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Guerra y hambre

Portada de 'Quercus. En la raya del infinito'.

Paz Martín-Pozuelo

Quercus. En la raya del infinito

Rafael Cabanillas Saldaña

Cuarto Centenario

Valparaíso (Toledo)

2020

Quercus va al grano. Y lo hace desde la primera página. No, lo hace desde el mismo título, que ya nos adelanta una historia universal, pero única, aunque a nosotros nos vaya a recordar a la nuestra o a otras que sabemos ciertas porque quienes las vivieron no pudieron dejarlas dormir en el inconsciente olvido de los siglos y nos las contaron más que con palabras con todo su cuerpo. Pero la que vive en Quercus es única, y así nos la hace sentir su autor, Rafael Cabanillas Saldaña, un hombre que sabe muy bien de lo que escribe, lo que hace además con la destreza que da el don de la pluma y de la honestidad cuando se juntan.

Tras un par de páginas que desbordan belleza y en las que se nos describe la luz del otoño como si quisiera que desde el primer instante nos habituásemos al olor y a la luz de la historia que vamos a leer, el autor ya nos presenta a Abel Mejía, a quien de inmediato queremos acompañar, y nos lo pone a correr solo unas pocas páginas después. Después de haber presenciado lo que jamás debería haber ocurrido, de haber vivido lo que nadie nunca debería vivir, lo que no va a olvidar en toda su vida, lo que le va a convertir en el hombre salvaje que sin embargo conserva intacta la razón y la cordura. Corremos con él, respiramos con él, y con él nos intentamos proteger de un dolor que nos lleva a la rabia y a la ira, pero con él también nos enamoramos, disfrutamos una lumbre de besos y sabemos que el amor siempre llega a tiempo.

Todo lo que viene a continuación es una cascada de sentimientos, de emociones que te enfrentan con la vida que ha pasado, pero que no acaba de pasar, con el frío extremo y el calor sofocante de los campos de Castilla, con un coro de voces que te estremecen página sí y página no, por lo que viven y por lo que no viven y deberían vivir. El dolor y las adversidades que son de Abel, pero también nuestras porque nos siguen corriendo en la sangre y porque el autor, con su prosa potente y al mismo tiempo delicada, consigue hacérnoslo sentir así. Y no suelta las riendas, al caballo desbocado que es su historia le va marcando el paso con capítulos que son hermosos ya solo con sus títulos, que son nombres (el mismo Abel Mejía, Ezequiel, don Casto, Melquiades, Candelaria…) que son lugares (Guadamajud, Valdelagua, Navalagrulla…) y que son emociones (lumbre, locura, desnudez). Y son, por encima de todo, sobresaltos que te ponen el corazón en la boca y los pies a caminar.

Quercus no es otra novela sobre la Guerra Civil, Quercus es una novela sobre el hambre, el campo y la tierra, la dignidad, la soberbia, la avaricia, el perdón, el amor. Quercus es una novela sobre una España en la que vivieron hombres y mujeres que se empeñaron y consiguieron, aún no comprendo bien cómo, sobrevivir.

Flores de calabacín

Flores de calabacín

Leí Quercus por primera vez sin saber a qué me enfrentaba, solo por el placer de volver a leer a su autor, de quien ya había disfrutado otros títulos. A penas leídas las primeras páginas, supe que esa lectura iba a ser una aventura de la que me costaría salir. Ahora que el libro alcanza una merecidísima segunda, y primorosa, edición gracias a la impecable labor de la editorial Cuarto Centenario, me ha vuelto a ocurrir. Quercus no irá al estante de leídos, porque sé que en cualquier momento tendré que volver a él, tal es la fuerza de la historia que Rafael Cabanillas Saldaña ha querido colocar en las páginas de un libro que pienso sinceramente que todos deberíamos leer, por la calidad del lenguaje con el que está escrito y por la veracidad de una historia que muy bien puede, y no debería, volver a ocurrir.

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Paz Martín-Pozuelo es escritora y profesora titular de la Universidad Carlos III de Madrid.

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