Cinco años después de 2020 Cristina García Casado
Hay que parar el partido, hay que educar a la gente
Es la primera vez que titulo algo con la frase de un futbolista. “Hay que parar el partido, hay que educar a la gente” lo dijo Xavi Hernández este lunes tras los bochornosos insultos racistas al jugador del Real Madrid Vinicius Jr. en el Mestalla en Valencia. Lo dijo el día en que la Marca España era “#racism” en todo el mundo. El día en que en este país había gente más ofendida por que le llamen racista que avergonzada de serlo.
Este mes electoral, cuatro hombres han matado a cuatro mujeres en 20 días. Hace poco en un bar escuché negar la violencia de género a alguien que no es un político de ultraderecha, pero les va a votar. Pensé que les votaba porque no sabía, pero les vota porque se lo sabe todo, el argumentario completo: “los inmigrantes delinquen más, en cualquier momento te ocupan la casa, decir algunes es una estupidez, es que son cosas de sentido común”.
El jueves pasado cubrí un mitin del expresidente Mariano Rajoy que tornó en un club de la comedia de los de antes. Dijo y cito: “Hay que solicitarles a las señoras ministras un poquito de finura, que esto no se arregla a estacazos”. Recalcó con sorna señoras y pronunció con retranca ministras. “Finura”, adjetivo calificativo de la buena mujer. Y a la gente, militante y no, le hizo mucha gracia. Me sentí una isla.
Una campaña que no atiende el racismo, el machismo, la violencia de género y la salud mental juvenil no sirve a nadie, no deja nada. Hay que parar el partido, hay que educar a la gente
Las noticias sobre las tremendísimas palabras que pronunció Emiliano García-Page acerca de la vida sexual de sus hijos se han titulado como “polémica”. “Polémica” siempre me ha parecido una de las palabras cobardes del periodismo. En las declaraciones del presidente manchego hay tantas capas del machismo en el que hemos crecido y vivimos que darían para una columna ad hoc con minucioso análisis sintáctico. Dijo que su hijo era “de esos de raza”, que “hace las prácticas” mientras su hermana “estudia el cuerpo humano” en Medicina. Y remató sugiriéndole a ella un novio a su gusto.
Nada de todo esto es inofensivo. Nada de todo esto es un chascarrillo, una anécdota. Lo saben, por ejemplo, quienes intentan dar charlas educativas en los institutos y se encuentran con el negacionismo de alumnos y, a veces, de profesores. Se está considerando “ideológico” (sic) educar en derechos humanos, intentar corregir mínimamente una sociedad que es cruelmente machista, racista, clasista, xenófoba, capacitista. Intentar que haya menos acoso, menos agresiones, ninguna muerte.
Se han suicidado otras dos adolescentes y tampoco han parado el partido. No estamos yendo hacia ningún lugar bueno. Están pasando todo el tiempo cosas insoportables. Y la campaña electoral sigue con sus viejas formas, que solo dejan de pasar desapercibidas para la mayoría cuando se deslizan hacia el esperpento. Cuando hay un meme, una estupidez más alta que la otra. Una campaña que no atiende el racismo, el machismo, la violencia de género y la salud mental juvenil no sirve a nadie, no deja nada. Hay que parar el partido, hay que educar a la gente.
Lo más...
Lo más...
Leído