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Crisis del coronavirus

La 'vuelta al cole' más cara y desigual impone un gasto extra de hasta 879 euros entre mascarillas y dispositivos electrónicos

Un alumno de Educación Infantil, en el primer día de colegio.

Rebrotes, contagios, cuarentena, semipresencialidad, enseñanza virtual. La vuelta a las aulas engloba un entramado de complejidades que las familias, en un contexto de crisis global, tratan de resolver. A la salud pública y la seguridad de los más pequeños le sigue otra cuestión: el gasto escolar. Si la brecha digital ha puesto de manifiesto las muchas desigualdades también en la esfera educativa, el coste económico que supondrá el nuevo curso recae como una losa sobre las familias. Ya no son sólo los libros, los cuadernos, las mochilas. En las cuentas tiene que haber lugar también para el ordenador, la tablet, el libro electrónico, la mascarilla: un gasto extra que se podrá elevar hasta los 879 euros.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) estima que el coste escolar ronda los 1.071 euros de media para los alumnos de educación pública. La cifra asciende desorbitadamente para los estudiantes de la concertada (2.622 euros) y la privada (6.123 euros). Los libros de texto suponen la principal inversión de las familias, aunque el gasto no es de los más elevados: de media, los progenitores gastarán 185 euros en este tipo de material. A él se añaden otros gastos fijos, como cuadernos, agendas y otros utensilios, que oscilan entre los 84 y los 115 euros, según la organización. En total, la partida asciende a entre 400 y 500 euros por alumno, sólo como punto de partida. Las cuotas de AMPA, el transporte o el comedor suman un compendio de gastos mensuales que deberán ser añadidos a las cuentas y que, según la encuesta de los consumidores, escala de media a unos 167 euros.

Pero este año hay varios añadidos. El uso de mascarilla es ya obligatorio para todos los alumnos mayores de seis años. En función del tipo de mascarilla, esta deberá ser renovada pasadas unas horas o debidamente desinfectada para su reutilización. El coste por niño, dependiendo del tipo de mascarilla y el tipo de establecimiento donde se compren, transita entre los 6 y 36 euros al mes. Las mascarillas más baratas son la higiénicas reutilizables –de tela y homologadas– con un coste mínimo de seis euros al mes. Si se opta por mascarillas quirúrgicas desechables el importe asciende a 36 euros mensuales, observa la organización de consumidores. En este último caso el coste anual sería de 324 euros.

La semipresencialidad ha abierto además un nuevo frente: el requisito de contar con dispositivos electrónicos para seguir la enseñanza virtual. Muchas familias ya contarán con este tipo de recursos, pero otras tantas deberán adquirir dispositivos nuevos para los estudiantes. La Administración ha tratado de subvencionar parte de este gasto, pero no siempre ha llegado a todas las familias que así lo necesitaban. Según la OCU, el equipamiento necesario tiene un coste mínimo de 175 euros entre tablet, impresora, ratón, cascos, webcam, micrófono y altavoces. En caso de requerir ordenador, se dispara el gasto hasta los 555 euros. Esos 555 sumados a los 324 de la mascarilla fijan un gasto extra de hasta 879 euros este curso.

La tienda de informática y tecnología PC Componentes cuenta en su página web con un apartado específico para la vuelta al cole. En él, se observa que el coste de un ordenador portátil parte de los 173 euros el más barato –gama baja– y ronda los 500 en la gama media, teniendo en cuenta los más vendidos. Una impresora supondría un gasto mínimo de en torno a 70 euros, una silla acondicionada para evitar problemas de espalda añadiría un desembolso no inferior a los 50 euros y una tablet de al menos diez pulgadas rondaría los 150 euros. En cuanto a los libros electrónicos, los precios se instalan entre los 65 y 130 euros. La Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de Enseñanza (ANELE) reseña en un informe que las previsiones de los editores apuntan que el uso de las nuevas tecnologías y el acceso a los contenidos digitales a través de las plataformas de las editoriales se incrementarán en un 50% de cara al curso que se abre.

Además, hay que tener en cuenta el coste mensual de la conexión a internet a partir de los 25 euros al mes en las ofertas más baratas, traza la OCU. El coste en suministros cobra una especial relevancia en estos momentos. No sólo la factura de internet, sino también otros gastos como la electricidad. Algunos protocolos escolares instan a utilizar la lavadora una vez al día para desinfectar ropa y mascarillas.

Aumento de la desigualdad

Una encuesta realizada por Save the Children entre 2.290 familias españolas revela que el 32% no cuenta con ningún equipo en funcionamiento –ni ordenador, ni portátil, ni tablet– y un 23% reconoce no disponer de los medios de conectividad adecuados para poder facilitar el acceso de los alumnos a los recursos ofrecidos por parte de las escuelas. "La brecha digital afecta de una u otra forma a casi la mitad de las familias que atendemos, con las consecuencias agravadas que este hecho puede tener en la educación", sostiene la organización.

María del Carmen Morillas, portavoz de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) y presidenta de la FAPA Francisco Giner de los Ríos, reconoce que las familias encaran el gasto "con preocupación" e insistiendo "a las administraciones para que se hagan cargo de los recursos materiales necesarios para garantizar las medidas sanitarias". Morillas insiste en que "muchas familias no pueden comprar las mascarillas al ritmo que se les pide", especialmente aquellas que están pasando por "un ERTE, en paro o en una situación complicada". Algunas, detalla, han acudido a las organizaciones de padres preocupadas porque su colegio "les pide llevar hasta diez mascarillas en una bolsa y no pueden seguir ese ritmo". La Administración Pública, reitera, "debe hacerse cargo y disponer de recursos sobre todo para las familias más vulnerables".

En cuanto a la brecha digital, Morillas recalca que aquel cisma que empezó a hacerse claro a finales del curso pasado "visibilizó una brecha social que ha ido creciendo a lo largo del tiempo". Esa grieta, reflexiona, "es mucho más compleja y requiere de políticas sociales sólidas para solventar todos los problemas" que cobija. En ese sentido, entiende que la brecha no sólo dibuja problemas a la hora de disponer de aparatos electrónicos o conexiones, sino que también interpela a cuestiones como "la formación, las competencias digitales y los espacios en la vivienda". Invertir en educación para atajar estos retos es clave, pero sólo "como complemento" a la presencialidad, "la única forma de garantizar la igualdad de oportunidades entre el alumnado".

A la misma conclusión llega Álvaro Ferrer, experto en educación y desigualdad de Save the Children. Ferrer se reconoce "crítico con la semipresencialidad" porque la experiencia ha demostrado que "la educación a distancia no funciona bien y no es un problema exclusivo de los dispositivos". A su juicio, la desconexión de los alumnos redunda en que muchos "no podrán seguir el ritmo" y esto aumentará "el riesgo de abandono escolar".

La organización estima que los ingresos de las familias en riesgo de exclusión han caído en torno a un 31%, abocándolas a una "situación económica y educativa crítica". Además, señala el experto, "entre un 20% y un 30% del alumnado lleva seis meses desconectado". Para esas familias será extremadamente complejo "afrontar los gastos" del inicio del curso: cerca de medio millón de hogares con niños no tienen este tipo de aparatos, pero además existen "otros gastos que ya eran difíciles de asumir y ahora lo serán más, como el material escolar o el comedor", señala.

La brecha en la esfera educativa, además, tiene otra dimensión: las secuelas psicológicas y sus consecuencias derivadas. "En la crisis de 2008 vimos que cuando los padres pierden su empleo aumenta el estrés, la dificultad de acompañar en las tareas escolares y repunta el fracaso escolar". Save the Children estima que el abandono escolar "aumentará 1,7 puntos" durante la crisis sanitaria. Además, se harán evidentes otros problemas que ya venía arrastrando, como la segregación o la repetición, que en su conjunto "dejan atrás al 25% del alumnado, que es el que está ahora en una situación crítica".

Ferrer plantea permitir la presencialidad para los colectivos más vulnerables y en paralelo mejorar las becas dirigidas al alumnado. Además, esgrime, "hay que fortalecer todo el sistema" mediante un "aumento de la inversión y corregir no sólo los problemas más inmediatos, sino todo lo que veníamos arrastrando".

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Priorizar la escuela pública

Los efectos a nivel global son objeto de preocupación para la comunidad educativa y los organismos internacionales. Un informe del Banco Mundial elaborado en mayo desgrana cómo "la contribución directa de los hogares a la educación", sin apoyo de las instituciones, tiende a ser mayor en los países más pobres. La disminución de los ingresos en los hogares, por tanto, "reducirá sus inversiones en educación", generando importantes desigualdades sociales.

"La reducción de los ingresos y la necesidad de un mayor gasto en salud dificultará que algunas familias cubran los gastos de educación", vaticina el organismo, un hecho que ha quedado corroborado por las crisis previas. Aunque la brecha adquiere importantes dimensiones en función del país. "La última crisis financiera no tuvo repercusiones significativas en la participación escolar en los países de la OCDE", pero sí en los países más desfavorecidos. Si la crisis del covid-19 origina desigualdades en materia de escolarización, el organismo sólo entrevé una respuesta posible: priorizar la financiación de las escuelas públicas en un momento en que los fondos son escasos.

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