‘Autodefensa’: drogas, sexo, fiestas e Instagram

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La conversación que definía la serie Girls se producía en el primer episodio entre Lena Dunham, que interpretaba a la aspirante a escritora Hanna y sus padres, que venían a cortarle el grifo del dinero, ante lo que ella suplicaba:

– “¡Pero si soy la voz de mi generación!”.

– “…”.

– “Bueno, vale, soy una voz en una generación”.

Algo parecido le ocurre a la serie Autodefensa, la que ha desatado encendidos elogios y acalorados reproches. Pablo Iglesias la calificó de “puta maravilla” y el crítico Carlos Boyero escribió en su columna de El País que se trata de una “gilipollez con pretensiones”, “imbécil, inútilmente arrogante, sonrojantemente feminista” sobre “dos necias sin remedio”.

Dos amigas en Barcelona

Autodefensa, tercera producción original de Filmin, muestra una voz en una generación. En tono de comedia y con mucha neurosis, dos amigas que viven juntas en Barcelona tratan de comenzar una carrera con algo de vértigo y muy poca vergüenza. Mientras, tienen sexo, toman drogas, van de fiesta y sufren ataques de ansiedad.

Autodefensa es autoficción. No va de abanderada de la juventud o de las mujeres, cumple con su papel, abrirnos la puerta a la parte más privada y a veces a la menos favorecedora de las vidas de dos chicas, su entorno o sus reflexiones. O a una aproximación artística de ello.

Color y estilo

Lo hace con soltura estilística. Tratamiento de la imagen con un color saturado, casi quemado, cámaras pegadas a las protagonistas, como si no cupieran en la habitación, discrepancias entre el audio y la imagen o multitud de juegos casi de videoclip musical.

El formato contiene aportaciones interesantes, como una duración de los episodios novedosa, aprovechando perfectamente las ya no tan nuevas formas de ver las series. Si la historia de una entrega pide diez minutos, sea, si pide el doble también vale.

Muchos de los episodios son pequeños ejercicios de estilo con una estructura que nace y muere con ellos. Un esfuerzo que hace que ver la serie mantenga todo el tiempo cierta tensión que le da no ser previsible. Lo mismo ocurre con la cabecera, que se renueva cada vez.

Autorretrato sin contemplaciones

Y luego está el contenido. Las creadoras e intérpretes de la serie, Berta Prieto y Belén Barenys, se han hecho un autorretrato cañero. Se presentan sucias, resacosas, drogadas y con una vida sexual disfuncional. Como docenas de películas y series que hemos visto, pero con la crudeza de la autoficción. Ese verismo que nos grita que esto está pasando.

Desde Beavis y Butt-Head o la película de Kevin Smith Clerks en los noventa, muchas obras retratan a una juventud vulgar, sin expectativas, nihilista y con ganas de juerga. Girls pasó el protagonismo a las mujeres, que en las comedias solían ser retratadas hasta entonces como más sensatas y estructuradas que los brutos o infantiles hombres.

Mujeres jóvenes vistas por sí mismas

Resulta que no, cuando las mujeres han empezado a contar sus juventudes el retrato de sí mismas es mucho más crudo. Hace dos años, la guionista Michaela Coel creó la serie Podría destruirte. Presentaba allí una versión ficcionada de su propia violación. También se describía a sí misma como pérdida entre ansiedad, ego o la falta de control por el consumo de sustancias.

En esta ocasión, la serie de Filmin ha partido de un vídeo de Instagram de julio de 2021, en el que Berta Prieto y Belén Barenys pasaban unos días en Peñíscola y Benicarló. Estaban apurando las juergas postpandemia con cierto miedo a ser encerradas de nuevo.

El cineasta Miguel Ángel Blanca, unos años mayor que ellas y ex integrante del grupo musical barcelonés Manos de topo, vio el vídeo y quedó con las amigas. Ese mismo día pensó en el concepto de la serie. Seguiría sus andanzas y problemas sin dramas. Barenys es conocida por su propia carrera musical como Memé y por ser corista de su prima, Rigoberta Bandini. Prieto ya había trabajado como actriz y se presenta como dramaturga.

El equipo se puso a trabajar sin título, que surgió cuando el material ya estaba en montaje y Berta Prieto pensó en Autodefensa como explicación de su comportamiento. ¿Defensa ante qué?, le preguntan a menudo. Barenys y ella contestan que no es ante nada en concreto, es algo difuso, ante toda su situación.

Ser queridas contando sus miserias

Para muchos espectadores la serie es infumable, básicamente porque sienten que glorifica a sus protagonistas, dos narcisistas cargantes con demasiado tiempo libre. Creo que es fácil ver que las actrices se inmolan, si bien con la intención general de ser queridas, atreviéndose a exhibir sus ridículos y momentos patéticos.

Se alternan reflexiones sencillas, divertidas y egocéntricas con momentos más políticos. Tan pronto Belén dice que si borraran su Instagram después de morir sería como no haber vivido como se hace una denuncia del machismo nada micro dentro del mundo de la cultura supuestamente progresista.

A veces la burla de sí mismas es obvia como cuando llaman a pedir perdón a la gente a la que han hecho daño, y otras parece que no están seguras de si caen bien o resultan estomagantes.

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Al verla en atracón, cuando salía a la calle la tenía fresca en la cabeza y pensaba que me vería encantada una autoficción parecida de casi todas las personas con las que me cruzaba. El repartidor de Amazon, la señora mayor que sale del portal de punta en blanco, el conserje que pasa varias horas al día controlando su calle y su edificio.

Si nos abrieran la puerta, como las protagonistas de Autodefensa, a la intimidad más descarnada, sería un ejercicio enriquecedor repasar las contradicciones y vicios de cualquiera.

Mientras tanto, las valientes que se han expuesto son ellas, y los tres creadores han sido ya nominados a los premios Feroz al mejor guion y mejor serie. Su retrato del desasosiego y la vitalidad de una parte de la juventud no deja indiferente. Y, por supuesto, la crítica tan ofendida y destemplada de Boyero ha sido utilizada como propaganda para promocionarla.

La conversación que definía la serie Girls se producía en el primer episodio entre Lena Dunham, que interpretaba a la aspirante a escritora Hanna y sus padres, que venían a cortarle el grifo del dinero, ante lo que ella suplicaba:

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