El 21 de mayo de 2020, en el Boletín Oficial del Estado se publicó una orden ministerial que establecía la obligatoriedad de las mascarillas. Desde ese momento, dicha prenda se convirtió en el máximo aliado de todos para luchar contra el contagio y, pese a las molestias que a muchas personas pudiera llegarles a acarrear su uso, la gran mayoría terminó por acostumbrarse y lo incorporó a sus enseres cotidianos. Tanto es así que, según psicólogos como Jorge Lareo del Instituto Psicológico Cláritas, algunas personas han podido llegar a desarrollar una especie de dependencia a la mascarilla. Es lo que muchos profesionales han convenido en denominar Síndrome de la cara vacía y, aunque Lareo insiste en que no se trata de ningún trastorno ni enfermedad mental que aparezca en los manuales, también advierte que se han detectado, especialmente después de que el Gobierno eliminara la obligación de protegerse con mascarilla en los espacios abiertos, un número creciente de casos que comparten unos síntomas parecidos y que pueden englobarse en ese miedo a retirarse la prenda. Pero, ¿por qué alguien puede llegar a padecer el síndrome? Y no solo eso: ¿cuál es la sintomatología? Y, una vez diagnosticada, ¿cómo puede tratarse?
Por definirlo brevemente, el psicólogo Jorge Lareo entiende el síndrome como “un conjunto de síntomas que se están disparando entre las personas de carácter ansioso ante el hecho de quitarse la mascarilla y mostrar la cara”. Insiste en que “no tiene evidencia científica porque se trata de algo muy reciente, pero que el término es útil para ubicar todos esos síntomas y darles solución”. Se trata de una alteración que puede tener dos orígenes. “Por un lado”, apunta, “puede tener que ver con un miedo de carácter obsesivo y descontrolado al contagio”. Sin embargo, el ‘Síndrome de la cara vacía’ también puede emanar del temor a mostrarse de nuevo socialmente: “Hemos pasado mucho tiempo resguardados tras la mascarilla y algunas personas pueden haber desarrollado un rechazo a mostrar sus rasgos faciales y expresiones”. Los síntomas que aparecen en cada una de las vertientes pueden ser parecidos, pero el tratamiento que se les aplica ha de ser distinto.
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Normalmente, las personas más proclives a desarrollar un síndrome como este son las que ya sufrían algún tipo de patología psicológica anteriormente. “Los perfiles ansiosos, por ejemplo, podrían experimentar síntomas del ‘Síndrome de la cara vacía’ con más facilidad que las demás”, subraya Lareo. Pero, ¿cuáles son esos síntomas? Sobre todo tienen que ver con los cuadros ansiosos y el miedo. “Además”, completa, “en este tipo de casos también son frecuentes las conductas evitativas”. Estas se evidencian entre aquellos perfiles que han desarrollado miedo o ansiedad con respecto a exponerse sin mascarilla y a las relaciones sociales: “En esos casos es muy fácil que dejen de salir para no tener que verse en el compromiso de mostrarse, que abandonen a sus círculos de amigos, etc”. Por último, el psicólogo avisa de que, aunque es menos común, este tipo de síntomas pueden llevar a los afectados a un aumento en el consumo de alcohol u otras sustancias para tratar de sobrellevar la angustia y el estrés que les generan las situaciones a las que se exponen.
Terapia: pasar de la evitación al enfrentamiento
“En todo lo que tiene que ver con la ansiedad y las fobias”, resuelve Lareo, “el objetivo es pasar de la evitación al enfrentamiento”. Para ello, una de las terapias que más se utilizan en la actualidad es la cognitiva conductual, que se enfoca, por un lado, en atacar esos miedos, esos pensamientos irracionales y, por otro, en enfrentar las conductas de evitación de las que habla el psicólogo, es decir, en ayudar al paciente a plantar cara —siempre de menos a más— a las situaciones que le provocan más estrés. “Eso sí”, concluye, “es muy importante tener en cuenta qué origen tiene cada caso”. La terapia será muy distinta si hay que enfrentar un perfil de miedo extremo al contagio, o si hay que trabajar con un miedo a la exposición, una baja autoestima o un mal concepto de uno mismo: “Lo importante es no quedarse en la superficie y buscar los problemas anteriores que pueda haber debajo de ese ‘Síndrome de la cara vacía”.
El 21 de mayo de 2020, en el Boletín Oficial del Estado se publicó una orden ministerial que establecía la obligatoriedad de las mascarillas. Desde ese momento, dicha prenda se convirtió en el máximo aliado de todos para luchar contra el contagio y, pese a las molestias que a muchas personas pudiera llegarles a acarrear su uso, la gran mayoría terminó por acostumbrarse y lo incorporó a sus enseres cotidianos. Tanto es así que, según psicólogos como Jorge Lareo del Instituto Psicológico Cláritas, algunas personas han podido llegar a desarrollar una especie de dependencia a la mascarilla. Es lo que muchos profesionales han convenido en denominar Síndrome de la cara vacía y, aunque Lareo insiste en que no se trata de ningún trastorno ni enfermedad mental que aparezca en los manuales, también advierte que se han detectado, especialmente después de que el Gobierno eliminara la obligación de protegerse con mascarilla en los espacios abiertos, un número creciente de casos que comparten unos síntomas parecidos y que pueden englobarse en ese miedo a retirarse la prenda. Pero, ¿por qué alguien puede llegar a padecer el síndrome? Y no solo eso: ¿cuál es la sintomatología? Y, una vez diagnosticada, ¿cómo puede tratarse?