La lucha contra el cambio climático no se jugará en el Mundial de Fútbol de 2030
“Un enfoque fomentado en la sostenibilidad y la responsabilidad social” para “minimizar el impacto ambiental de los eventos deportivos, promover el deporte seguro y maximizar la influencia positiva del fútbol en las personas y comunidades de todo el mundo”. Así relata la FIFA su compromiso con el ecosistema. En el informe Visión 2020-2023, el organismo internacional dirigido por Gianni Infantino recoge una serie de objetivos para la primera parte de la década actual entre los que se destacan la lucha contra el cambio climático, la igualdad de oportunidades y la protección de los valores del deporte.
A dos meses de agotar el tiempo que indica el informe, la FIFA no parece muy dispuesta a cumplir con todos sus retos. Hace apenas dos semanas de la confirmación del primer mundial con sede multicontinental –África, Europa y América del Sur– que supondrá el récord de emisiones de CO2 en la historia de los mundiales, superando la cifra de 3,6 millones de toneladas que estimó la FIFA para el Mundial de Catar.
El transporte como principal problema
Un informe de 2021 de la FIFA, que estimaba cuántas toneladas iban a ser emitidas en el pasado “Mundial de la vergüenza”, señaló que la mayoría de ellas, en torno a un 51,7% del total, serían debido al transporte. Cerraban la estimación las emisiones de la construcción de infraestructuras con un 24,2% y las de alojamiento con un 20,1%. Las emisiones indirectas, grupo al que pertenecen los tres datos mencionados anteriormente, emitieron más de 3 millones y medio de toneladas de CO2, cerca de un 98%. Por otra parte las emisiones directas e indirectas de otros tipos apenas llegan al 2% restante.
Con estos números se deduce que uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la organización internacional es la cantidad de viajes y las altas de emisiones de gases invernadero que provocan. La decisión de la FIFA ha sido organizar un Mundial en 2030, año marcado por los Acuerdos de París para reducir las emisiones en un 45%, en el que la distancia de la sede inaugural, Montevideo, y la sede de la final, probablemente Madrid, sea de casi 10.000 kilómetros.
Aún quedan más de seis años para el sorteo de los grupos del mundial, pero no sería descabellado que, por ejemplo, un equipo asiático como Corea del Sur o Japón jugase su primer partido en Uruguay, Argentina o Paraguay y su segundo partido en Marruecos, España o Portugal. De esta manera y en apenas una semana, esa selección viajaría 19.400 kilómetros de Seúl, tomando como ejemplo a los surcoreanos, a Buenos Aires y 10.000 de la capital argentina a Madrid. Casi 30.000 kilómetros que perjudicarían a los jugadores y al medio ambiente y solo beneficiaría a la FIFA.
Los compromisos fallidos de la FIFA
“La FIFA se compromete a alcanzar emisiones netas cero para 2040 y lanza la Estrategia Climática de la FIFA”. Este es el título de otro informe de la FIFA de noviembre de 2021 en el que "confirma su compromiso” con el Marco de Acción Climática del Deporte.
¿Qué son las emisiones netas cero? Son el gran objetivo de la ONU sobre las emisiones de gases de efecto invernadero. Para contrarrestar el reciente aumento de la temperatura global de la Tierra, la organización mundial propone el “cero neto” para conservar un planeta habitable. “Es necesario que las emisiones se reduzcan alrededor para 2030 y que se alcance el cero neto hacia 2050”, explica la ONU.
El escrito de la FIFA, publicado a la par de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) en Escocia, señaló que intentarán reducir las emisiones “en un 50%” para el Mundial de 2030. Este dato contradice a las cifras que firmó la FIFA sobre las emisiones en el Mundial de Catar (3,6 millones de toneladas de CO2) que lo convirtió en el evento deportivo más contaminante de la historia superando al resto de mundiales y Juegos Olímpicos.
Gianni Infantino, actual presidente del organismo, anunció una nueva “estrategia climática integral” y reconoció a su entidad como una de las primeras organizaciones deportivas en “medir, reducir y compensar las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Por el momento, las decisiones de la FIFA sobre dónde hacer los próximos campeonatos no se asemejan a su estrategia de reducir las emisiones sobre el clima. En 2026 será el turno de Norteamérica, con sedes a lo largo de los tres países, y en 2030 el recientemente anunciado mundial multisede en tres continentes diferentes.
Investigaciones contra la FIFA
Según varios informes de 2022 de Carbon Market Watch, organización de investigación sin fines de lucro, la huella real del torneo de Catar fue mayor a la anunciada por la FIFA. Esta ONG defiende que no fueron 3,6 millones de toneladas las emitidas, si no 5 millones. La principal diferencia radica en “la huella de los estadios permanentes”, ya que la FIFA asegura que estos estadios serán utilizados para otros eventos, aunque desde la organización de investigación ven “su futuro incierto”.
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En otro comunicado de 2023, Carbon Market Watch resalta su “victoria” contra el organismo internacional al conseguir “que deje de describir la Copa del Mundo de 2022 como ‘neutra en carbono’ porque la afirmación es ‘falsa y engañosa’”, según una ordenanza de un regulador suizo.
El coste de un mundial
Albergar un mundial cada vez es más costoso. Desde el primer campeonato en el que hay datos, el de 1994 en Estados Unidos, los números no han dejado de subir. El campeonato americano tuvo un costo de 500 millones de dólares, según Front Office Sports, mientras que su sucesor, Francia 1998, cuadruplicó la cifra hasta 2.300 millones. Pero son cantidades muy bajas si se comparan con el costo que tuvo el mundial de Catar, el más caro de la historia: 220.000 millones de dólares.
En el caso español, el Mundial 2030 costará aproximadamente 1.430 millones, según las cifras ofrecidas por el Ejecutivo el año pasado. Además, se espera una inversión de 750 millones en las infraestructuras, entre las que destacan la renovación de la mayoría de estadios que serán sede de dicho mundial, y se prevé un impacto de más de 5.000 millones en el PIB.