El vídeo de la semana

Pues no, no era la criada

Ni Cataluña, ni las dudas de Ciudadanos, ni el control al gobierno ni el sorprendente olvido de Iglesias que no recordó que los españoles somos europeos (aquí se votó por la Unión y salió 'SI'). Nada de eso. La imagen de la semana es la tribulación de una familia común en un inesperado incidente que han visto decenas de millones de personas en internet. Y a su estela, una suerte de planetario racismo machista que como género deberíamos hacernos ver.

La cadena pública BBC, que es junto a la CNN norteamericana el medio de comunicación con más presencia internacional y que cuenta con el plantel de expertos más extenso y solvente del mundo, emitió en uno de sus informativos el fragmento más viral de la historia reciente de la televisión.

Aquí volvemos a mostrar ese momento en el que profesor Kelly, experto en cuestiones coreanas, explica el reciente terremoto político en Corea del Sur –donde vive junto a su esposa– tras la destitución de la presidenta Park Geun-Hey. En ese momento irrumpe en lo que parece el despacho de Kelly su hija mayor, Marion; el padre, aterrado, –está  en directo nada menos que en la BBC– intenta apartar a la niña de la cámara del ordenador mientras pide excusas. Es entonces cuando entra en cuadro el pequeño James, que había seguido a su hermana. Al parecer, Marion creía que su padre estaba hablando con el abuelo, y acudió también a lo que pensaba era esa charla. Con la aparición de James, el padre se descompone. Pero aún quedaba más horror: de repente entra en escena una mujer que, agachada, creyendo que así está fuera de cuadro, tira con violencia de los niños y los saca de la habitación. Para completar el desastre, aparece al fondo de la escena cerrando estrepitosamente la puerta.

Cualquiera puede suponer lo que Kelly sintió en ese momento. Frente al regocijo del presentador –que le pidió autorización para colgar en redes ese momento– y la sorpresa del público en general, Kelly tuvo la certeza de que jamás volvería a ser llamado por la BBC para comentar nada, de que sus apariciones en la televisión habían acabado para siempre.

Pero se equivocaba. Su incidente casero se volvió viral. Lo han visto, comentado y hasta parodiado decenas de millones de personas en todo el planeta. Es el comentarista internacional de la BBC más famoso que ha habido nunca. Tan es así que medio mundo le ha pedido entrevistas y para atender tanta inesperada petición tuvo que dar una rueda de prensa en la que explicó lo sucedido y presentó a su familia. Incluida su mujer, la madre de los niños, la que entró enloquecida en la habitación tratando de evitar el desastre, pero se llevó el principal protagonismo. Y la polémica.

Porque todo el mundo pensó que era la “nanny”, la niñera.

La propia cadena británica se ha preguntado por qué el mundo decidió que la mujer que entraba era la niñera. Y no me parece una pregunta baladí.

Creo que todos deberíamos hacérnosla, y quizá lleguemos a la conclusión de que nuestra actitud frente a algunas realidades que creemos conocidas está cargada de tópicos, de estereotipos, de lugares comunes que dejan en mal lugar a personas de determinada raza o condición. Casi nadie pensó de entrada que el profesor Kelly –blanco y británico– estuviera casado con una dama de rasgos orientales, coreana para más señas. Y ante esa realidad incontestable, concluimos que era la niñera. Porque ahí sí está en su papel: oriental sirve a blanco, trabaja para él. Nada que objetar, casi todos trabajamos para alguien o nos debemos a Hacienda o al banco. El problema está en que la división se hace en función de criterios –probablemente inconscientes, lo cual es terrible– relacionados con la raza, el sexo, el país o la religión. Oriental sirve a blanco más aún si es mujer y se trata de cuidar niños. Así enunciado, clarísimo ejemplo de apreciación machista y racista. Pero sin duda fue lo que a todo el mundo le hizo pensar que la cuarta aparición en la escena del drama era la de la niñera. Consciente o inconscientemente fue lo que creímos. Eso es lo que nos tenemos que hacer mirar.

Ruedas de molino

Esta sea acaso la lección principal de esta divertida historia familiar.

Esta y el hecho de que los seres humanos sigamos conmoviéndonos con lo que nos identifica, con la imperfección. Porque en ese asunto conviven ambas miradas humanas: la de la diferencia y la de la igualdad.

La diferencia que hace que pensemos que una oriental ha de servir a un blanco cuidando sus niños, y la igualdad en el error, en la imperfección, en que a cualquiera, incluso a un estirado experto de la BBC pueden jugarle una malísima pasada unos hijos fuera de control y una mujer desesperada en una mañana cualquiera en cualquier lugar del mundo.

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