Los feminicidios que ya son oficiales más allá de las parejas o exparejas: 62 asesinadas desde 2022

Manifestantes durante la concentración organizada por el Foro de Madrid Contra la Violencia a las Mujeres con motivo del 25N.

A Laura Luelmo la violaron y asesinaron hace seis años. El crimen sucedió sólo dos años después que el de Diana Quer y una década más tarde de que otro hombre terminara con la vida de Nagore Laffage. Aunque sus nombres han pasado a la historia, ninguna de ellas llegó a figurar como víctima de violencia machista en las estadísticas oficiales. Las organizaciones feministas se dejaron la voz recordando que ellas también lo eran y que las instituciones debían reconocerlas como tales. Su reivindicación fue —aunque tarde — finalmente escuchada. Desde hace dos años, la violencia machista más allá de la pareja encuentra su espacio en el recuento oficial de feminicidios que elabora semestralmente la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género. Los datos dan cuenta de la dimensión de una violencia que hasta ahora había permanecido invisibilizada —sin olvidar la labor de Feminicidio.net, que desde hace más de una década lleva el recuento de todas las víctimas—: entre enero de 2022 y junio de 2024, un total de 62 mujeres fueron asesinadas por el mero hecho de serlo.

Esta estadística persigue un objetivo fundamental a la par que ambicioso: reconocer que la estructuralidad de la violencia machista va más allá de las relaciones de pareja. En definitiva, abordar la violencia contra las mujeres en su totalidad. En cualquier espacio y contexto. Y sea cual sea la relación entre víctima y agresor. "Lo que se pretendía —y se consiguió— era ampliar la fotografía de asesinatos que se ejercen contra las mujeres en este país. Antes solo se contabilizaban las víctimas dentro de la pareja o expareja, y a los niños asesinados por sus padres. Aquí dimos un paso muy importante: ofrecer una estadística pública, oficial y lo más completa posible sobre todos los tipos de feminicidios. Y nos situamos a la vanguardia de la transparencia en Europa sobre la magnitud y extensión de la violencia machista", sostiene Bárbara Tardón, doctora en Estudios Interdisciplinares de Género (UAM) y exasesora del Ministerio de Igualdad.

La violencia contra madres y abuelas

Tras dos años y medio de recuento oficial, el retrato de los feminicidios fuera de la pareja empieza a cobrar forma. Y desvela una tendencia inmutable año tras año: la mayoría de víctimas son asesinadas por alguien de su entorno próximo. Por un conocido. Hijos, nietos, padres. Hasta en la mitad de los casos, el agresor era un pariente cercano de la víctima. Un pariente que incluso convivía con ella. Los hogares siguen sin ofrecerse como espacios libres de violencia machista: la mitad de las asesinadas compartía vivienda con su agresor. "Los lugares más peligrosos para las mujeres terminan siendo sus entornos más cercanos, aparentemente más seguros y de confianza. La representación de seguridad es históricamente patriarcal y sigue estando pensada para coartar nuestra libertad. Cuestionarla supone fragmentar un ideario de la familia completamente asumido en la cultura. De ahí la resistencia a reconocer estas situaciones, aunque los datos las evidencien", desgrana Tardón.

Pese a todo, hay motivos para el optimismo. Y es que los casos continúan disminuyendo. Si en el primer semestre de 2022 se registraron un total de 22 feminicidios y, en 2023, esa cifra bajaba ya a los 13, durante los primeros seis meses de 2024 se han identificado seis nuevos casos. Una bajada de casi el 54% respecto al año pasado. La mitad, feminicidios familiares (50%). Esto es, mujeres asesinadas a manos de un hombre con el que mantenían una relación de parentesco "por consanguinidad o afinidad". El feminicidio social vuelve a colocarse como el segundo más numeroso: dos mujeres (33,3%) perdieron la vida a manos de un hombre de su entorno con el que no mantenían una relación sentimental. Un vecino, un compañero de trabajo, un amigo. Por último, solo uno de estos crímenes (16,7%) tuvo una motivación sexual.

A los casos concretos. En dos de ellos, el agresor fue el hijo o nieto de la víctima. En uno, existía otro vínculo familiar. También en dos ocasiones la víctima perdió la vida a manos de un conocido. Y solo en un caso el responsable fue un hombre completamente ajeno a la mujer asesinada. Cifras que desmienten el mito extendido de que la mayoría de agresiones machistas de este tipo están protagonizadas por desconocidos, en plena calle y siempre con un interés sexual. "Quien te viola es tu marido, amigo o compañero de trabajo, no un desconocido que te asalta por la noche", sentencia Tardón.

Si atendemos a la edad, los datos confirman que la mayoría de las víctimas eran mayores que sus agresores. El rango de edad más habitual entre las asesinadas va de los 41 a los 50 años, con tres mujeres víctimas. El resto superaba ya los 50 años. Por el contrario, la franja etaria desciende llamativamente en el caso de los agresores. Dos de ellos tenían menos de 20 años y otros dos se incluyen en la categoría de 31 a 40. Datos que, una vez más, señalan en una dirección clara: la relación maternofilial sigue siendo la más frecuente entre víctimas y victimarios. Una situación que problematiza la interposición de denuncias.

Eso sí, toca prudencia: son cifras todavía provisionales e incompletas. "La confirmación de casos implica toda una labor de investigación y de coordinación institucional de máxima transparencia. Por eso se comunican con un cierto retraso. Habrá más", pronostica Tardón. Una posibilidad que confirman desde Feminicidio.net. 18 feminicidios familiares, siete feminicidios no íntimos, cinco feminicidios infantiles y, por lo menos, otros cinco casos pendientes de confirmación.

¿Qué queda por hacer?

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Tenemos los datos. ¿Ahora qué? Asociaciones y expertas denuncian que, lo que supuso un hito simbólico con el reconocimiento de una de las reivindicaciones históricas del movimiento feminista —la violencia machista más allá del corsé de las relaciones de pareja—, se ha limitado a una mera recogida y categorización de datos. No ha ido acompañado del impulso de políticas públicas encaminadas a la sensibilización, la prevención, la detección y la lucha activa contra este tipo de feminicidios.

"En España tenemos grandísimas políticas públicas en materia de igualdad, basadas en los estándares de los Derechos Humanos y en el Convenio de Estambul: la ley integral contra la violencia de género de 2004, el Pacto de Estado, la ley del solo sí es sí, la LOPIVI, una estrategia estatal y un plan de acción conjunta aprobado con todas las Comunidades Autónomas... Lo que hay que hacer es aplicarlas correctamente y con un presupuesto a la altura. Que las instituciones, el poder judicial, los distintos ministerios y los gobiernos autonómicos pongan en práctica la perspectiva de género y cumplan de verdad con todas las medidas contempladas en el aparato legislativo", insiste Tardón.

Y no es trabajo de un único ministerio. Ni de las asociaciones feministas. Ni siquiera de las mujeres. "Transversalidad, ahí está la clave. Si la violencia machista es multifactorial, la respuesta tiene que ser multiinstitucional e interinstitucional. Requiere todavía de mucha voluntad política y de mucha sensibilización social. Nos toca a todos", sentencia la experta.

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