2025 podría no ser igual, depende de lo que hagamos
Independientemente de cómo se encuentra la economía individual de cada país, en el nuestro, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saca pecho diciéndonos que, de las principales economías del mundo, España es hoy el país que más crece triplicando la tasa de crecimiento de la UE y superando las expectativas del organismos internacionales y nacionales. España no es una burbuja flotando en el aire.
2024 prosigue como un año más de crisis, de guerras, de inmersión en la barbarie o, como se dice hablando de terremotos, una réplica del año anterior con carácter agravante, aunque solo sea éste por su aspecto duradero. Y todo apunta a que 2025 seguirá en la misma línea o incluso peor, a pesar del optimismo relativo de algunos dirigentes políticos.
La fase actual de una crisis que dura medio siglo se inscribe en lo que los economistas burgueses denominan muy a menudo “crisis secular”. Crisis que se ha visto agravada por la rápida sucesión de fallos del sistema monetario internacional, la abolición de la convertibilidad del dólar y las sucesivas crisis petrolíferas.
Esta crisis secular puso fin definitivamente a los treinta años de bonanza posteriores a la Segunda Guerra Mundial, debida al relance de la economía capitalista para reconstruir lo que se había destruido durante la guerra. Las crisis han sido la sombra del capitalismo desde sus inicios, siendo una de sus fases de desarrollo. No obstante, a diferencia de las crisis del capitalismo ascendente en periodo de auge, las crisis del capitalismo senil de nuestra era tienden a prolongarse y perpetuarse, de ahí la expresión “crisis secular”.
Todo indica que la fase actual de la crisis va a empeorar, según lo que la propia burguesía y sus portavoces nos dicen. Toda la prensa burguesa, incluso la propia prensa económica, parece angustiada. Temen que en este mundo capitalista enormemente financiarizado estalle una posible crisis financiera incluso peor que la de 1929. Si por ahora no se ha producido y parece que la evitaremos, probablemente lo peor esté por llegar.
La gran burguesía sigue obteniendo beneficios, incrementándose año tras año. Lo hace a costa de la clase trabajadora, de los pensionistas y de los recortes en los servicios públicos
Si por el momento el comercio mundial, un indicador significativo de la economía, no se ha hundido a pesar de las medidas proteccionistas adoptadas por las potencias imperialistas más sólidas, principalmente la estadounidense, dichas medidas proteccionistas empiezan a afectar ese indicador.
Un buen ejemplo es la evolución de Alemania. Lo que lleva a declarar a Mario Draghi que “la economía europea está en peligro, o actuamos o será una lenta agonía”. Y no es un periodista columnista quien lo dice. Por lo visto, su temor no es la competencia contra los rusos o los chinos sino contra los Estados Unidos, señalando con un dedo acusador la insuficiente inversión productiva.
Lo que diferencia la crisis actual de la de 1929 es que la gran burguesía sigue obteniendo beneficios, incrementándose año tras año. Lo hace a costa de la clase trabajadora, de los pensionistas y de los recortes en los servicios públicos: sanidad, educación y transportes públicos, entre otros. Por lo esencial sus beneficios son los adquiridos mediante la especulación y las finanzas. Si lo tuviésemos que resumir en pocas palabras: los ricos son cada vez más ricos, los pobres son cada vez más pobres.
Si no sabemos por el momento si los conflictos bélicos actuales nos llevarán a una deflagración general planetaria, lo que empeoraría las condiciones de las clases populares, una cosa es cierta: su inevitabilidad. Como también es inevitable la certeza de que, si queremos poner un término a la situación actual, es decir evitar lo que Rosa Luxemburgo resumía como “barbarie o socialismo”, la otra certeza es que la única protagonista que puede poner un término a esta situación, hacerse cargo de las esperanzas de su clase y del destino de la humanidad, siempre ha sido, es y seguirá siendo la clase trabajadora.
__________________
Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre.