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Pensar la izquierda: atreverse a pensar

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Teresa Aranguren

¿Podemos seguir siendo de izquierdas? Una pregunta más bien retórica que, como toda pregunta retórica, lleva implícita la respuesta adecuada y parece anunciar un texto destinado a reforzar la creencia en la que, como diría Ortega, estamos "por supuesto que sí, cómo no vamos a poder seguir siendo de Izquierdas”. Pero en ¿Podemos seguir siendo de izquierdas? (Pol·len Edicions), Santiago Alba no busca adecuarse a la respuesta adecuada, en realidad creo que no busca tanto las respuestas como las preguntas. Hacerse las preguntas adecuadas aunque no siempre tengamos certezas con las que llenar el hueco que toda pregunta abre.

Así que contrariamente a lo que el título podría sugerir, este no es un manual para activistas que recopile argumentos con los que rebatir a un hipotético interlocutor en un hipotético debate sobre una hipotética izquierda en el futuro.

Este es un libro de pensamiento que incita a pensar. Pararse a pensar. Lanzarse a pensar sin red. Y es muy lúcido y muy honesto. Tengo la impresión de que alguna de las ideas que con tanta brillantez, porque el lenguaje a veces puede brillar, se exponen en este texto se han ido haciendo con él, cobrando forma y definiéndose en la medida en la que el texto iba avanzando. Escribir no solo es poner en palabras lo que se piensa, a veces es descubrir lo que aún no se ha pensado, nombrarlo y al ponerle nombre poderlo pensar.

Este libro no está escrito al dictado de lo ya sabido sino en la intemperie de la búsqueda. Por eso tiene más preguntas que respuestas. O dicho de otro modo le importa más sacar a la luz lo que es preciso cuestionar, rechazar incluso, que lo que se puede afirmar.

Cuestionar, por ejemplo, la idea de que la izquierda, especialmente si es una izquierda que se considera auténtica y radical, debe combatir los valores burgueses. ¿Es la búsqueda de la seguridad o de un cierto acomodo un valor burgués? ¿Son las obsesiones de un artista, obsesiones burguesas? ¿Desaparecerá la neurosis, la depresión o la envidia cuando desaparezca el sistema capitalista?

Creo que todos, hasta los más revolucionarios de la más revolucionaria izquierda, sabemos que no, que no es así. Pero pocas veces se dice. Seguimos actuando como sí “desechar lo burgués“ fuese una premisa fundamental de la izquierda.

Santiago Alba desentraña esa idea, la despoja de su aureola revolucionaria y la sitúa en una perspectiva antropológica: "Está el cuerpo, que tiende a aburguesarse –es decir a sentarse– en cuanto se lo permiten; y está la mente poblada de interferencias ilógicas y opacidades edípicas..."

Es decir, está “la condición humana”. La izquierda, el marxismo, Marx se equivocó al catalogar de burgués lo que quizás solo era humano. Y podríamos pensar que es una cuestión sin importancia si no hubiera tenido tanta importancia en un pasado muy reciente. Si no hubiera existido la revolución cultural en China, los jémeres rojos en Camboya o la decepcionante actualidad de una sociedad postsoviética que parece ansiosamente aferrada a la religión, el nacionalismo y el ganar dinero, si es posible, a espuertas.

"La pretensión del  'hombre nuevo' conduce menos a la solidaridad guevarista que a las matanzas de los Jemer Rojos. Hay que pensar más bien en un hombre reformado, parcheado, repintado, alicatado…"

Izquierda e izquierdismo

Seamos modestos, al fin y al cabo solo somos humanos.

Creo que esta perspectiva antropológica desde la que pensar la política, es una de las grandes aportaciones de este libro. Ayuda a romper tabús, a entrar en esas zonas de sombra de la izquierda en las que la izquierda apenas ha entrado entre otras cosas por el miedo a la crítica o al anatema, Santiago Alba sabe bien lo que es eso, crea silencios no solo en el espacio público sino, y es lo más grave, en el mental. Es malo que haya cosas que no se pueden decir pero mucho peor es que no se puedan pensar.

Santiago Alba incita, provoca, se atreve a pensar, y como el pensamiento no es lo contrario a la acción sino “una forma de acción”, al pensar actúa. Pone en evidencia algunas trampas y en cuestión muchas supuestas certezas. Y afirma otras, pocas, pero tan necesarias como esta modesta propuesta: seamos revolucionarios en lo económico, reformistas en lo institucional, conservadores en lo antropológico. Es lo más parecido a un programa que encontrarán en este libro. Pero es todo un programa.

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