mí me llama la atención. Vivo en una zona de confort, en Carabanchel, que es un buen barrio. Mi casa es adecuada. Le das al interruptor y hay luz. Hay calefacción. La nevera está llena. Tienes Netflix. Tienes Internet. Hay cuatro portátiles, libros, juegos de mesa… Yo siempre recuerdo chicos a los que he entrevistado de Siria, que han visto cómo degollaban a sus padres, que se asomaban por la ventana y veían a niños destripados, que no podían dormir por el ruido de las bombas. Evidentemente, los muertos todos los tenemos, yo también. Pesan mucho, pero lo digo por tratar de abrir un poco la mirada. Poner las cosas en su sitio y relativizar un poco. Estamos en zonas de confort. Esta misma pandemia en Sudán del Sur es otra historia".

Iglesia y pederastia 

"Dicho sea con toda la ironía del mundo, España es una superpotencia en muchas cosas: en buena gastronomía, en grandes creadores, en moda, en buen clima... y también lo somos, según parece, en la poquísima pederastia que ha habido en la Iglesia. La semana pasada, la Conferencia Episcopal portuguesa decidió que iba a abrir una macroinvestigación del tema de la pederastia en la Iglesia. En Francia, en Canadá, en Australia, en Alemania, en Bélgica... se han reconocido cientos de miles de casos confirmados. En España, milagrosamente, nunca mejor dicho, la Iglesia católica solo reconoce 220 o 230 casos certificados. Todo esto habla del franquismo. Todo esto habla de la cobertura que ha tenido la Iglesia siempre. Habla de esta gerontocracia de resabiados que siempre reaparece". 

Un caso paradigmático

"Cuando yo era joven, en mi instituto, había un depredador de estos, que se llamaba Manuel. Su historia es pública. Salió a la luz unos meses antes de que muriera, hace cuatro o cinco años. Yo a ese tío lo tuve muy cerca. Y en el barrio de Carabanchel, era un héroe. Era un héroe porque era un referente vecinal, porque era un referente en el instituto, porque era un referente en el mundo del fútbol y ahí se acercaban muchos niños. Bajo la sombra oscura de ese hombre crecimos otros. A mí no me tocó, pero he tenido amigos íntimos a los que les destrozó la vida y son tíos que ahora son alcaldes en algunos municipios, son tíos que son catedráticos de universidad, son tíos que son panaderos. Y les ha ido bien en la vida profesional. Pero aquel hombre murió sin recibir ningún castigo por parte de su empresa, por decirlo de una manera que todos nos entendamos".

Una España descentralizada

"Casi siempre que oigo a alguien decir que está en contra de la descentralización me imagino a alguien insolidario. Solo es posible el desarrollo si hay un polo de atracción que haga posible que la gente venga. Yo vivo en Carabanchel y soy de Zamora: ¡Cómo no voy a estar a favor de la periferia!. Solo va a haber gente en esa España que llamamos vacía si hay posibilidades de empleo y hay servicios. Sólo hay futuro en las pequeñas capitales de provincia si hay posibilidades de empleo y hay futuro porque, ahora mismo, están llenas de pensionistas, funcionarios y tres o cuatro caciques que llevan la provincia. Eso hay que quebrarlo, sobre todo, descentralizando y dando oportunidades. Creo que está muy bien asomarse al balcón de los otros desde la periferia. Solo cuando eres de la periferia no te crees el centro del mundo y, de algún modo, te blindas contra cierta gilipollez y considero que eso está muy bien. Por eso están bien las periferias y por eso está bien descentralizar". 

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"Creo que esto pasa ya en la Guerra Civil. Entre otras cosas, por eso las izquierdas perdieron la guerra, porque mientras los trotskistas, los anarquistas, los republicanos, los comunistas estaban allí pegándose de hostias, los golpistas avanzaban con cierta facilidad. A mí me cuesta saber dónde están los míos ideológicamente, porque reniego de cierta izquierda maniquea y cierta izquierda dogmática. Me interesa lo que tiene que ver con la escala de valores más que con las siglas. No tengo una opinión muy formada. Considero que hay cierta izquierda en España a la que le pasa eso que decía José Emilio Pacheco: "Ya somos todo aquello contra lo que luchamos a los veinte años". Entonces, yo creo que hay mucha gente que está en el poder, que tiene que ver también con la izquierda, que ya es todo aquello contra lo que luchó a los veinte años". 

Casado y Ayuso, como personajes

"Todos estos teleñecos que van saliendo en política para mí tienen que ver con estos desaprendizajes de los que hablábamos antes y todas estas involuciones. Opino que en una novela los personajes tienen que tener cuerpo, incluso los malos. Yo no sé si tanto el uno como la otra, para mí, tienen talla literaria. En cualquier caso, diré, con cierta resignación y pena, que de lo que creo que esto habla sobre todo es de la mala literatura política y de los malos lectores, que somos nosotros, y somos los que decidimos quiénes nos gobiernan. Entonces, seguramente tenemos lo que nos merecemos y no deja de llamarme la atención que el debate tenga que ver con dos personas que, para mí, tienen mucho que ver con algo que no me interesa absolutamente nada, que es el ruido".

El periodista Pedro Simón (Madrid, 1971) compatibiliza estos meses su trabajo como columnista y reportero en El Mundo con la continuada promoción de su novela Los ingratos, ganadora del Premio Primavera de Novela 2021. En su trayectoria profesional se ha centrado en profundizar en historias relacionadas con los más desfavorecidos, intentando dar voz a realidades que rara vez centran el foco de los medios de comunicación. En alguna ocasión ha expresado con contundencia cuál es su máxima en el trabajo: "No aspiro a salvar el mundo, me conformo con joderle el desayuno a alguien".

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