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Las comunidades se lanzan a limitar los pacientes por médico sin ampliar aún las plantillas de primaria

Miles de personas protestan en Málaga en defensa de la sanidad pública en Andalucía.

Con el fin de la huelga de atención primaria en la Comunidad de Madrid, las protestas de los sanitarios de este nivel asistencial que a finales de 2022 y principios de 2023 se extendían por media España han terminado de contenerse. El acuerdo que el comité de huelga y el Gobierno conservador de Isabel Díaz Ayuso firmaron el pasado 16 de marzo y que permitió acabar con el paro indefinido que 4.240 médicos de familia y 720 pediatras mantenían desde el 21 de noviembre contenía una de las demandas principales de los profesionales: el límite de las agendas en 30 pacientes para los primeros y en 20 para los segundos —a los que se sumarían otros cuatro no demorables.

La medida, sin embargo, no es pionera. Otras comunidades como Andalucía, Extremadura, Cantabria o Aragón ya la habían adoptado antes. En todos los casos, para frenar distintas protestas. Pero, según denuncian los sindicatos, no se está respetando y, en la mayoría de los casos, porque no se puede. "La limitación de las agendas ha sido el caballo de batalla de la atención primaria. Se ha firmado establecerlo en varios acuerdos de salida de huelgas, pero la mayoría está quejándose de que todavía no se ha instaurado", confirman fuentes de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM).

Cataluña fue la primera en poner en marcha algo así. Como recuerdan desde Metges de Catalunya, la huelga de cuatro días que tuvo lugar en el año 2018 se acabó tras la rúbrica de un pacto que contemplaba establecer un máximo de entre 25 y 28 pacientes por facultativo cada día, lo que permitía una atención de al menos 12 minutos por cada uno de ellos. "El documento que puso fin al paro, de hecho, es el que se ha tomado como referencia en otras comunidades autónomas a la hora de pactar y de negociar soluciones para la atención primaria", indican desde el sindicato. El problema es que desde entonces no se ha aplicado. "En algunos sitios sí, pero no se ha desplegado de forma mayoritaria, y es algo que hemos denunciado varias veces ante la inspección de trabajo, porque las agendas ilimitadas son perjudiciales para la salud de los trabajadores", denuncian. En la última huelga que llevaron a cabo en enero lo volvieron a poner encima de la mesa. "No queremos establecer ningún límite, solo que se cumpla lo que ya pactamos", reiteran.

La situación es parecida en Andalucía. Allí, el Sindicato Médico Andaluz pactó el pasado mes de enero, para evitar una huelga, limitar los pacientes a 35 por médico de familia y 25 por pediatra, pero tampoco se ha cumplido. "Se firmó en enero, se llevó a Mesa Sectorial hace un mes y todavía no tenemos nada", corrobora Luis González, portavoz de la Federación de sanidad de CCOO en la comunidad. También ha ocurrido en el País Vasco, que ha establecido 35 actos médicos como máximo, un concepto que incluye desde visitas presenciales hasta llamadas telefónicas. Allí, ese límite no se cumple "jamás". "Ahora mismo el médico inicia su jornada con un número fijo en su agenda, pero poco a poco se va alargando", critican desde el Sindicato Médico de Euskadi. "Al final, se acaban viendo más de 40", lamentan.

Aun así, otras autonomías han seguido este ejemplo y han llegado a acuerdos similares con los sindicatos de profesionales que, sin embargo, miran con recelo el futuro de la medida. Pasa en la Comunitat Valenciana. "Firmamos el acuerdo el pasado 8 de marzo y en él se estableció también un límite de 35 pacientes por médico de familia y de 28 por pediatra. El problema es que es posible que la implantación no sea definitiva en todas partes", vaticina Manel Canela, miembro del equipo de negociación colectiva de la Federación de sanidad de CCOO en la región.

"Sobre el papel, el límite de las agendas es una mejora bestial. En mi centro, antes de pandemia, teníamos un máximo de unos 45 pacientes que acababan convirtiéndose fácilmente en 60. Les veíamos en unos cinco o seis minutos como mucho, y ahora la previsión es que podamos dedicarles diez a cada uno. Así sí podríamos hacer nuestro trabajo". Quien habla es Jaime Roel, facultativo en el Centro de Salud Guayaba, en Madrid, que, sin embargo, no tiene claro que eso se pueda aplicar al día a día. "Si con la plantilla que somos cada médico ve más de 45 pacientes al día, no sé ahora cómo las mismas personas vamos a ser capaces de ver un máximo de 34. Los pacientes ni se crean ni se destruyen. Van a seguir estando ahí, y las patologías también", dice.

Esa es la cuestión. Desde las organizaciones sindicales de todas las comunidades se apunta a ese problema como el escollo que está haciendo que las agendas limitadas no funcionen: las plantillas son las mismas. Y ya antes no eran especialmente extensas.

Mejora la atención, pero tarda más en conseguirse

La situación, por tanto, se torna compleja. "Será más difícil acceder al médico, porque tendremos menos disponibilidad. Pero eso sí, el día de la consulta se recibirá una mejor atención", explica Roel. Actualmente, según los datos recogidos en el último Informe Anual del Sistema Nacional de Salud, solo el 15,5% de las personas que pidieron cita con su médico de cabecera fueron atendidas en el mismo día, mientras que el 50,6% tuvo que esperar más de un día, con un tiempo medio de espera de 5,8 días. Según el barómetro sanitario del CIS, que cuenta con datos más recientes, en noviembre de 2022 ocho de cada diez pacientes tuvieron que esperar más de un día para ser atendidos por su médico de familia, frente al 55,1% de antes del covid, según sus datos.

Ahora, esos tiempos podrían aumentar, aunque esto se ha tenido en cuenta y se ha planteado una alternativa. Como explica Ángela Hernández, la secretaria general de Amyts, el sindicato convocante del paro de los profesionales de primaria madrileños, se implantará una agenda de rebosamiento que atenderá a los pacientes de más, es decir, a partir del número 35. A todos ellos los podrá ver un facultativo que, con carácter voluntario, podrá ver hasta seis pacientes por hora, durante un máximo de cuatro horas, y cobrando 50 euros por cada una de ellas. Es decir, un médico con turno de mañana podrá quedarse por la tarde para descargar agenda, propia o de otro médico. Y ahí entra el segundo problema: "Se puede perder la longitudinalidad", lamenta Roel.

"Nosotros somos la única especialidad médica que acompaña al paciente en toda su vida y los únicos que tratamos todos sus problemas de salud. A un paciente le conoce su médico, y esto se va a ver afectado por que muchos serán atendidos por otros por falta de hueco en las agendas", critica.

"En Andalucía, en muchos centros de salud te dan la cita en 14 días, imaginemos qué pasará si limitamos encima las agendas sin aumentar los médicos. Habrá mucha gente que no tendrá más remedio que ir a las urgencias de los hospitales", coincide González.

La solución pasa, creen todos, por aumentar las plantillas, como se prevé que ocurra en la Comunitat Valenciana, donde Canela explica que la Conselleria de Sanidad también se ha comprometido a rebajar la jornada a 35 horas semanales, para lo que harán falta alrededor de otros 2.500 profesionales. "Eso mejorará las agendas, claro", dice el sindicalista.

Pero es necesario hacerlo en toda España. El Defensor del Pueblo, en su último informe anual publicado la semana pasada, ha denunciado que "la atención primaria en España, desde antes de la pandemia de covid, pero muy señaladamente a partir de las circunstancias extraordinarias provocadas por la emergencia sanitaria, se enfrenta a una crisis que queda reflejada en la pérdida de capacidad para atender adecuadamente la demanda asistencial, por varios factores, aunque muy especialmente por la insuficiencia de profesionales sanitarios". "Las demoras para recibir atención en consulta [...] superan en muchos centros de atención primaria [...] el plazo de varios días y hasta semanas. Es algo que desvirtúa la propia naturaleza de la atención primaria, basada en la proximidad y la continuidad asistencial. Los reajustes constantes de plantilla provocan, además, la pérdida de vinculación entre los profesionales y sus pacientes, eliminando otro elemeno que caracteriza este nivel asistencial", denuncia la institución.

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Según los datos más recientes del Ministerio de Sanidad, el 54,0% de los profesionales asistenciales de medicina del Sistema Nacional de Salud trabajan en hospitales, y el 27,1% en atención primaria, donde hay 80 profesionales de medicina por cada 100.000 personas, una cifra muy inferior a la del resto de países de nuestro entorno, según reveló un informe de Eurostat publicado con datos de 2016 —donde España registraba 75 sanitarios por cada 100.000 ciudadanos. Portugal contaba en ese momento con 253 por cada 100.000 habitantes; Francia, con 152; Alemania, con 97; e Italia, con 89.

"Los informes que remiten las distintas administraciones sanitarias coinciden en señalar como problema común que está en la raíz de las dificultades en los servicios de atención primaria [...] el insuficiente número de profesionales sanitarios disponibles. Estos informes sitúan la cuestión, por tanto, en un problema de oferta de profesionales. Pero hay que recordar que todas las administraciones citadas conocen esta circunstancia desde hace años, sin que parezca que los acuerdos y medidas que se adoptan eviten el proceso de adelgazamiento y envejecimiento de las plantillas", critica el Defensor del Pueblo.

"Aunque los políticos vendan una cosa, los recursos son limitados. O se invierte más o se actúa en consecuencia", remata Hernández. "Habrá que ver qué mecanismos articula la administración para asumir la demanda máxima. Todo lo que suponga dinero sabemos que es lo más difícil", añade CESM.

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