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Begoña Gómez y ¿el juez prevaricador?

José Joaquín Belda Gonzálvez

Resulta muy significativo que, en el desbarre con el que diversos medios arremeten contra la esposa del presidente del Gobierno, obvien lo fundamental de toda esta polémica: que las actividades objeto de las acusaciones –de la Cátedra, de TSC, de la Universidad Complutense– persiguen únicamente fines no lucrativos, en beneficio del planeta a través de la investigación, formación y alianzas de índole social y medioambiental sostenible, promoviendo la responsabilidad social de las empresas. 

Las pruebas y la realidad son muy evidentes, todo un ejemplo de coherencia, actitud y comportamiento cívico a favor del desarrollo solidario de la humanidad. Vean la propia web. Bajo estas premisas, que son, al fin y al cabo, pretensiones muy loables y admirables por parte de la pareja de Pedro Sánchez, se han tergiversado los hechos, como si la finalidad no fuese relevante. Esto resulta muy sospechoso en esta campaña del todo vale para desprestigiar al rival político.

A Begoña Gómez, hasta la fecha, no se le ha podido achacar ningún enriquecimiento personal ni lucrativo, todo lo contrario, ha puesto sus conocimientos e inquietudes personales al servicio del interés general

Realizó sus estudios a través de escuelas superiores de formación con convenios con universidades que podrían ser homologables al CEU y a otras universidades privadas. Los complementó con otras titulaciones de la materia, destinadas a la formación de líderes y gestores de empresas para profundizar en lo que conocemos como responsabilidad social. Con su emprendimiento, consiguió situarse en un nivel económico y social medio, a pesar de que partía de orígenes familiares humildes, de núcleos rurales de la llamada España vaciada. Todo ello con anterioridad a su relación con el actual presidente del Gobierno.

Y encima se presta un magistrado conservador, con su jubilación prorrogada, padre de una edil del PP y con clara relación ideológica con los acusadores de extrema derecha

Posteriormente, ya con independencia laboral y económica, siguió al frente de entidades que perseguían estos fines en África y de otras ONG de relevancia mundial. Con su labor y mediación consiguió la implantación de la sede principal de algunas de ellas en España, como ha sido el caso de la Organización Mundial de Turismo. Dependiente de la ONU y con más de 160 Estados miembros, muchos países perseguían conseguirlo, y los periodistas de partido lo relatan como un negocio particular de Begoña. Todo un desquicio intelectual.

Que empresas que tienen destinados ingentes recursos para estos fines hayan apoyado nimiamente estas iniciativas se vean perseguidas por la turba mediática, aun teniendo en cuenta que estas relaciones puedan ser positivas para su trayectoria comercial como es normal en las relaciones comerciales competitivas, tiene miga. Y encima se presta un magistrado conservador, con su jubilación prorrogada, padre de una edil del PP y con clara relación ideológica con los acusadores de extrema derecha. Acusadores que se han basado exclusivamente en informaciones periodísticas que no aportan prueba alguna de enriquecimiento personal y han rechazado de oficio los informes de la UCO y de la Fiscalía, con una clara instrucción prevaricadora que pretende influir en la campaña electoral. Hay que ponerse a pensar qué ocurre en este país y en la justicia.

Solo hay que comparar con las parejas de los distintos líderes políticos de la oposición, ya que de ello se trata.  La señora del líder del PP, Feijóo, una rica señora de negocios que, entre otros, obtiene, en primera línea de mar, licencia para hacerse con una villa en pleno dominio público terrestre, con puerto para embarcación privada, incumpliendo el PGOU y la ley de Costas. La pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, señora Ayuso, se enriquece con la venta de mascarillas en pleno Covid, y con ello compra y reforma sin licencia un piso de alto standing y un vehículo de alta gama Maserati. Abascal no se queda atrás, con sus esposas, la actual y la ex, y los chiringuitos creados para él mismo. Y ellos son el ejemplo.

Desde luego, no todo vale en democracia.

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José Joaquín Belda Gonzálvez es socio de infoLibre.

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