Reducir a números una tragedia suele aminorar su importancia. Aunque en algunas ocasiones ofrece la dimensión de esta tragedia. Al menos una dimensión humana. Llevamos catorce meses contando muertos en un territorio asaltado por un ejército de los mejor dotados del mundo, el israelí. Han muerto casi exclusivamente niños y sus madres.
El holocausto que los griegos definieron hace ya más de veinte siglos como “tierra quemada” es una realidad que el mundo político no se atreve a declarar
La disculpa oficial es que son miembros de una facción terrorista, Hamas, que parece que recluta a adictos entre la infancia y sus madres. Pero los números delatan que son falsas las acusaciones porque no hay ejército con tal número de soldados en una población tan limitada. Se llegó a publicar que eran 9.000 los niños terroristas, cuando la cifra de muertos era la mitad que ahora. Hoy serían unos treinta mil, si seguimos las proporciones. El caso es que el horror es tan contundente que el holocausto que los griegos definieron hace ya más de veinte siglos como “tierra quemada” es una realidad que el mundo político no se atreve a declarar.
Los números son los siguientes: 107 asesinados cada día desde el fatídico 7 de octubre de 2023; 255 heridos cada jornada desde entonces. Y no se pueden contar los desaparecidos bajo los escombros que dejan los bombardeos sobre escuelas, hospitales, campamentos de refugiados/deplazados, viviendas, templos, bibliotecas, museos, edificios históricos… Tierra quemada.
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Fernando Granda es socio de infoLibre.
Reducir a números una tragedia suele aminorar su importancia. Aunque en algunas ocasiones ofrece la dimensión de esta tragedia. Al menos una dimensión humana. Llevamos catorce meses contando muertos en un territorio asaltado por un ejército de los mejor dotados del mundo, el israelí. Han muerto casi exclusivamente niños y sus madres.