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‘Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menendez’, un crimen contado de forma entretenidísima e irresponsable

Fotograma de ‘Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menendez’.

José y Kitty Menendez fueron asesinados por sus hijos una noche de 1989. El crimen lo tenía todo para convertirse en el acontecimiento morboso del momento. Dos hijos insustanciales y caprichosos, vestidos como la parodia de un pijo, matando a sus propios triunfadores padres, un alto ejecutivo y su esposa, en una mansión de uno Beberly Hills.

Tenía que ser Ryan Murphy quien revisitara el crimen. Este guionista y productor tiene el secreto de la televisión popular. Sabe enganchar como pocos, ya sea en comedia adolescente musical, como fue Glee, en terror como con American Horror Story o en recreación de crímenes reales.

Ryan, experto en ficcionar crímenes con tirón

Su primera incursión en este género fue con El pueblo contra O. J. Simpson, caso que toca por la tangente en esta nueva historia. Ha hecho miniseries sobre el asesino de Gianni Versace y sobre el asesino en serie Jeffrey Dahmer. Sus títulos han gozado cada vez de más éxito. Ya está preparando una nueva producción sobre otro asesino múltiple, esta vez de los años cuarenta y cincuenta.

Murphy prima el entretenimiento en sus historias y juega con material inflamable. Ha tratado casos en los que los familiares de las víctimas están vivos y se pueden reabrir heridas con propósitos inciertos. 

Jugar con la imagen de víctimas y culpables

En esta producción de nueve episodios ha ido un paso más allá en la frivolidad con la que se acerca a un crimen. Ha jugado alegremente con la imagen de los cuatro participantes, asesinos y asesinados. 

En este caso toda la enjundia judicial se basa en el móvil del crimen. No se ha podido determinar si los hijos, que mataron sin ningún género de duda a sus padres, son unos psicópatas codiciosos o si fueron víctimas de terribles y constantes abusos de su padre con la complicidad de su madre. Y si este maltrato les llevó a pensar que no tenían escapatoria de su situación.

El fiscal está revisando el caso

Los hermanos han estado encarcelados durante casi 35 años y recientemente, el pasado día 3 de octubre, el fiscal del distrito de Los Ángeles ha anunciado que está revisando el caso

Esta serie, un documental también de Netflix y una activa campaña en Tik tok parecen haber reavivado el debate sobre la importancia de los abusos y la credibilidad de las víctimas. El detonante judicial ha sido el nuevo testimonio de un hombre que alega haber sido violado en su adolescencia por parte del asesinado José Menendez.

Una historia eficazmente contada

Respecto a esta miniserie, resulta totalmente absorbente. El caso es intrigante desde el origen. Los protagonistas, tanto padres como hijos, impactantes, y los cambios de perspectiva a lo largo de los episodios, mantienen el estupor minutos y minutos.

Los actores que interpretan a los hijos, Nicholas Alexander Chaves y Cooper Koch bordan el reto de hacer dos series en una. En una parte del metraje representan a dos inútiles sin alma y en la otra interpretan un intenso drama en el que son víctimas rotas por haber crecido en un entorno imposible.

Javier Bardem borda su personaje

Javier Bardem está imponente tanto en su presencia física, perfecta para el personaje como en una interpretación natural y nada recargada y en su manejo del inglés y del español cubano. Este es su primer personaje relevante en una serie, pero no su primera colaboración con Murphy, para quien trabajó en Come, reza, ama

Junto a él Cloë Sevigny interpreta a Kitty. Sevigny comenzó siendo chica de moda con estilo como adolescente y floreció con una impresionante carrera en cine y televisión. También ha trabajado ya con Murphy. En su caso en la serie American Horror Story, en Asylum, y recientemente como un cisne de Capote en la serie sobre el escritor y sus amigas. Una vez más dota de carisma inquietante a su personaje

Un ritmo constante de puntos de interés

Además de sus estupendos actores, la serie tiene un ritmo adictivo. Los nueve episodios no paran de ofrecer novedades, cambios de tono que impiden que digamos: “Vale, visto, ya sé suficiente sobre esto”.

Lo hace con un guion que exhibe oficio, pero también lleno de trampas. Las dos hipótesis que se afrontan en este caso judicial son un crimen por terror y venganza o bien el más frio asesinato por avaricia de dos desaprensivos no muy listos.

Cambio en el trato a las víctimas de abusos sexuales

Los guionistas se han documentado para el tema. Han afirmado haber pasado años recopilando información. Y han manifestado que querían centrarse en cómo ha mejorado en estos años el tratamiento del abuso sexual, especialmente hacia varones. Antes se consideraba ridículo ver a un hombre llorando en público denunciando este maltrato.

Siendo así es todavía más superficial el tratamiento. Si los guionistas han llegado a creer que los abusos fueron reales, no tiene justificación que tras convencer a la audiencia de que existieron, jueguen a que pudieron ser una invención.

El efecto ‘Rashomon’

Han planteado el guion como una especie de relato Rashomon. Se conoce así a un recurso empleado en la película del mismo nombre de Akira Kurosawa. Un incidente violento era contado sucesivamente desde la perspectiva de cuatro personajes mostrando que la verdad no se encuentra en un solo punto de vista.

El problema es que Rashomon y los relatos que utilizan esta técnica enriquecen los hechos que se cuentan con las sucesivas versiones o desmontan falacias. En esta serie se arrojan las versiones sin otro propósito que mantener el asombro. Perfecto en una ficción, muy discutible si afecta a personas vivas.

Los hermanos Menendez y su entorno se han mostrado disgustados con el tratamiento recibido por la serie. Erik ha dicho que no concibe que Murphy haya podido ser tan inexacto sin mala fe. Otros familiares han llamado a la serie “asesinato de personajes”

‘Los hermanos Menendez’, un documental más objetivo sobre los hechos

Para hacerse una idea más realista sobre el caso, la propia Netflix ofrece el documental Los hermanos Menendez del eficaz documentalista argentino Alejandro Hartmann. El punto fuerte de la pieza son las entrevistas de audio con los dos hermanos, las primeras que conceden en treinta años.

El reportaje puede ser de parte al contar con la colaboración de los homicidas, pero ofrece otros testimonios destacados, como miembros del jurado del primero de los dos juicios que se produjeron o la fiscal del caso en esa primera cita en tribunales y varios familiares de víctimas y culpables. 

Dos visiones a la hora de contar el caso

Añade más claridad al contar los hechos que la serie de Murphy. Hartmann ha dicho en Yeite de los casos criminales que investiga que “nadie que esté implicado en situaciones violentas es indemne. Hay algo que lastima y toca a todos. Es como una mancha venenosa la violencia. A todos los que participan en una investigación de este tipo, al fiscal, a todos, se les caga la vida”.

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Murphy, por su parte, habla en otro tono. Tras presentar seis programas distintos estrenados en un mes, —debe ser un record—, ha declarado a The Hollywood reporter: “No voy a ver el documental porque no me interesa nada más de los Menendez (…) Yo estaba contando una historia más grande, una historia cultural, no estaba biografiándoles”. Y ha añadido que los hermanos “deberían estar enviándome flores” por la atención que ha atraído sobre ellos.

La fórmula Netflix de ficción y documental

Netflix sabe que ante un éxito basado en hechos reales parte de la audiencia va a investigar qué detalles son más fieles a la realidad o cómo eran los protagonistas. Por eso su fórmula de serie y documental ha sido repetida varias veces. 

Las y los espectadores ya no tienen que salir a buscar, la propia plataforma les proporciona esa investigación y de paso consigue unas horas extras de fidelidad en este mercado de la atención en el que compite. Este sistema puede tener la consecuencia de una falsa sensación de conocer la verdad de unos hechos complejos.

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