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Ana Mato

Mario Martín Lucas

Pocos políticos españoles representan tan adecuadamente, como Ana Mato, la “ocupación” de la política, y el triunfo de los “aparatos” de partido sobre la política con mayúsculas y la meritocracia; su vida ha estado vinculada a la “fontanería” de su partido, primero a través de José María Aznar en Castilla-León, con el que se inició como asesora en 1984, con veinticinco años, para en 1996 ser designada miembro de la ejecutiva Nacional del PP y sucederse en diversos puestos orgánicos: coordinadora de Participación y Acción Sectorial, vicesecretaria General del PP, coordinadora de las elecciones generales del 2011, etc. hasta llegar a ser nombrada ministra, sucediendo, nada menos que, a Leire Pajín, ¿qué tendrá ese ministerio?

Los marianólogos hablan de verdadero vínculo de cercanía, porque en política no existe la amistad, hacia esta Ana, a la que Rajoy mantenía en su Gobierno a pesar de sus implicaciones en la trama Gürtel, del jaguar no visto en su garaje, de los viajes pagados por Correa, del dinero en efectivo entregado a su exmarido, Jesús Sepúlveda, y de su desastrosa gestión en la crisis del ébola, de la que fue apartada asumiendo el protagonismo Soraya Sáenz de Santamaría. Claro que su hoja de servicios no tiene desperdicio, destacando la implantación del copago farmacéutico (abril 2012) y los recortes en sanidad y dependencia (restricción de la cartera de servicios sanitarios, hepatitis C, tratamientos de fertilidad solo para parejas, etc.). 

Pero llegó el auto del juez Ruz del pasado miércoles, 26 de noviembre, donde se incluye a Ana Mato como “partícipe a título lucrativo” de las cantidades entregadas por la red que lideraba Francisco Correa (Gürtel), entre 1999 y 2005, al que fuera su marido, alcalde de Pozuelo de Alarcón y senador, Jesús Sepúlveda, cuyo régimen de gananciales no se disolvió hasta 2005, y ello coincidió con las vísperas de la comparecencia parlamentaria de Mariano Rajoy para presentar sus medidas ante la corrupción y en esa derivada está la clave de su forzada dimisión ese mismo día.

Según el juez Ruz, la entrada de fondos en la economía de la familia Sepúlveda Mato en ese periodo ascendió a 732.640,37 euros, con hasta cinco sistemas diferentes: entregas de fondos en metálico (449.017,24 euros), regalos familiares (50.331,82 euros), servicios de carácter privado (5.108,52 euros), automóviles (135.070,72 euros) “jaguar” incluido y gastos electorales (111.864,32 euros), sin que ninguno de estos importes haya sido declarado, presuntamente, a la AEAT.

Ana Mato debería haber dimitido de forma voluntaria en cuanto su nombre fue relacionado con la trama Gürtel y así nos habríamos evitado sus esperpénticas afirmaciones sobre su ignorancia en relación a los fondos que entraban en su casa a través de su marido, o sobre su desinterés en si había un jaguar, o no, en su garaje; y también debería haber dimitido tras su desastrosa gestión en los primeros días de la crisis del ébola, con sus subrealistas ruedas de prensa, pero no, su dimisión llegó para salvaguardar los superiores intereses del presidente del Gobierno ante su comparecencia en el Parlamento, quien le hizo ver que, finalmente, no es tan importante dejar un ministerio, sobre todo manteniendo su escaño de diputada y su puesto en la ejecutiva del partido, además ya para siempre, de por vida, será exministra y eso no está nada mal, ¿verdad Ana?

Mario Martín Lucas es socio de infoLibre

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