El último adiós a Concha Velasco, la artista total que "evolucionó" mucho antes de que España lo hiciera
"Mamá, quiero ser artista", cantaba en 1986 Concha Velasco. Ya lo era. Es más, ya era una artista total. Total desde que actuara, a finales de los años cincuenta, como vicetiple en la compañía de revistas de Celia Gámez, fuera Chica de la Cruz Roja, rodara ocho películas con Manolo Escobar, encarnara en teatro y televisión la Doña Inés del Tenorio. Y, en claro contraste, y solo en quince años, fuera la protagonista de películas como Pim, pam, pum, fuego, Las largas vacaciones del 36, o la serie televisiva Teresa de Jesús. ¿Contraste, evolución de la artista, o reflejo fiel de la España del momento? Quizás la mejor respuesta la diera la propia Concha cuando afirmaba "Yo he evolucionado mucho; España, no tanto".
Y es que aquella Conchita de Valladolid, que había cursado durante años danza clásica y española, encontró su primera tarea artística en tablaos, como el de Manolo Caracol. Después recaló en la Revista, único escarceo erótico consentido por el franquismo, actuando, en segundo plano, junto a Celia Gámez, protegida nada y nada menos que por Millán Astray. Y enseguida, el cine, aquel cine de los sesenta y primeros setenta blanco, blanquísimo, adormecedor de conflictos y discrepancias, en el que a la citada se suman El día de los enamorados, Amor bajo cero, o Historias de la televisión. Por cierto que, para continuar con las paradojas, en ella canta Concha La chica ye-ye, una canción de Guijarro y Algueró, que el director José Luis Sáez de Heredia —a la sazón su pareja— le adjudica a ella, en contra del guion previsto, y que, en realidad no va de una chica de ese estilo, si no contra la moda entre adolescentes originada por el estribillo del She loves you de los Beatles. En cualquier caso, la canción es un bombazo entonces y casi hasta ahora, y se identifica con su intérprete, por más que artistas del momento, como Gelu o Rosalía, grabaran sus respectivas versiones que no consiguieron opacar a la original. Una curiosidad más, Concha Velasco no se consideró nunca cantante, por más que, por razones comerciales, se viera obligada veinte años después a grabar una nueva versión de este tema, que interpretara ocho discos más con Belter o que dos de sus grandes éxitos posteriores, los musicales Mamá quiero ser artista y la versión española de Hello, Dolly, corrieran a cargo de su voz.
Pero España va cambiando y los papeles que la artista encarna quizás hasta van por delante. Aquellas películas que solo representaban una parte de la sociedad quedan como antiguallas de otro tiempo, otro país. En pleno 1975 estrena Pim, pam, pum, fuego, a la que siguen Las largas vacaciones del 36, La Colmena, Esquilache, o Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?
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Un recorrido similar sigue en el teatro, dónde al eterno Don Juan Tenorio, o Las que tienen que servir, suceden al inicio de la transición el protagonismo de Mariana Pineda en Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca, o Filomena Marturano, hasta llegar, ya en 2009, a La vida por delante de Josep María Pou.
La televisión demuestra todas sus facetas
Si Concha Velasco ha demostrado su capacidad de artista total en todos los campos, es en la televisión donde desarrolla todas sus facetas interpretativas. Primero en aquellos Estudio 1 con obras como La dama del alba, La alondra, el Tenorio, Una muchachita de Valladolid, Las brujas de Salem, hasta llegar a su papel cumbre en la serie Teresa de Jesús, ¿Dónde está la vicetiple de revista, la chica de la Cruz Roja, la compañera de Manolo Escobar y Tony Leblanc? ¿Dónde la chica ye-ye? Drama e historia viva de la mística. Drama evidenciado con los ojos, con la cara recortada por el hábito, con la voz, con los silencios, con, quizás, la mejor interpretación realizada por Concha Velasco en sus casi sesenta años de carrera. Pero ella no se conforma, y en un giro brutal de guion, y con sus posteriores papeles va a demostrar otras capacidades, otras muestras de talento. En los ochenta se hace cargo de la presentación de los especiales de Nochevieja durante tres años consecutivos, participa en series tanto en TVE como en Antena 3, presenta programas y concursos y se hace cargo durante casi una década de introducir en La 1 Cine de barrio.
En los últimos años la enfermedad ha provocado que sus trabajos se fueran espaciando, aunque cada presencia contara con la misma admiración, solo superada por el cariño de todo tipo de personas. Es muy plausible que Concha que ahora nos deja sea la más querida del panorama artístico español; lo que es seguro es que desaparece una artista total.