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Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

Sobre este blog

AlRevésyAlDerecho es un blog sobre derechos humanos. Y son derechos humanos, al menos, todos los de la Declaración Universal. Es un blog colectivo, porque contiene distintas voces que desde distintas perspectivas plantean casos, denuncias, reivindicaciones y argumentos para la defensa de esos bienes, los más preciados que tenemos como sociedad. Colectivo también porque está activamente abierto a la participación y discusión de los lectores.

Coordinado y editado por Ana Valero y Fernando Flores.

alrevesyalderecho@gmail.com

Operación Crueldad Infinita

Children of Gaza

Fani Grande

Ha trascendido la imagen de una mujer medio arrodillada y abrazada a su sobrina, envuelta sin vida en un fardo blanco anudado, como con la urgencia de contener lo derramado, un fardo alargado, del tamaño de una niña de cuatro o cinco años. La cara de la tía no se ve, está totalmente metida en el fardo, escondida en él. Con su mano izquierda, sujeta la cabeza de su sobrina querida, como si aún pudiese acunarle el sueño. El gesto, tan protector, me hace adivinar horas compartidas de cuidados y juegos. Y si la certeza del fardo no fuese tal, la postura de ambas podría reproducir un abrazo lleno de cosquillas en la salita de casa de la tía al grito de ‘ven aquí, pillina, que te como a besos’. Anteriormente, se viralizó una imagen similar, era una madre arrodillada por completo en el suelo, en esa posición que se adivina como el resultado de haber perdido la verticalidad tras el impacto recibido. En esta segunda imagen, la mujer se vence sobre el fardo blanco, quizás envuelto con menos urgencia, pero con idéntico resultado: contiene el cuerpo inerte de un niño, su hijo, en este caso. De esta madre hay imagen en vídeo y puedo ver el gesto completo del abrazo, que finaliza en un gesto similar al de la tía: acariciando la cabeza, sujetándola, besándola con una delicadeza que daña, mientras le susurra una oración, o una nana. Por el tamaño del fardo, no tendría más de dos o tres años, su hijo amado.

Más de once mil niños y niñas han sido asesinados en Gaza. Más de once mil. Más de once mil fardos blancos ataditos, conteniendo cuerpos sin risas

Los dos fardos muertos sostienen, sin embargo, a las dos mujeres vivas, en mi visión. Es lo que ambas fotos me transmiten al observarlas, ya sin sangre en los ojos, al cabo de unos minutos, pues son imágenes a las que me he ido acercando como el zoom: de lejos a cerca poco a poco. Sabía que, de cerca, me sangrarían los ojos, como está etiquetando Maruja Torres este horror diario en X, pero no quería mirar hacía otro lado porque, si a mí me sangran metafóricamente los ojos, imagina el verdadero sufrimiento de estas dos mujeres palestinas. Como digo, mirando ambas imágenes veo que los fardos muertos sostienen a las vivas y que estas mujeres morirán una vez se los arranquen de entre sus brazos y les queden huecas las manos. Morirán, porque el vacío infantil hiere más que la propia muerte. Morirán, como morimos todos de alguna manera cuando nos arrebatan la infancia más querida y existe un culpable con nombre y apellidos. Morirán, igual que estarán muriendo cada día desde octubre, madres, padres, tías y abuelos de quienes no tenemos imágenes, pero a quienes sabemos abrazados a sus fardos blancos cada día desde entonces. Y, eso, en el mejor de los casos… Habrá quienes no hayan tenido ni siquiera un fardo blanco al que abrazar, pues hasta del duelo de besar a sus muertos habrán sido privados. Y serán condenados a remover los escombros de sus vidas.

Más de once mil niños y niñas han sido asesinados en Gaza. Más de once mil. Más de once mil fardos blancos ataditos, conteniendo cuerpos sin risas… Me imagino qué pasaría si pusiésemos todos esos once mil fardos juntos delante de nuestros ojos. Si reaccionaríamos entonces a este horror. Imagina once mil fardos blancos de niños y niñas asesinados en la Plaza de la Virgen de Valencia, por ejemplo. O a lo largo de las Ramblas de Barcelona, o en Callao, en Triana, en Sevilla, en la Playa de la Concha, de San Sebastián, tan bonita… Imagina ver once mil fardos blancos de niños y niñas asesinados sobre el césped del Bernabéu, así, sin analogía mediante como La Piedad, ni nada conocido. Solo imagínalos en tu realidad, como en un ejercicio extremo de empatía, porque solo nos queda militar en la empatía y ver si, ante la insoportable visión, reaccionamos de una vez. Sólo nos queda quebrarnos ante cada fardo blanco, como esa tía y esa madre se quebraron y quebrarnos con ellas. Solo nos queda eso, que quizás no sea mucho, pero que podría ser todo si así nos lo propusiésemos. Algo, alguna cosa tendremos que hacer para poner fin a esta crueldad infinita. Ha de existir alguna manera de parar la suma vergonzosa de fardos blancos. Lo que sea, aunque tengamos que enfrentar nuestro propio vacío. Aunque no lo creamos, nos va el futuro en esto.

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Publicado el
30 de diciembre de 2023 - 19:52 h
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