El auge de la ultraderecha
La extrema derecha nacionalista forma líderes para un gran proyecto europeo con academias en España, Francia y Hungría
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Esa idea de que los nacionalismos son antiglobalizadores reclama ya un lugar en el basurero de la historia. El pujante ultranacionalismo conservador, ola mundial a la que está subido Vox, defiende de forma cada vez más coordinada "un nuevo orden globalista iliberal", que combina la promoción del neoliberalismo con una visión excluyente del cristianismo político que aboga por el cierre cultural. No es una suma de proyectos inconexos. Es, cada vez más, una red cooperativa, que en el caso de Hungría –en plena ofensiva contra la homosexualidad, incluida la prohibición de hablar del tema en los colegios–, Francia y España se vale de instituciones para la formación de líderes, lo que desvela su "ambición" y proyección de futuro. Así lo exponen Dorit Geva, profesora titular y decana fundadora del programa de estudios de grado de la Central European University, y Felipe G. Santos, investigador postdoctoral de la Universidad de la Ciudad de Londres, en un trabajo académico inédito cuya publicación está prevista para septiembre en International Affairs, una de las revistas de referencia sobre relaciones internacionales.
Los dos investigadores han analizado mensajes, conexiones y escuelas de pensamiento y formación de líderes, con el foco puesto en Hungría, Francia y España pero con una visión de conjunto de las extensiones y propósitos generales de un movimiento en plena efervescencia. El auge nacionalista "no está dando lugar a la desglobalización, sino fomentando la globalización iliberal", en un empeño que no es rupturista sino que pretende determinar el sistema desde dentro, señalan los autores. Geva y Santos toman como muestra la actividad de dos escuelas de pensamiento y formación de líderes, la Universidad Nacional de Servicio Público, destinada a formar altos perfiles húngaros alineados con el Gobierno de Victor Orbán, y el Instituto de Ciencias Sociales, Económicas y Políticas, fundado por la joven promesa ultraderechista francesa Marion Maréchal, sobrina de Marine Le Pen, con sedes en Lyon y Madrid y vínculos claros con Vox. "Ambas instituciones promueven un orden internacional capitalista basado en Estados-nación fuertes" y pretenden "resignificar la democracia cristiana en un proyecto radicalizado y conservador sobre una concepción excluyente del cristianismo", exponen.
Geva y Santos observan en los partidos y proyectos analizados una vocación de convertirse en "caballos de Troya para cambiar la política europea, y la Unión Europea, desde dentro". Son, señalan, muestra de su ambición por "trabajar a través de dominios de acción que se extienden mucho más allá del ruido de los partidos de protesta".
Se trata de escuelas de formación de líderes nacionalistas que no rechazan las instituciones globalistas. Al contrario, se promueve la participación en las mismas, tanto del ámbito comercial como del político. El proyecto es infundir "valores autoritarios neoliberales en las instituciones globalistas", de modo que "el encastillamiento de los mercados vaya de la mano del encastillamiento de las naciones", con valores conservadores en "género, multiculturalismo y migración".
Hay una hoja de ruta de "antiliberalismo globalista", acuñan los autores, que inscriben el fenómeno en la creciente cohesión de un proyecto compartido, sobre todo a raíz de la salida del Fidesz húngaro del Partido Popular Europeo y sus conversaciones con el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, y con Matteo Salvini para formular una alianza europea. Eso fue en abril. En mayo Orbán recibió en Budapest a Santiago Abascal, que lo puso como ejemplo para España. "Los iliberales globalistas de Europa –señalan Geva y Santos– cultivan intensas redes de cooperación", al mismo tiempo que trabajan para "desarrollar una visión alternativa de la globalización basada en las naciones y civilizaciones culturales, y en la protección del cristianismo".
Se suele presentar a la extrema derecha nacionalista "como antiglobalización, incluso como reivindicativa", pero la realidad hoy es otra, explica Santos a infoLibre. Lo básico del Consenso de Washington, que ha ofrecido las coordenadas óptimas para el despliegue del neoliberalismo, no se toca. Líderes como Santiago Abascal, Marine Le Pen o Viktor Orbán –en este último caso, desde el poder– no defienden una soberanía económica, ni tampoco institucional, sino una "recuperación de límites culturales". "Se trata de decidir quién puede entrar y quién no, quién es un ciudadano y quién no, y de poner límites culturales al tipo de familia que se defiende y al rol de la mujer", observa Santos. Ese es el programa. El diagnóstico coincide con el elaborado por el teólogo Juan José Tamayo en La Internacional del Odio (Icaria, 2020), donde señala: "La nueva religión se guía políticamente por la dialéctica amigo-enemigo, religiosamente por la teología de la prosperidad y económicamente por el neoliberalismo a ultranza".
Las escuelas de Vox
Vox ofrece claras muestras de interés por entretejerse en proyectos con vocación internacional. Por un lado, con su acercamiento a Orbán y al líder del partido ultracatólico polaco Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski. Por otro, vinculándose, a través de figuras como Kiko Méndez-Monasterio, estrecho colaborador de Abascal, a uno de los proyectos investigados, el Instituto de Ciencias Sociales, Económicas y Políticas. Se trata de una escuela de pensamiento con un discurso occidentalista en el que abundan perfiles que defienden –en línea con Orbán– no sólo que Europa tiene una raíz cristiana, sino que el propio cristianismo, con su idea de respeto a la vida del individuo, es la base misma de la democracia. "La democracia debe su existencia al cristianismo", ha afirmado Orbán.
El instituto arrancó en España a primeros de 2020, cuando Maréchal culminó los trámites para su constitución con un equipo en el que figuran Kiko Méndez-Monasterio; Gabriel Ariza, hijo de Julio Ariza, fundador del Grupo Intereconomía y de Libertad Digital; y Javier Tebas Llanas, hijo del presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas Medrano, entre otros. En su nómina de profesores está Luis del Rivero, fundador de Sacyr. En julio termina su primer "Programa de Liderazgo y Gobierno". Los investigadores definen el instituto como una "fusión de la ideología pro-mercado con los valores familiares conservadores". Ese es exactamente el modelo.
Vox se despliega al mismo tiempo hacia lo que llama la "iberosfera". "Al igual que Reagrupación Nacional [el antiguo Frente Nacional], Vox desarrolla cómodamente relaciones internacionales con países con los que existe relación postcolonial y lazos económicos. En América Latina, además, hay un fenómeno de cristiandad radicalizada" especialmente atractivo para Vox, explica Santos. La Fundación Disenso, el think tank de Vox, acaba de lanzar un programa para formar "jóvenes líderes de la Iberosfera" y "combatir" el "comunismo" a ambos lados del Atlántico.
Formación de élites
Orbán es una figura clave. Los dos autores lo conocen bien. Sobre todo Geva, investigadora mitad israelí, mitad canadiense, que desde la Universidad Centroeuropea ha sufrido el embate del Fidesz contra esta institución fundada en 1991 por George Soros y convertida por el régimen húngaro en objeto de persecución hasta que tuvo que trasladarse de Budapest a Viena. En el líder húngaro observan los autores una fusión de dos elementos: "democracia cristina radicalizada" e "ideología pro-mercado que aboga por un comercio global sin barreras y con un Estado nacionalista fuerte que dirija la competitividad de la nación en el capitalismo global". El líder húngaro se dedica ya sin disimulo a promocionar esta visión fuera de las fronteras de su país.
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Lo hace entre otras herramientas a través de la Universidad Nacional de Servicio Público, "una iniciativa fundamental del proyecto de la nueva extrema derecha europea", explica Santos . Abrió en 2012 para servir al Estado y cultivar a sus nuevos funcionarios, diplomáticos y profesionales, tanto en en Hungría como en la la UE, con un alineamiento total con el Gobierno y una vocación de "transformar las instituciones globalistas desde dentro", exponen los investigadores. La universidad acaba de lanzar un Programa de Carrera de la Europa de las Naciones, que pretende, en palabras del rector, formar "profesionales húngaros que trabajen en la UE". Una figura relevante es Tibor Navracsics, que dirige el Centro de Investigación para la Estrategia Europea de la universidad y ha sido viceprimer ministro y comisario europeo de Cultura.
El propósito global de la la universidad es "la construcción de la Europa de las Naciones, el respeto de los valores cristianos y las tradiciones culturales de otras naciones, la tolerancia y la protección de la libertad individual". Similar ideario incorpora el Instituto de Ciencias Sociales, Económicas y Políticas, el que tiene una sede española vinculada a Vox. La diferencia es que la institución con eje Lyon-Madrid carece de la potencia de fuego que da un gobierno. No obstante, ya se ve un nexo común. También a través de este institución, señalan los investigadores, "la extrema derecha francesa y española está entrenando a sus futuros líderes para que ocupen posiciones de poder".
Al no ser tan fácil asegurar un desembarco político, el instituto de Maréchal pone el énfasis en el económico. En Francia, el instituto ya presume de colocar a sus alumnos en empresas globales del CAC 40, el principal índice bursátil galo, así como en instituciones de comercio internacional. Anthony Lacoudre, que imparte una asignatura sobre el sistema fiscal internacional, también trabaja en HUB4U.S., la compañía que apoya a las empresas francesas que desean invertir en Estados Unidos ayuda a las corporaciones estadounidenses a expandirse a Europa. Entre sus servicios, HUB4U.S incluye ayudar a las multinacionales a identificar "la opción fiscal más eficiente", señalan los autores de la investigación. Repliegue identitario, sí; pero –como dicen los anglosajones– business as usual. El modelo económico es intocable.