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Si Europa quisiera

El botarate que ocupa temporalmente el templo del poder terrenal de más largo alcance en este mundo global, añade esta semana a su conocida simpleza de criterio una inmoralidad política que puede tener consecuencias gravísimas si Europa no se pone las pilas de una puñetera vez. La media docena de directivas que ha firmado el Gran Ignorante que preside los Estados Unidos de América para cargarse el compromiso de su país con el cambio climático, no sólo constituyen un paso atrás histórico en la exasperantemente lenta lucha contra la destrucción del planeta, sino una agresión abierta y directa a su propia población que sólo se justifica en la estulticia del propio gorila Trump y su descarada apuesta por los intereses empresariales de los grandes grupos energéticos de su país.

Decir que lo del cambio climático es un invento de los chinos como ha dicho esta semana es imbécil o miserable. En el caso de este tipo son posibles las dos cosas: puede creer de verdad que el cambio climático es mentira, pero también puede, sabiendo que es una realidad, querer hacerlo creer a la gente que tenga alguna duda.

A partir de ahora Estados Unidos está de facto fuera del acuerdo de París y por tanto no se siente comprometido a reducir sus niveles de contaminación, a revisar los impactos medioambientales de sus proyectos, a controlar la limpieza de sus  emisiones ni a impulsar las energías renovables. Volverá a poner en marcha la explotación y utilización de energías fósiles. Dice Trump y su troupe de cargos de ida y vuelta –porque hay que ver lo poco que le duran los que no son de su familia- que lo que pretenden es reactivar la economía de su país, que lo hace por los americanos. Y muchos de éstos le dicen que gracias, pero prefieren que no haga nada por ellos. Es evidente que van a ser los estadounidenses los primeros en sufrir una atmósfera más sucia que les lleve años o décadas hacia atrás en calidad de vida, además de perder el liderazgo en un terreno de futuro y crecimiento económico como es la innovación tecnológica en energías limpias.

Ha costado años de lucha y trabajo de conciencia social por las organizaciones ecologistas más activas y responsables forzar a los gobiernos del mundo, sobre todo a las grandes potencias, a alcanzar acuerdos como el de París como para que ahora llegue un tipo sin escrúpulos ni criterio a cumplir una promesa electoral de graves consecuencias para el futuro de la Humanidad. Pero es lo que hay en este mundo en el que la crisis ha tenido entre sus consecuencias frivolizar la política o subvertir algunos valores democráticos que parecían asentados, como el respeto a las ideas ajenas, la inmoralidad del abuso de poder, o la importancia de no olvidar la historia. Y pienso ahora en el ejemplo de esta semana en que al hilo de la dimisión de Moix, un tipo que militó en ETA y que fue condenado por terrorismo como Arnaldo Otegui se ha permitido dar lecciones de moralidad, acusar él de corrupción al “régimen” en las redes sociales, obviando –con el beneplácito de no pocos corifeos- que la mayor de las corrupciones es arrebatar la vida violenta y conscientemente a seres humanos.

Pero en este mundo al revés quedan todavía esperanzas para poner las cosas en su sitio o corregir decisiones como la de Trump, que la más importante de las organizaciones ecologistas del planeta Birdlife, ha calificado de “naif, retrógrada pero, sobre todo, inmoral”. Europa ya le ha dicho a Donal Trump que si pone en marcha medidas contra el Acuerdo de París, que no piense en renegociar su posición en él: lo abandona y punto. Como los británicos la Unión. Y si el Brexit irritó a Europa, este cabreo presente con Estados Unidos y la política errática, torpe y miserable de Trump acaso sirva, por la vía de apretar los puños por el orgullo herido, para hacer reaccionar a Bruselas y que la supuesta capital europea, el centro de poder de la Unión deje de ser un lugar aburrido en el que los funcionarios europeos se dedican a dormitar y los políticos a minar el sueño de la Europa social, y se convierta en la capital de una Unión que decida, piense y ejecute por sí mismas políticas que vayan más allá de la austeridad económica y el egoísmo político. Que mire al futuro y se crea a sí misma de una vez. Que si todo cambia, se subvierte, y los tiempos modifican valores. Que Europa de un paso al frente en positivo y aproveche los tiempos de cambio para girar también en su orientación y sus objetivos.

Es ingenuo, lo sé; pero al menos hay una oportunidad. También es ingenuo pensar que en su propio país el equilibrio de poderes terminará derribando al Gran Ignorante, pero ya verán ustedes como va a suceder. Y ojalá no sea demasiado tarde para esta tierra enferma que, como dice el profesor Juan Luis Arsuaga, no nos pertenece a los hombres sino que  somos nosotros los que pertenecemos a ella. Aunque haya mucha gente que todavía no se ha enterado.

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