Plaza Pública

La lupa del covid-19

Oscar López Agueda

La crisis del covid-19 ha puesto una lupa gigante sobre todo y sobre todos. Lo bueno se ve más y lo malo es más difícil de disimular. Por poner dos extremos muy gráficos: la pequeñez, insensatez y frivolidad de Donald Trump frente a la seriedad, el rigor y la capacidad de Angela Merkel. O si prefieren, la altura de miras de la oposición portuguesa frente a la caricatura de la oposición española, donde no hay ni rastro de los mantras sobre la unidad de España, o la desideologización de las políticas siempre esgrimidas (sobre todo cuando gobierna la derecha) y nunca ejercidas desde la oposición.

La proliferación de autodenominados “periodistas” y “medios” extremistas, amantes del bulo y la hipérbole, seguidores de la máxima “que la realidad no te estropee un buen titular”. Los mismos que acusan siempre a la izquierda de ideologizar cosas que en efecto dependen de la ideología y son capaces de ideologizar mascarillas, respiradores y hasta IFEMAS en función de si su origen está en un gobierno de izquierdas o de derechas. Blanco o negro, bueno o malo, los míos y los tuyos.

Hemos vivido ya dos grandes crisis en los últimos años, una financiera y la otra sanitaria, pero las dos globales. Ambas incomparables con ningún otro acontecimiento desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En las dos hemos redescubierto al Estado como garante de nuestra forma de vida, frente a las teorías neoliberales.

La primera nos enseñó la diferencia entre precio y valor, entre producción y especulación, entre economía real y creatividad financiera. Recordamos el riesgo del sobreendeudamiento y el valor del ahorro. La fragilidad de algunos gigantes con pies de barro que parecían “too big to fail”.too big to fail

La segunda nos recuerda nuestra propia fragilidad y nuestra soberbia que desprecia dicha fragilidad, la voracidad de un capitalismo de masas que devora un consumo desproporcionado basado en el usar y tirar, en vender mucho a muchos con poco margen, en la obsolescencia inmediata e incluso programada.

En la primera se trató de hacer tabla rasa: todo se dividió entre lo nuevo y lo viejo. Políticos, empresarios, medios de comunicación, modelos de negocio… lo nuevo era lo óptimo y lo viejo era rechazable. Esta crisis sin embargo nos permitirá redescubrir el valor de lo bueno, que lo sólido es sólido, mientras que las burbujas, las modas y los destellos son fugaces.

Habrá quienes aprovechen para abundar en los errores más recientes: el nacionalismo, el individualismo, el populismo, el adanismo, la frivolidad o el efectismo.

Sin embargo, esta crisis nos está demostrando de nuevo muchas cosas relevantes:

La importancia de tener organismos internacionales fuertes como hubiera debido ser la OMS. El valor de la cooperación internacional y la necesidad de atender cuestiones que no conocen de fronteras. La pequeñez de ciertos debates identitarios y competenciales basados siempre en el eje “nosotros-ellos”. La absoluta imprescindibilidad de un buen sistema público de salud, así como de un sistema fiscal fuerte y progresivo que lo financie. La necesidad de la ciencia y el conocimiento frente al inutilidad del bulo y el cotilleo. El exceso de “presencialismo” y las potencialidades del teletrabajo. La potencia de nuestra red de banda ancha que ha aliviado nuestro confinamiento. Las malas condiciones de muchas viviendas, útiles como dormitorios cuando se hace la vida en la calle, pero insoportables en condiciones de confinamiento. Las bondades de cocinar en casa y elaborar dietas variadas y saludables…

Lo cierto es que Netflix, Amazon o Tik-Tok hacen su agosto desde marzo (y miren que ya lo hacían antes) pero todo occidente ha redescubierto la importancia de tener industrias y fábricas que pueden producir bienes y utensilios como máscaras o respiradores.

Decenas de pequeñas lecciones que nos están haciendo diferentes sin que nos demos cuenta.

Tras el confinamiento, vendrá la “nueva normalidad”, hasta que la aparición de la vacuna nos permita volver a lo que entendemos por normalidad, pero la propia normalidad ya habrá sido modificada por la actual situación.

Muchos recordaremos siempre que conviene seguir las recomendaciones de las autoridades públicas. Votar a partidos que defiendan de verdad la sanidad pública. Apoyar a políticos que le quiten tiempo a Twitter para dárselo a los libros, que crean en la ciencia y el conocimiento frente al bulo y la titulitis exprés. Defender el papel del Estado siempre y no sólo en situaciones de crisis. Diferenciar entre información y opinión, así como entre periodista y hooligan. Pagar impuestos en tu país sin recurrir a expertos en “maximización fiscal”.

Porque cuando la situación nos desborda y desconocemos tanto, es bueno empezar por aquellas cosas que tenemos claras.

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Oscar López Agueda, presidente de Paradores de Turismo de España, fue secretario de Organización del PSOE y es autor de 'Del 15M al Procés' de Ediciones Deusto. 

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