IGUALDAD
El movimiento feminista calienta motores para recuperar un 8M que vuelva a llenar las calles
Primero, una pandemia que truncó los planes de un movimiento feminista que venía fortaleciéndose cada año. Después, el señalamiento de la derecha en la calle y en los tribunales. Finalmente, la prohibición en la Comunidad de Madrid de salir a la calle. No son tiempos fáciles para el activismo que gira en torno al 8M. Y a pesar de ello, las mujeres que se encargan de nutrirlo siguen organizadas y con la mirada puesta en el año próximo: el feminismo volverá a las calles, prometen.
Algunas de las muchas comisiones territoriales han tenido o tendrán las primeras reuniones este mes de diciembre, antes de dar por concluido el año. En Madrid, la primera asamblea se celebró el pasado 11 de diciembre y en Zaragoza tendrá lugar el día 28. Asturias dejará los reencuentros para después de las fiestas y Galicia hará lo propio, llamando a esa primera reunión ya en enero. La cita en la capital registró una asistencia que invita al optimismo: en torno a 70 personas acudieron presencialmente y cerca de 90 se conectaron de manera online. Las cuentas son de Julia Riesco, vocera de la Comisión 8M de Madrid y una de las organizadoras del encuentro. La asamblea se llenó de "alegría compartida por volver a estar", dice en conversación con infoLibre, "tenemos ganas y necesidad de tomar las calles, cuidándonos como hemos hecho siempre".
Han sido dos años difíciles, desde que estalló la crisis sanitaria, también para el movimiento feminista. Y especialmente para el madrileño. El 8M de 2020, sin estado de alarma decretado, las mujeres salieron a las calles y la derecha le responsabilizó sin titubeos de la expansión de los contagios. El señalamiento llegó a los tribunales y el Supremo acabó dando la razón a las feministas. Pero en 2021 llegó un nuevo golpe: la Delegación del Gobierno en Madrid prohibía la marcha. El Tribunal Superior de Justicia (TSJM) ha admitido ahora uno de los recursos interpuestos.
Pese a ello, el movimiento feminista ha seguido en las calles, "articulándose alrededor de las asambleas de barrios y pueblos", demostrando la necesidad de un "discurso en torno a los cuidados", señala Riesco. Sobre ese eje se ha cimentado el movimiento feminista en un año marcado todavía por la pandemia. Así lo entiende también Blanca Cañedo, feminista y miembro de la Comisión 8M de Asturies.
"Algo que hemos descubierto con el covid es que se demostró que había una red y funcionó muchísimo, a extremos que no imaginábamos", clama la feminista. "Lanzabas un SOS y veías que el 8M estaba. Es una fuerza muy viva". Quizá, reflexiona al otro lado del teléfono, las comisiones han dejado de ser ese grito común que de forma masiva interpeló a toda la población. Pero tampoco se han convertido en un espacio marginal, estrictamente pensado para el activismo más militante. Todo lo contrario: "Sigue vivo y vamos incorporando gente nueva. No es una estructura sólida, es como el humo y por eso es capaz de meterse en muchos sitios", presume Cañedo.
Objetivos, prioridades y… ¿huelga?
¿Cuáles son los objetivos en agenda para 2022? Cada comisión está consensuando todavía las líneas que incorporará en sus respectivos manifiestos, pero sí existen demandas de base a las que las feministas no renuncian. "La crisis de cuidados, seguimos sin poner la vida en el centro, la defensa de los servicios públicos, pero también las violencias machistas y la precariedad laboral", traza Julia Riesco.
Coincide Esther Moreno, activista feminista en Zaragoza. "Creo que poner los cuidados en el centro sigue siendo muy necesario", especialmente después de haber constatado que los "trabajos considerados esenciales siguen sin tener reconocimiento social ni económico". Moreno recupera demandas históricas como la inclusión de las trabajadoras del hogar dentro del Régimen General de la Seguridad Social y la derogación de la Ley de extranjería que "condena a la clandestinidad o a la precariedad a muchas trabajadoras migrantes".
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Sobre cuestiones especialmente polémicas, como la futura ley trans, las feministas liman asperezas. Cañedo afirma que existe un debate interno, pero rehúye de polémicas estériles y confía en resolverlo desde el diálogo. Las activistas saben bien que existen debates no resueltos, pero la forma de abordarlos es mucho más discreta que la que parecen reflejar espacios más hostiles como las redes sociales. En cualquier caso, las comisiones mantienen su apuesta por la inclusión de "todas las mujeres" e insisten en la necesidad de "trabajar en torno a consensos".
La estructura de las comisiones dicta que cada territorio es independiente en su organización y en sus reivindicaciones. Por eso, cada año son las propias entidades territoriales las que deciden sobre asuntos de calado como la convocatoria de una huelga. "Si hiciéramos ahora mismo una asamblea, esa sería sin duda la primera pregunta", pronostica Blanca Cañedo. La idea de una huelga sobrevuela siempre al 8M: porque los paros parciales de 2017 y las posteriores huelgas marcaron un antes y un después, pero también porque las feministas insistieron entonces en la idea de resignificar el concepto de huelga y llevarla a espacios como los cuidados y el consumo.
En Madrid, no hay consenso. Y por eso se ha acordado no llamar a la huelga, al menos en el plano laboral. En Asturias, la primera asamblea se celebrará después de Navidad, así que por el momento la incógnita está abierta, igual que en Zaragoza, cuya comisión prefiere mantenerse al margen hasta celebrar ese primer encuentro. Blanca Cañedo es partidaria de conservar esa otra visión en torno al concepto de huelga: "Este año se pondrá encima de la mesa la huelga, pero no sé si la huelga laboral. Hay que buscar otras fórmulas, usar la creatividad".