¿Ventana o pasillo?
El Kanka vuelve al flamenco de noche y playa
En Málaga llaman moraga al acto ceremonioso de reunirse por la noche en la playa para beber, fumar, cantar y bañarse en el Mediterráneo de noche. Es especial y de esas veladas salen amores, locuras y canciones. En varias de esas empezó a fraguarse la carrera musical de Juan Gómez, más conocido como El KankaEl Kanka, tocando la guitarra en la arena al son de flamenco del ortodoxo y del no tan ortodoxo. Ahora, en pleno ajetreo veraniego, pagaría sin reparo a las aerolíneas para que lo llevaran de vuelta al sur. "Pillaría un avión para irme con mi pareja a mi puta casa", exclama entre risas ante la pregunta de infoLibre de a quién regalaría un billete de avión. "Es la carencia que yo tengo por desgracia en esta vida que me ha dado por recorrer".
El Kanka se reunía con sus amigos en Huelin, la zona costera más al oeste de la autodenominada ciudad de la cultura, para, entre litros y baños, disfrutar de versiones de Kiko Veneno o los Delinqüentes y cantar por alegrías, en rebeldía con tanta tristeza de la que presumen los que, como él, llevan la etiqueta de cantautor. Aquellas noches fueron el acicate de la trayectoria de uno de los exponentes de una nueva generación de músicos al calor de las redes sociales y que consideran el humor y el buen rollo un requisito imprescindible. Ahora le encantaría volver. "Llevo desde febrero sin parar. Todos los fines de semana de dos a cuatro conciertos, con viajes muy largos", explica. "Y además este verano hemos entrado en festivales, que hasta ahora no habíamos entrado tanto. Está la cosa dificililla, paso por Málaga de higos a brevas. Tengo pareja en Barcelona, es un follón…". Cuando no paras quieto durante el año, el primer impulso estival es parar, aunque solo sea un momento, con los pies en remojo.
Y en la vida real…
En el momento de la conversación, Juan Gómez Canca, de sobrenombre El Kanka (Málaga, 1982) está preparando su actuación en el ciclo Benalmádena Suena, uno de los varios festivales que ha pisado y va a pisar durante este verano. Una experiencia nueva que ha supuesto varios subidones de adrenalina. "Hemos estado en el Viñarock. Eso eran 20.000 personas. Te pones delante de ellas con la guitarra y dices: '¿Y ahora qué hago yo aquí?'", confiesa, acostumbrado como está a escenarios más íntimos. También pasó por el festival Cabo de Plata. "Es algo muy distinto, un mar de gente ahí. Verlos a todos dar palmas a la vez es muy espectacular, parece hecho por ordenador". Desde luego El Kanka no está de vuelta de nada.
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Al contrario: su viaje es siempre de ida. A partir de septiembre se centrará en hacer pasar la gira de su disco De pana y rubí De pana y rubípor grandes plazas aún por estrenar: su ciudad natal, Barcelona, Sevilla o Murcia. Y con Latinoamérica siempre en el horizonte, algo que le estimula como ninguna otra cosa. "Imagínate. Llego a Colombia por primera vez en mi vida, y en el concierto había como unas 300 personas. Pero cantando como putos locos. Se sabían las canciones enteras, gritaban, lloraban…". La sangre latina al servicio de la globalización, un cóctel que chocó al cantautor. "Es que están a 10.000 kilómetros de mi casa", remarca divertido.
"Mi conexión con Latinoamérica es fuerte y la idea es hacer carrera allí, paralela con España", explica el músico. La perspectiva le agrada especialmente porque sus orígenes, además de en el flamenco playero, están en la música sudamericana. Su padre le ponía en casa a Chavela Vargas, a Los Panchos, a Carlos Gardel, y cualquiera que le eche una oída al último trabajo del malagueño puede identificar melodías, ritmos y temáticas latinas. "Siempre es bonito volver ahí", sentencia.
El Kanka se define en su canal de YouTube como "alegre hacedor de canciones". Sin más. Pertenece a la nueva generación de cantautores españoles, junto a Antílopez, Rozalén, Funambulista o El Niño de la Hipoteca, a quien le pidió prestada la guitarra en el festival de Cantautores Ciudad de Elche. Las redes sociales han ayudado a su creciente éxito, articulado en tres discos en el mercado: Lo mal que estoy y lo poco que me quejo (2013), El día de suerte de Juan Gómez (2014) y el último, De pana y rubí, lanzado en noviembre de 2015.