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‘Disclaimer’, la serie de Alfonso Cuarón para exponer al fiscal que llevamos dentro

Cate Blanchet encarna a una mujer de éxito que recibe un libro en el que se expone una vivencia que ella creía ya ocultada para siempre. La revelación cambia su matrimonio y desvela que en alguna parte hay quienes no dan por cerrado el asunto.

Largo proceso de adaptación de una novela

Ya antes de su monumental película Roma, Cuarón se hizo con la novela del mismo título de la serie, que en español se tradujo como Observada de la británica Renée Knight. El libro fue el primero de su autora, que se dedica principalmente, como la protagonista de esta serie, a dirigir documentales.

El título se traduce como la advertencia de descarga de responsabilidad que acompaña a libros y películas en la que se señala que cualquier parecido con personas o hechos reales es mera coincidencia.

Cuarón llegó al libro antes de que se publicara, aunque tardó mucho en decidir qué forma darle. Además de la adaptación, en el proceso se hicieron numerosas reescrituras en las que participó de forma muy destacada Cate Blanchet. 

Colaboración de los actores en el guion

También Sacha Baron Cohen, el mítico Borat, que interpreta a su esposo, tuvo parte en estas nuevas versiones del guion. Añadió una línea del primer episodio: “Estoy encantado de ser tu más uno” referida a su papel de acompañante a una esposa más importante que él. 

De esta manera, cuando ella es pillada en falta, él puede por fin ocupar el papel de alfa. Baron Cohen hizo esta aportación en su convicción de que las personas sádicas y crueles a veces se amparan en ser moralmente virtuosas, según declaró a Paul McGuire Grimes.

Tremendos Kevin Kline y Lesley Manville

Kevin Kline es otro de los actores principales. El oscarizado intérprete no se había dejado ver desde La bella y la bestia en 2017. Según contaba Blanchet en la presentación de la serie en el Festival Internacional de Cine de Toronto, “el nombre en la profesión de Kevin Kline es Kevin Decline (rechazo)” por su fama diciendo que no a la mayoría de propuestas.

Uno de los atractivos de la serie es volver a verle, y además en muchas escenas junto a la excelente Lesley Manville, la última princesa Margarita de The Crown, uno de los papeles de su amplísima carrera.

Jóvenes y brillantes intérpretes

Los actores jóvenes están igualmente impecables. Leila George y Louis Partridge tienen que componer sus personajes y añadirles una potente carga sexual que actualiza la fuerza y el erotismo del cine negro de los ochenta. 

El australiano Kodi Smit-McPhee tiene un personaje que va pasando de invisible a relevante. Por supuesto, el joven, que ya tiene una nominación al Óscar por El poder del perro y ha destacado en un buen número de películas, lo resuelve con solvencia.

Un reparto tan lujoso como ensamblado bajo la batuta de uno de los grandes directores de cine actuales, firmante de Gravity, Hijos de los hombres o Y tu mamá también.

Rico juego de narrativas

Cuarón explica en una entrevista con Paul McGuire Grimes que hay varias temáticas en este título, pero que la principal es la narrativa: “cómo la narrativa juega con nosotros, el efecto de la narrativa y cómo nosotros creamos narrativas constantemente” señala.

Esta reflexión ha vertebrado su propuesta. Para ello contó con su más antiguo colaborador, el director de fotografía también mexicano Emmanuel Lubezki, Chivo. Otra gran estrella en su campo, que ha trabajado con los hermanos Coen, Mike Nichols, Tim Burton o Alejandro González Iñárritu. Entre otros premios atesora tres Óscar de la academia estadounidense.

Diferentes puntos de vista en guion y en imagen

Cuarón y Lubezki comenzaron a organizar el estilo visual desde sus primeras conversaciones. El juego de las narrativas es esencial también en las imágenes. Hay tres narradores con voz en off, en primera persona, en segunda y en tercera. Y a cada perspectiva del relato le corresponde una mirada y un estilo fílmico. 

La primera persona corresponde al personaje interpretado por Kline. La segunda persona es menos frecuente en cine y literatura y en este caso la emplea el personaje de Blanchet distanciándose de si misma. 

Ojos distintos para voces distintas

El propio Lubezki propuso que para diferenciar más aún el estilo en partes había que contar con otro director de fotografía y tanto Cuarón como él coincidieron en elegir a Bruno Delbonnel, responsable de la película Amelie.

Delbonnel se encargó de las partes narradas en tercera persona, las relacionadas con personajes cercanos a la vida de la protagonista, como su esposo, Sacha Baron Cohen. Y a estas voces se añade según Cuarón la versión del libro que aparece en el centro del drama.

La narrativa definitiva la pone la audiencia

Pero la pretensión del director es que la narrativa definitiva sea la de cada espectador o espectadora. La forma de dosificar la información pretende jugar con las ideas preconcebidas y prejuicios de la audiencia durante el visionado. 

En la Presentación de la serie en el Festival de Toronto, Cuarón explicaba que fue clave para él la preocupación porque la serie se pueda ver dos veces “y que cuando la veas por segunda vez no descubras una nota falsa”.

No hay que creer todo lo que se ve

Blanchet coincide en el juego de ambigüedad del relato. En Toronto señaló que “la idea central es que no todo lo que ves es real y todos estamos interpretando una idea de la realidad”. 

La actriz destaca también que ha tenido que componer su personaje de una manera más pasiva que en otras ocasiones, ya que la audiencia la tiene que conocer por lo que dicen las miradas y opiniones de los demás. Por supuesto ella resuelve esta dificultad sobresalientemente, desde el shock y la perplejidad.

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Esta dilación al conocer los hechos lleva a que según la actriz “para saber cuál es el viaje del héroe que se está contando tienes que ver la historia hasta el final”. Y añade: “En un mundo en el que hacemos muchos juicios rápidos esta historia te anima a hacer juicios rápidos, pero puede ser que a suspender esos juicios hasta el final”.

La serie, que en la cabeza de Cuarón es una película más, resulta un poco exasperante mientras se ve. Percibimos que se nos está manipulando y se genera cierta impaciencia por saber la verdad y dejar de ver relatos de parte que la escamotean. Este juego mental con la audiencia es en el que reside la gracia del asunto, claro. 

En si somos capaces de aplicar el concepto de la filosofía griega, especialmente de los escépticos, de epojé. Una suspensión del juicio, un estado de paréntesis en el que recibimos información sin negar ni afirmar nada sobre ella. Una actitud para ser, si no simples testigos, al menos más jueces que fiscales de los personajes.

Cate Blanchet encarna a una mujer de éxito que recibe un libro en el que se expone una vivencia que ella creía ya ocultada para siempre. La revelación cambia su matrimonio y desvela que en alguna parte hay quienes no dan por cerrado el asunto.

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