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Su señoría (que no mía)

Verónica Barcina

¿Duerme bien su señoría? ¿Concilia a gusto el sueño? Es más que probable que su señoría se atenga literalmente a Proverbios 4:16: "Porque no duermen ellos si no han hecho mal y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno”. Debe ser complicado, señoría, ejecutar, sin errar, ese juego que usted practica en la percha de la antesala de vistas y que consiste en colgar la conciencia antes de descolgar la toga, y viceversa. Un error suyo que permitiera convivir, siquiera un día, su uniforme laboral con un atisbo de digna conciencia sería un rayo de luz en la tiniebla donde sus señorías mantienen secuestrada a la Justicia.

No hay descanso en la cárcel de las togas, negra, lúgubre y luctuosa, donde purgan injusta pena la Libertad, la Solidaridad y la Democracia. Usted, señoría, le hace la puñeta, y la peineta, al Estado de derecho. Usted, señoría, hace piña con las hordas rancias de la tradición hispánica, con el verde caqui y las camisas pardas, con el áureo tilín del dinero y el tolón negro de las sotanas, con las fichas y los dados del casino, con la pandereta y la charanga. ¿Duerme bien su señoría? ¿Concilia a gusto el sueño?

Usted, su libertina señoría, hace de su toga un sayo sin nadie que lo critique, que le pida cuentas, que lo juzgue o que lo reprenda, ni dios siquiera. Usted, su soberbia señoría, se sitúa más allá del bien y del mal, por encima de la Ley y el Derecho, a la extrema derecha del padre y del hijo, y del santo espíritu de las herencias judeocristiana y nacionalcatólica que tantos sueños quemaron en hogueras de la santa inquisición y que usted, su pirómana señoría, alimenta hoy quemando en su juzgado los códigos legales y la letra malherida de la Constitución. Duerma bien su señoría. Concilie a gusto el sueño.

Hay jueces justos, juezas que aplican la ley, juezas y jueces que elevan la Justicia a la categoría ética de necesidad social, jueces y juezas que duermen bien, que concilian a gusto el sueño. Y, a otro lado, su señoría y toda la cohorte prevaricadora y torticera que no están en el negocio de la justicia, sino de la política. No es caso único su señoría, ni minoritario, sino que forma parte de esa metástasis que corroe los tuétanos del Estado como cosa natural, como un designio divino dirían su señoría y sus secuaces. ¿Duerme bien su señoría? ¿Concilia a gusto el sueño?

Hay jueces justos, juezas que aplican la ley, juezas y jueces que elevan la Justicia a la categoría ética de necesidad social

Mientras el común de los mortales cuenta ovejas o le pega al Temazepam para dormir, para conciliar el sueño, su indecente señoría cuenta causas abiertas contra los enemigos de su patria, contra rojos y asociados, contra mujeres y migrantes, contra bolleras y maricones, contra ateos y no católicos, contra juglares y titiriteros, contra cómicos y tuiteros. A su militante señoría le complace que se hable mucho de ello, ver su nombre en las portadas, ser el centro de tertulias fachas. ¿Duerme bien su señoría? ¿Concilia a gusto el sueño? En raras noches de insomnio, repasa las causas y contabiliza a sus víctimas trazando imaginarias rayas en el muro de sus injustos sueños.

Su ridícula señoría es enmendada en Europa, desde Suiza hasta Escocia, por la evidencia de su videncia, por su amplia colección de varas de medir o por sus sentencias interesadas. A su delictiva señoría le valen pruebas fabricadas, falsos testimonios, mentiras a la cara, retorcidas contabilidades, recortes de prensa manipulada, una tarjeta de móvil, una niñera improvisada, facturas falsificadas o la patada inventada de un diputado con rastas. ¿Duerme bien su señoría? ¿Concilia a gusto el sueño? A la contra, nadie se explica, su cómplice señoría, que sea usted la única que no atina a identificar el apunte M. Rajoy, a apreciar delito en la destrucción de pruebas a martillo, a no ver incumplimiento de la Ley de Memoria Histórica o a promover el incumplimiento de la ley del sólo sí es sí o de la de amnistía.

¿Duerme bien su fétida señoría? ¿Concilia a gusto el sueño? Esperemos que no y que su conciencia arda en el infierno tras su condena en el juicio final, su hipócrita, creyente y practicante –el colmo de los colmos– señoría.

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Verónica Barcina es socia de infoLibre.

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