Cinco años después de 2020 Cristina García Casado
Feijóo y el contrabando de la verdad
Llegamos a la absurda jornada de reflexión y tengo que confesar (una vez más) que me equivoqué: las campañas electorales sí sirven. Ni tú ni yo sabemos qué ocurrirá este domingo, pero ambos debemos reconocer que hace dos semanas no podíamos imaginar la montaña rusa que nos esperaba. El cara a cara del que Feijóo salió eufórico y Sánchez noqueado; ese goteo de pactos PP-Vox que ha ido desvelando toneladas de hipocresía; la desfachatez del líder popular al desnudar Silvia Intxaurrondo sus mentiras sobre las pensiones; el debate a tres con Feijóo ausente y dolorido… Y este viernes visita a casa de su admirado Carlos Herrera, de la que han salido dos evidencias: que sabía que su amigo Marcial Dorado era delincuente (pero poco) y que la economía no es lo suyo. ¿Te imaginas que todo esto fuera al revés?
De verdad, intentemos ese ejercicio. Desde el PP y sus potentes baterías mediáticas pregonan como argumentario que el asunto de la amistad de Feijóo con el narco Marcial Dorado no tiene la menor importancia: “al no haber entonces Internet ni Google…”, desconocía las andanzas del colega, y todo esto “sale” ahora porque la izquierda quiere ensuciar. ¿Te imaginas que Pedro Sánchez se hubiera paseado en el yate de un narcotraficante, hubiera mantenido una amistad de años con él y se hubiera negado a dar cualquier explicación sobre negocios del ínclito con el gobierno al que pertenece? (pincha aquí). Piensa por un momento que este viernes, como ha hecho Feijóo en la COPE, hubiera soltado Sánchez que sí, que bueno, que sabía que era contrabandista, pero no narco… Vamos, que sí que era “un poco” delincuente. Coincidirás conmigo en que Sánchez no encontraría agujero suficientemente hondo para esconderse.
¿Te imaginas que Pedro Sánchez se hubiera paseado en el yate de un narcotraficante, hubiera mantenido una amistad de años con él y se hubiera negado a dar cualquier explicación sobre negocios del ínclito con el gobierno al que pertenece?
Pero además ha vuelto Feijóo a lanzar sentencias en materia económica que sólo pueden obedecer a la ignorancia o a la intención de engañar (dos rasgos no incompatibles). “España no puede rebajar el déficit en 13.000 millones en un año”, sostiene. Oculta o no sabe que España redujo el déficit en 30.000 millones en 2021, y en otros 19.000 en 2022. Casi 50.000 millones en los últimos dos años (pincha aquí). Pero Feijóo prefiere seguir pregonando bajadas de impuestos y preparar el terreno para volver a los recortes con la excusa del “gigantesco déficit” y la “enorme deuda”. ¿Te imaginas que Yolanda Díaz no acertara ni de lejos la cifra de parados, con o sin fijos discontinuos?
Sí, la campaña ha sido muy útil, al menos para confirmar algunos detalles "no menores" (que diría Rajoy): Feijóo no tiene una propuesta económica sólida ni rigurosa, mantiene una opacidad sobre sus ingresos y sus amistades peligrosas incompatible con la transparencia exigible a un candidato a la presidencia del Gobierno y tiene como socio (vergonzante para él) a un señor antieuropeísta, que niega el cambio climático y la violencia machista y que anuncia, ufano, que Cataluña volverá a estallar en cuanto las derechas entren en La Moncloa.
Ya termino. ¿Has visto en qué ha quedado esa infamia del ‘que te vote Txapote’? PP y Bildu han unido sus votos (por unas horas) para repartirse las presidencias de las once comisiones municipales del ayuntamiento de Vitoria (pincha aquí).
Es lo que hay. Votemos.
P.D. Algún día tendremos que analizar con detalle el asunto de las encuestas, trackings y sus efectos en el electorado. De entrada te avanzo: creo que habría que levantar la prohibición del conocimiento público de los sondeos hasta el final de la campaña. Eso sí, exigiendo a toda empresa encuestadora y a los medios que las publican mucha más transparencia con su método, sus microdatos y, fíjate, hasta la demostración de que existen. Ahí lo dejo.
(Aquí puedes leer las entregas anteriores de 'Diario de campaña para un amigo de derechas').
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