MAR y su dificultad para contar la verdad Pilar Velasco
Jiménez y Losantos
El marcianito de EsRadio ha abducido a Iker Jiménez. Rinconete y Cortadillo: duelo en la cabeza de un alfiler. El martes, el paranormal del periodismo fue a chez Losantos a hablar de lo suyo. Iker, de profesión danólogo. «Pocas veces ha habido una campaña tan absolutamente salvaje y, además, aparentemente injustificada, como la que te han hecho a ti». El invitado asiente sabiendo que el artífice de la cacería del doctor Montes y el comisario Ruiz es perito en la materia. Iker saca sus galones: fuimos a donde no había luz y vimos, con nuestro superpoder de ver en la oscuridad, cómo se desencadenaba el frenesí del pillaje: gente con radiales —la clásica herramienta pesada que no hay ni que enchufar— «rasgando los cajeros automáticos» (sic) y patrullas ciudadanas para defender a las mujeres (Irene Montero, chúpate esa). «Compañeros, esto es como si en un mismo sitio caen cinco bombas de Hiroshima». Lo reconozco: habría que estar loco para dudar de un testimonio tan reposado. «¡Es la purga!»
Losantos contraataca: la culpa no es del cambio climático, sino de Franco, que se murió y dejó de hacer pantanos. ¡Caramba! Al de Teruel todo le recuerda al 11M y piensa que Sánchez no mandó al ejército porque sus socios se hubiesen cabreado al ver tanto uniforme con banderita rojigualda. El argumento, lo reconozco, es de orfebrería: Óscar súbito en la categoría del churrimerinismo. Losantos asegura que la UME estaba a un tris de intervenir, pero que no la dejaron. Lo dice, imagino, con alegría: en la hemeroteca de Libertad Digital encontrarán, sin mucho esfuerzo, los empujoncitos que el Minúsculo Turolense arremetía contra la «unidad fetiche» y el «capricho» de Zapatero, otro socialista autócrata (valga la redundancia) empeñado en montarse su propio «ejército de la señorita Pepis».
Federico insiste en responsabilizar a los ecologistas, cuyo empeño por la naturalización de los cauces los convirtió en dinamita. «Se va creando un tapón y cuando por fin estalla no es un disparo: es un exFplosivo». La ETA y el coche bomba ya tienen sucesor
En fin, la alegre comparsa discutía si era más importante el antes o el después: si el aviso o la gestión. Metafísico estáis, amigo Sancho. Lo que es seguro, en opinión del filósofo del Tremedal, es que el plan hidrológico de Aznar hubiese solventado todos los problemas del cosmos (chúpate esa, ZP). «El barranco del Poyo es menos de lo que cobra Broncano», sentencia el locutor mezclando magnitudes. Iker recoge el guante: «Había sillares como este estudio, del siglo XIX, de esa piedra de cuando las cosas se hacían como tenían que hacerse (¿en el paleoproterozoico?) que tenían un agujero como esta mesa de grande». Los geólogos del mundo no dan crédito: el colosal sillar decimonónico gana enteros para sustituir al yeti en el ránking de criaturas mágicas. Federico insiste en responsabilizar a los ecologistas, cuyo empeño por la naturalización de los cauces los convirtió en dinamita. «Se va creando un tapón y cuando por fin estalla no es un disparo: es un exFplosivo». La ETA y el coche bomba ya tienen sucesor. «Eso se sabía».
Aprovechando la verónica, Susana González, subdirectora del programa, salta al ruedo con una pregunta de lo más razonable: «Te suelen llamar conspiranoico, ¿crees que esto es un antes y un después? ¿Que suene una alerta y nos obliguen a meternos en nuestras casas y que si salimos la culpa sea del individuo?». ¡Qué bien hablar! Uno se imagina la escena: —Señora, este edificio está incendiado, no puede pasar. —¡El Estado no tiene por qué meterse en mis quemaduras de tercer grado! Orwelliano, tío.
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Carmen Alonso - 2
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