La “donación” del señor Amancio Ortega de 320 millones de euros para la compra de un número de equipos oncológicos, afortunadamente, ha levantado la polvareda de la polémica. Significa esto que no todos estamos muertos.
La inversión de 320 millones de euros en equipos oncológicos es o puede encubrir un supuesto fraude, o una inversión ventajosa, sin perder de vista la candorosa opción de que haya sido iluminado por el rayo filantrópico el responsable de que sigan hoy sin ver un céntimo en indemnizaciones las víctimas de la hecatombe de Inditex en Bangladesh, y desista gentilmente de tensar las costuras de su bolsillo renunciando a 320 millones de euros.
A primera vista la donación de una cantidad que deja con la boca abierta a la mayoría de los mortales parece una acción irreprochable, a la que envolvemos de modo automático en sentimientos desinteresados y filantrópicos.
Si aplicamos la racionalidad que nos distingue de las bestias, si sometemos la altruista donación al filtro de la condición humana, encontramos distintos peldaños de mezquindad e interés ocultos en el supuesto ardor humanitario de los contables del señor Amancio Ortega, propietario de un imperio económico que da la vuelta al mundo moviendo indecentes cantidades de beneficios y pagando probablemente unas simbólicas a la par que ridículas cantidades en concepto de impuestos a la Hacienda española.
Tengamos en cuenta que el año 2016 Inditex tuvo un beneficio de 3.157 millones de euros y que en el año 2013 declaraba haber pagado en concepto de impuesto de sociedades, cotizaciones a la Seguridad Social y aranceles la cantidad de 821 millones.
La Hacienda española aplica oficialmente un tipo de gravamen a todo aquel que al año declare unos dividendos superiores a 24.000 euros. Pero la propia y maternal Hacienda española proporciona una serie de desgravaciones que permiten que después de deducirse todo lo legalmente posible el tipo oficial se reduzca del 30% al 27%.
Fuentes oficiales de Inditex reconocen pagar de verdad un 22% de sus beneficios, lo que resulta contradictorio con lo afirmado recientemente por el señor Luis Guindos, ministro de Economía del Gobierno español. Decía el señor Guindos que el tipo medio del gravamen que se aplica a las grandes empresas está entre el 5% y el 10%, después de desgravarse todas las chuches fiscales al servicio de estas privilegiadas compañías.
Una simple regla de tres le permite ver al avisado lector los pagos a la Hacienda española por parte de Inditex que podrían corresponder según el señor Guindos desde 157,5 millones de euros, hasta, si aplicamos el gravamen oficial del 30%, los 947,1 millones de euros para los beneficios obtenidos en el año 2016. La sustancial diferencia, 789,6 millones de euros, da para hacer donaciones de 320 millones varias veces. Por no hablar del derecho que se arroga un particular para decidir en qué especialidades médicas es oportuno o urgente invertir los dineros que debieran ser públicos si Hacienda fuésemos todos.
Según la revista Forbes, Amancio Ortega es la tercera mayor fortuna del planeta, que se calcula en 46.000 millones de euros.
Es el ministro Montoro quien diseñó la amnistía fiscal para los grandes defraudadores fiscales de España, que ha sido calificada de inconstitucional por los jueces del Tribunal Constitucional. El señor Montoro se dio por satisfecho al cobrar de promedio un 3% del dinero escondido por los delincuentes fiscales españoles, regularizándolo sin importarle la procedencia de esos capitales. Si éste es el trato fiscal que el señor Montoro ofrece a los delincuentes, cuál será la breva ofrecida a un honrado contribuyente que además da espléndidas propinas de cientos de millones de euros.
Si conservamos en el Gobierno a señores como Montoro y Guindos seguiremos teniendo caridad como la del señor Amancio Ortega que invertirá 320 millones de euros de vez en cuando en lo que le dé la gana. Si sacamos del Gobierno a señores como Montoro y Guindos, que perdonan los impuestos a los ricos, y los ministros que les sustituyen les hacen pasar por la ventanilla de Hacienda, como los españoles normales que la visitamos todos los años, no habrá caridad, a cambio los ingresos procedentes de empresas como la del señor Amancio Ortega podrán aumentar, sin menoscabo de su fortuna personal, en una cantidad próxima a los 950 millones de euros cada año.
Lo que demuestra que la justicia fiscal es más rentable para las naciones que la caridad. _______
Fernando Pérez Martínez es socio de infoLibre
La “donación” del señor Amancio Ortega de 320 millones de euros para la compra de un número de equipos oncológicos, afortunadamente, ha levantado la polvareda de la polémica. Significa esto que no todos estamos muertos.