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No son casos aislados...

Antonio García Gómez

...es patriarcado.

El otro día visité a unos conocidos o familiares, qué más da para el comentario que deseo desarrollar; tres parejas de adultos, con sus retoños merodeando por el salón, por cierto las criaturas todas con nombres "de resonancias muy étnicas"; de sobremesa el grupo, relajados y encantados de haberse reunido. Ellos, los machos degustando unos sendos gintonics; ellas, encantadoras, modositas, muy pendientes de sus niños, sin nada a mano, ni siquiera unas deslavadas infusiones, ni siquiera o eso sí un cierto aire de hastío de tanta predisposición a la maternidad en exclusiva, a pesar de las actitudes y compromisos más modernos.

Curioso detalle capaz de pasar desapercibido. Seguro que a ellas no les apetecía nada continuar aguardando que se acabasen los gintonics, sus machos alfas.

El otro día una muchacha que impartía clase en una academia de la ciudad se sintió profundamente agradecida ante el director del centro académico. La razón fue que el tal responsable la había creído, a la primera, sin inquirir, sin preguntar, la incomodidad y la queja de la joven profesora cuando le comentó al director que uno de los alumnos, adulto por cierto, la estaba asediando con insinuaciones y comentarios tan imperceptibles como desagradables. La joven agradecía mucho haber sido creída sin necesidad de puesto en duda su testimonio.

El otro día, un adolescente, alumno de la ESO comentaba cierto piropo, "inofensivo, bienintencionado" que había dirigido a una joven que lucía cierta prenda, ¿provocativa, excitante?, y que la respuesta de la muchacha había sido un mal gesto y un avivamiento del paso. No entendía la razón por la que podía haberse molestado, ya que él solo había vomitado un comentario "muy agradable".

El jovencito seguramente se creía que solo él disponía de ombligo y que el resto, en este caso, la mujer debía aguantar cualquier acceso a su intimidad sin que ella le hubiese dado, literalmente, permiso para hacerlo, ni siquiera habiéndoselo dado sobraba la necesidad de inmiscuirse en esa intimidad, a la primera de cambio, sin conocerse, sin haber estado seguro de que ella lo podría haber aceptado.

Porque no interesa lo que piense o sienta el acosador, por muy "bien intencionado y ocurrente" que se presente, sino el derecho sagrado de cualquier persona a no ser interpelada bajo ningún concepto, sin que haya otorgado su permiso, sin que tenga sentido y oportunidad el acercamiento, el comentario, la pura convivencia, tan afectuosa como respetuosa, o al revés. Lo entiendan o no lo entiendan los groseros de turno.

Porque, "no son casos aislados", es patriarcado. _______________

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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