¿Puede caber una película en un haiku?

Antonio Jiménez Millán

Matiné

Juan Manuel Villalba

Luces de Gálibo (Málaga, 2023)

Con el esmerado diseño de Luces de Gálibo (diseño racionalista, papel de calidad), aparece este nuevo libro de poemas del malagueño Juan Manuel Villalba. El título, Matiné, tan evocador de aquellas antiguas sesiones matinales, abre un espacio diferente en las relaciones entre cine y literatura/poesía, y plantea una pregunta desde las páginas preliminares del autor: ¿cómo puede caber una película en un poema o, más exactamente, en un haiku? A pesar de su diversidad material, la poesía y el cine convergen y se influyen mutuamente desde el siglo pasado: ya Luis Buñuel indagaba hace décadas en el nuevo sentido de lo poético que trajo consigo el cine y que, a su manera, expresaron Alberti, García Lorca o Cernuda.

Juan Manuel Villalba dispone los haikus en el orden cronológico de la película a la que aluden. El haiku supone un proceso de destilación y de abstracción que encuentra a lo largo de este libro una reveladora correspondencia con el lenguaje cinematográfico. Recuerdo ahora que, hace casi exactamente un siglo, el crítico Enrique Díez Canedo publicaba un artículo, Antonio Machado, poeta japonés, en el que hablaba con especial interés de la adaptación del haiku en Nuevas canciones (1924), en la línea del modernismo y de la primera vanguardia. Es llamativa, también la proximidad de estas formas breves orientales con la seguidilla andaluza, a partir del esquema silábico 5 / 7 / 5. En Matiné, los haikus adoptan tonos diferentes, desde la invocación ("Ladrón, bastardo, / navajero arrogante, sálvanos tú", Robin de los bosques) al monólogo dramático ("Lo tengo todo. / Nunca podré vender / mi soledad", Ciudadano Kane), pasando por reflexiones que conectan con el aforismo ("Es muy sencillo: / aparta de tu vida / lo que no es vida", El filo de la navaja; también los que se refieren a las películas El crepúsculo de los dioses, Moby Dick, Los 400 golpes, o El cartero siempre llama dos veces).

Ajustándose al modelo formal, varios poemas narran una historia por medio de la elipsis; así ocurre en El hombre invisible: "El mismo infierno. / Ahora ella también / sigue sin verme". En otros momentos, cobra protagonismo la voz de un personaje, una especie de yo ficticio: "Lo supe siempre: / la pesadilla era / estar despierto" (La noche de los muertos vivientes); en esa línea se sitúan igualmente los textos basados en El expreso de medianoche o Atrapado en el tiempo: "Iré mañana / como todos los días / a que me ignores".

Como en todos los libros de poemas de Juan Manuel Villalba, encontramos en Matiné hallazgos notables, destellos de inteligencia que sorprenden al lector:

  • "Éramos tres. / Tú, yo y el que vivía / en cada copa" (Días de vino y rosas).
  • "Por qué tan lejos / si el futuro esperaba / en el pasado" (2001: una odisea en el espacio).
  • "Querer ser otro / sin saber que el destino / te mataría" (La ley de la calle).
Hermosa desolación

Hermosa desolación

Hallazgos que, a veces, surgen de una paradoja: "La mejor droga / es la inmensa ventisca / del equilibrio" (Drugstore Cowboy). El lector —casi podríamos añadir: espectador— de Matiné puede recorrer, de otra forma, la historia del cine. Cada página de este libro es una pantalla donde la luz impresa se convierte en imagen escrita.

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* Antonio Jiménez Millán es poeta y catedrático.

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