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Científicos sospechan que el coronavirus pudo llegar a los humanos a través de las granjas peleteras

Un pasajero con equipo de protección espera en el Aeropuerto Internacional de Wuhan.

Amélie Poinssot | François Bougon (Mediapart)

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¿Y si la epidemia actual tuviese origen en la ganadería intensiva? Desde la aparición del SARS-CoV-2, muchos científicos han tratado de encontrar el eslabón perdido entre el murciélago, identificado como el reservorio ancestral del virus, y la especie humana. Para saltar la barrera de las especies, es probable que el virus tuviera que pasar por un huésped intermedio, que lo habría albergado hasta tener contacto con los humanos. Ya en febrero de 2020, los investigadores chinos apuntaban al pangolín y las autoridades del país prohibieron el comercio y el consumo de animales salvajes.

Pero la fauna salvaje, presente en el mercado de Wuhan, donde se detectó en diciembre de 2019 el primer hombre infectado por coronavirus, quizás no sea la única causa. De hecho, la teoría del pangolín fue rápidamente descartada, ya que el virus encontrado en estos animales difería del encontrado en los pacientes con covid. En estos momentos, varios investigadores estiman que el origen pudo estar en las granjas intensivas de animales de peletería, aunque los científicos no descartan otras hipótesis como que tenga su origen en un laboratorio o la transmisión directa del murciélago al hombre. En cualquier caso, así lo sugirieron dos artículos publicados el 8 de enero en la revista Science, relativos a las granjas de visones –una industria masiva en China en los últimos años–, así como una investigación publicada por Reporterre la semana pasada.

El primero de los dos artículos se hace eco del estudio realizado por investigadores holandeses que observaron la circulación del SARS-CoV-2 en 16 granjas de visones de los Países Bajos. No sólo se infectaron estas granjas con el coronavirus, sino que también se infectaron los trabajadores de las granjas. A finales de junio de 2020, el 68% de los empleados de las granjas afectadas dieron positivo en covid-19 o tenían anticuerpos contra la enfermedad.

Comparando los genomas y los tiempos de infección, los investigadores logran establecer “pruebas de transmisión de animal a humano”. Concluyen que si bien el virus fue introducido en las granjas por los trabajadores, evolucionó entre los visones y luego reinfectó a los humanos. También observan que en las granjas estudiadas, la tasa de transmisión del virus es probablemente más rápida que en la población humana. Algo que no sorprende ya que las granjas son intensivas, donde los animales crecen, en el interior, con gran promiscuidad...

“Se necesitarán trabajos de investigación adicionales porque la producción y el comercio de pieles no pueden convertirse en un reservorio para el futuro contagio del SARS-CoV-2 a los humanos”, advierte el equipo científico.

El segundo artículo, escrito por dos investigadores chinos del Instituto de Virología de Wuhan, va en la misma línea. Consiste en una síntesis de conocimientos sobre el posible papel del visón. Además de los Países Bajos, ocho países se han visto afectados por la contaminación en las granjas de visones; Dinamarca –que sacrificó todos sus visones, casi 17 millones, en el otoño–, Francia –que acabó con una de las cuatro granjas de visones de su territorio–, España, Suecia, Italia, Grecia y Estados Unidos.

Ambos autores señalan que, aparte del caso del visón, no se pudo establecer ninguna otra transmisión de animal a humano. Subrayan que la proteína ACE2 presente en las células de visón hace que el visón sea “un posible intermediario” para el virus CoV-2-SARS. Por último, señalan que las muestras tomadas antes de diciembre de 2019 evidencian que el virus estaba ciertamente circulando antes del “primer caso” hallado en Wuhan.

“Deberían realizarse investigaciones retrospectivas de muestras de antes de la emergencia, en visones u otros animales predispuestos, así como en seres humanos, para identificar a los huéspedes originales del virus y determinar cuándo se propagó el virus a los seres humanos”, concluyen.

¿Podrá la misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que llegó a China el 14 de enero, identificar a este huésped intermedio? Dicha misión, integrada por diez expertos internacionales cuidadosamente seleccionados por las autoridades chinas, ya ha visto obstaculizados sus esfuerzos. Las autorizaciones se han retrasado, los miembros de la misión deben guardar cuarentena a su llegada... El director de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus, después de ser criticado por Estados Unidos por haber favorecido a Pekín, afirmó la semana pasada que estaba “decepcionado” con el Ejecutivo chino por el retraso.

Y con razón; entre finales de julio, cuando la OMS hacía públicas sus primeras conclusiones sobre el origen del virus y detallaba el objetivo de su siguiente misión en China y el comienzo de sus investigaciones, han pasado ¡casi seis meses! Demasiado tiempo, por lo que desaparecen las posibilidades de identificar las primeras etapas de la epidemia. Más de un año después de la aparición de la enfermedad, las pruebas en animales probablemente den pocos indicios de su pasada infección...

Sin embargo, “es muy importante que se lleve a cabo una investigación de este tipo”, explica Conrad Freuling, investigador alemán que actualmente realiza estudios sobre los perros mapache, otro animal de peletería que podría estar presente en la cadena de contaminación. “De lo contrario no podremos prevenir futuras epidemias”, añade.

Hasta la fecha, la información de Pekín sobre la aparición del SARS-CoV-2 ha sido muy incompleta. Si bien todos los países productores de visones han visto sus granjas afectadas por el virus, China, el principal productor de pieles de visón del mundo, no ha registrado, según se informa, ninguna contaminación en sus granjas.

Otro hecho intrigante: mientras que en 2002-2003, durante la primera epidemia de SARS, la investigación científica china centró su atención en los animales de granja, se identificó a la civeta de las palmeras como huésped intermedio y también se encontraron rastros del virus en perros mapache (véase este artículo publicado por un equipo chino en Science, en octubre de 2003), esta línea de trabajo después se perdió por completo. Desde diciembre de 2019, en el país asiático ningún equipo científico ha publicado ningún trabajo sobre la relación entre el covid y los animales de granja.

¿Ceguera voluntaria? China es un peso pesado en la producción mundial de pieles. Según los últimos datos disponibles de la Federación Internacional de Peletería, referidos a 2014, China produjo 35 millones de pieles de visón al año, de los 87 millones que hay en todo el mundo. Esta estimación se duplica, según la Asociación de la Industria del Cuero de China, que en 2014 contaba con 60 millones de visones, 13 millones de zorros (seis veces la producción europea) y 14 millones de perros mapaches (99% de la producción mundial).

Precedentes del coronavirus: el huésped intermedio era un animal de granja

En su informe [en inglés] “El comercio de pieles en China", publicado en 2019, la ONG ACTAsia explica que la industria de las pieles ha estado en auge desde los años ochenta y noventa. Cayó en 2016, pero se recuperó más tarde. Contrariamente a la tendencia en Europa –donde cada vez más países están prohibiendo las granjas peleteras, como Reino Unido, Austria, Alemania, Croacia, Noruega, la República Checa, Luxemburgo y Bélgica–, las granjas chinas no parecen cumplir ninguna norma. El maltrato de los animales, la contaminación ambiental, la falta de normas sanitarias para los trabajadores, el canibalismo entre los animales, los cadáveres abandonados, etc. Según ACTAsia, esta producción de pieles ignora todas las reglas elementales de higiene.

En esta línea ahondaba también una investigación publicada en el periódico británico Daily Mail en 2015 sobre los perros mapaches. Los activistas pudieron entonces entrar en una granja china y filmar animales en pequeñas jaulas pegadas las unas a las otras, víctimas de todo tipo de maltrato. Una vez más, los animales muertos se servían como alimento del resto.

¿Están estas prácticas muy difundidas en China? ¿Continúan hoy en día? Es imposible saberlo. En cualquier caso, cuestionan el papel de esta industria peletera en la aparición del SARS-CoV-2 y hacen aún más extraño que no haya habido estudios sobre dichas granjas.

Fuera de China, sin embargo, varios equipos están interesados en este campo. Además del estudio holandés mencionado anteriormente, un experimento alemán, llevado a cabo en el Instituto Friedrich-Loeffler a orillas del Báltico, quería probar la susceptibilidad de los perros mapache a la infección experimental del SARS-CoV-2. Sus conclusiones, publicadas el mes pasado por Emerging Infectious Diseases, muestran que los animales sanos pueden infectarse a través del contacto con animales previamente inoculados con el virus, y que todos los animales infectados muestran muy pocos signos clínicos, lo que los convierte en portadores sanos indetectables. “Nuestros resultados indican que las granjas afectadas pueden ser reservorios de CoV-2-CoV-SARS”, escriben los autores.

Contactado por Mediapart (socio editorial de infoLibre), Conrad Freuling, que dirigió el estudio, precisa: “Nuestra experimentación muestra que los perros mapache son susceptibles al CoV-2-SARSS, pueden albergar el virus en grandes cantidades y pueden infectar a otros animales de la misma granja”. Es demasiado pronto para concluir que esta especie podría haber sido el huésped intermedio. Pero es un comienzo que vale la pena explorar, en opinión del investigador.

La falta de estudios chinos en este ámbito es todavía más sorprendente por cuanto para la mayoría de los coronavirus identificados hasta ahora, el huésped intermedio, ha resultado ser un animal de granja. Como se dice en un artículo publicado en 2018 en la revista Nature, que incluye un gráfico que reproducimos bajo estas líneas, han surgido siete coronavirus; primero existen en un huésped silvestre (murciélagos mayoritariamente; roedores, en dos de los casos), luego saltan a un huésped intermedio (camélidos, ganado, lechones, según el caso; dromedario en el caso del MERS-CoV; civeta en el caso del SARS-CoV-1), desde donde pasan a la especie humana (en cinco de ellos).

Huéspedes reservorios y huéspedes intermedios de siete coronavirus. © Nature

Para Meriadeg Le Gouil, virólogo de la Universidad de Caen, si bien todavía es prematuro, a la vista de los conocimientos actuales, concluir que la ganadería desempeñó un papel clave en la aparición de la actual epidemia, es en todo caso “una hipótesis en la que hay que centrarse”. “Ya hemos tenido una experiencia muy cercana”, explica este especialista a Mediapart. “La del primer SARS, en 2002-2003. ¿Dónde están las pruebas de las especies que desempeñaron un papel en esta epidemia anterior? Esta es la base de una investigación epidemiológica en el campo; vamos a ver en las granjas. Incluso sin la experiencia del primer coronavirus, sabemos muy bien que el rastro de un virus es fácil de encontrar en las granjas y que estas últimas son entornos privilegiados para la circulación de un virus”.

Este investigador, autor de una tesis en 2008 sobre el primer coronavirus, explica que cuando surgió el SARS-CoV-1 a principios de la década de 2000, la cría de la civeta –una especie silvestre– estaba en auge en China. Pero poner animales salvajes en las granjas significa crear las condiciones ideales para la circulación de un virus; cambiar el ecosistema de los animales, la densificación y acercarnos a la población, que nunca antes han tenido contacto con la vida salvaje.

Otro hecho inquietante lo constituye el hecho de que las civetas, como el visón y otros mustélidos, son carnívoros con receptores de coronavirus muy cercanos a los de los humanos. Estas son las proteínas ACE2, que se encuentran en la superficie de muchas células, incluyendo las de nuestras vías respiratorias. Estas proteínas interactúan con el virus y promueven su adhesión. “Esto es lo que hace que estos pequeños carnívoros sean particularmente interesantes de estudiar en la aparición de estos virus”, explica Meriadeg Le Gouil.

Pero todavía quedan muchas incógnitas por despejar. ¿Cómo entraron en contacto los murciélagos con las granjas de visones o perros mapache? ¿La moratoria y el sacrificio masivo de civeta en China desde 2003 han llevado a un cese total del consumo de estos animales?... No es uno sino varios eslabones los que faltan en la cadena. “No tenemos todos los datos”, subraya Meriadeg Le Gouil.

La misión de la OMS, que llegó a China el jueves, donde permanecerá varias semanas, ¿logrará investigar las granjas de pieles? Entre los expertos comisionados se encuentra la científica holandesa Marion Koopmans, que dirigió el estudio mencionado sobre la epidemia de coronavirus en las granjas de visones de los Países Bajos. De momento se muestra prudente. “En este punto, creo que necesitamos tener una mente muy abierta cuando tratemos de mirar hacia atrás a elementos que eventualmente llevaron al brote”, dijo a los periodistas a su llegada.

Mike Ryan, otro miembro del equipo, añadió que la OMS tiene la intención de ir “a todas partes” para entender cómo surgió el virus. ¿Pero abrirá Pekín las puertas de las granjas intensivas? ¿Se arriesgará a dar un golpe importante a la industria de la piel, que es uno de los pesos pesados de su economía? En abril, el Gobierno chino clasificó a los visones, zorros polares y perros mapache como de “cría especial” en lugar de animales salvajes, para que estos animales quedaran exentos de la prohibición de su comercialización.

Desde entonces, ha apoyado la teoría de que el virus puede haber surgido fuera de China. La última declaración a principios de la semana pasada del portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Zhao Lijian, va en ese sentido. La OMS, dijo, “tendrá que hacer visitas similares a otros países y regiones si se da la necesidad”, declaró. Cada vez hay “más casos precoces”, lo que hace “muy probable que la búsqueda del origen implique a muchos países y localidades”. Las incógnitas sobre el origen del SARS-CoV-2 pueden quedar sin respuesta durante algún tiempo.

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Traducción: Mariola Moreno

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