“Hay que atracar bancos y matar ministros”.
Imaginen que estas son las conclusiones que alguien saca tras ver La Casa de Papel, serie española más vista a nivel mundial, y tras leer los magníficos artículos Ahora somos un país de genios y Forenses de las palabras.
En La Casa de Papel, el creador Álex Pina crea un entramado soberbio con unos personajes muy logrados en su psicología, interpretados por actores y actrices que han saltado a la fama internacional, y que consiste en el atraco de la Fábrica de Moneda y timbre y de los lingotes de oro del Banco de España.
Berlín, el psicópata, Alba Flores, la reivindicativa, Jaime Lorente, el chico perdido de pueblo… Todos empatizamos en algunos momentos con estos personajes, incluso si uno era un violador o una policía defenestrada por un ministerio de interior machista.
Los hechos y escenarios representados en esta serie son ficticios. Así comienza el capítulo I Álex Pina. ¿Creen que debería ir ante un juez por representar el atraco de nuestra moneda y reserva nacional de oro con la victoria triunfante de los chicos del mono rojo?
Qué gilipollez de pregunta —pensarán—. Seguro que hay que aplaudir a este productor, Álex Pina, y ver la serie en el caso de que nos guste, una serie que han visualizado millones de personas.
Continuando con un gran articulista de nuestros tiempos que creo que debemos leer cada domingo, Arturo Pérez Reverte, nos encontramos las siguientes frases en los textos mencionados previamente: “me cisco en los muertos más frescos de los ministros de Educación de las últimas dos o tres décadas” y “si en España hubiese un juicio de Nüremberg sobre crímenes contra la Educación, o sea, un ajuste de cuentas con los responsables del disparate en que se han convertido nuestros colegios y universidades, faltarían sogas para ahorcar a tantos presidentes de gobierno, ministros y consejeros autonómicos”. ¿Quiere este escritor de Cartagena que matemos ministros? ¿Que ataquemos la democracia?
Es absurdo afirmar sin pruebas que Álex Pina o Pérez Reverte quieran que “atraquemos bancos y matemos ministros”. Sus bombas, sus metralletas o sus guillotinas son metáforas que visualizan la necesidad de conseguir un mundo más justo
¿Debería ir este escritor ante un juez por sus palabras? Qué soflama de pregunta —pensarán—. Guste más, guste menos, son millones de hispano-hablantes los lectores de Pérez Reverte.
Es absurdo afirmar sin pruebas que Álex Pina o Pérez Reverte quieran que “atraquemos bancos y matemos ministros”. Sus bombas, sus metralletas o sus guillotinas son más bien metáforas que visualizan la necesidad de conseguir un mundo más justo o más egoísta, según se quiera ver en el caso de la serie, así como la necesidad de que nuestro modelo educativo sea más igualitario, sobresaliente, justo y crítico, en opinión del escritor.
Aquí pueden ver todas las frases por las que el rapero balear Valtonyc está exiliado en Bélgica desde 2018.
Analicemos alguna de las frases de este rapero:
"Quiero transmitir a los españoles un mensaje de esperanza, ETA es una gran nación”.
Una frase de patraña que la verdad me cabría en el argumentario del PP, muy empeñado en continuar con la narrativa de que seguimos en los años de plomo de la banda terrorista años después de la disolución de esta.
A Valtonyc, un artista mediocre, le han jodido la vida. Solo hace arte —bueno, malo o regular lo valora cada uno— y mucho menos influyente que el de los dos artistas mencionados líneas arriba.
“Tu bandera española está más bonita en llamas, igual que un puto Patrol de la guardia cuando estalla".
Vi algo parecido en La Casa de Papel. ¿Igual que suponemos que Valtonyc desea eso en un verso aislado, podemos suponer que Alex Pina también desea eso si vemos una de sus escenas aisladas en las que salta por los aires una patrulla de policía?
“Un atentado contra Montoro otro logro pa' nosotros”. ¿Quién copió aquí, Reverte a Valtonyc o Valtonyc a Reverte?
“El rey tiene una cita en la plaza del pueblo, una soga al cuello y que le caiga el peso de la ley”. ¿No les recuerda a este fragmento de El maestro de esgrima?
La canción es un arte rápido, de minutos, fácil de llegar al oído sin concentrarnos, a diferencia del séptimo arte, de la literatura o de la prensa escrita, cuyo disfrute y comprensión está asociada a sentarse, pararse y prestar atención para poder valorar la calidad, qué creemos que el autor/a está expresando, qué nos dicen las metáforas, etc. ¿Por qué se juzgan las metáforas de letras de canción y solamente se valoran (sin ir a ningún juez) las metáforas de las escenas de una serie o de los renglones de un artículo o libro?
En fin, que no seré yo quien vaya a exaltar la violencia aquí porque no es sensato. Ahora bien, sí estoy de acuerdo en las metáforas que me cuentan y sueñan las historias artísticas expuestas de Álex Pina, Pérez Reverte y Valtonyc: “el fin del poder de la banca, la mejora de nuestra educación o el fin de la monarquía”.
Ah, por cierto, por si no lo vieron en la tele, en la radio, en su teléfono… el ciudadano/a belga se expresa con mayor libertad que usted porque El Tribunal Constitucional belga tumbó la ley de injurias a la Corona a raíz del Caso Valtonyc; bueno, a lo mejor tiene suerte con Juan Carlos, pues ha fijado su residencia fiscal en Emiratos Árabes Unidos y si ya no rinde cuentas tributarias en España, tal vez podamos comenzar a llamar a las cosas por su nombre sin ningún peligro de que nos llame para declarar la Audiencia Nacional por un delito propio de la Edad Media.
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Paco Ochoa es socio de infoLibre
“Hay que atracar bancos y matar ministros”.