Librepensadores
Casado, ¿'zoon politikon' o… 'zoon' a secas?

“El hombre… un milímetro por encima del mono cuando no un centímetro por debajo del cerdo”. Pío Baroja.
Escribo con la duda de si lo hago desde la umbría lucidez producto del desasosiego, o desde la incipiente enajenación mental provocada por la prórroga temporal que vuelve a alejarnos del espejismo: la puerta de entrada en la fase 1 de la crisis. Solo intuida en el horizonte de Madrid, confinados como seguimos en el nivel cero.
Que ningún oportunista malintencionado interprete errónea y precipitadamente esta reflexión como una queja. Aunque en un turbador y turbulento momento vital, mi psicólogo me reconoció que todo el mundo tiene derecho a quejarse.
Aún así, tengo que reconocer honestamente (a pesar de su bienintencionado y profesional consejo) que mi escrupuloso pudor social, en absoluto ajeno a la tragedia que en las circunstancias actuales a todos inquieta, a muchos afecta y a otros aplasta… me impide hacerlo.
Y aunque sumidos como estamos en “la madre de todas las crisis”. Lo siento por los “caceroleros” del PP. Tampoco pienso quejarme del gobierno. De forma cívica, matizada y con espíritu constructivo podría quejarme si quisiera. Pero ni pienso, ni me planteo hacerlo. No es el momento. Como de forma ejemplar nos está demostrando la oposición política en Portugal.
Un “pequeño” país que se engrandece día a día en la crisis. Y al que en España, no sé porqué motivo, desde nuestra presuntuosa arrogancia ibérica hemos ninguneado cuando no ignorado olímpicamente desde siempre. Aunque algo hemos avanzado en ese sentido, seguimos mirándolo por encima del hombro.
Escuchar las declaraciones de Rui Rio, presidente del Partido Social Demócrata ¡conservador! portugués (PSD), prestando apoyo incondicional sin fisuras a su adversario político, el hoy por hoy presidente del Gobierno de la República Antonio Costa, me provoca sentimientos encontrados como ciudadano.
Por una parte, de ibérica sana envidia ante la loable denuncia (que dignifica humana y políticamente al líder opositor portugués) reconociendo, como ha hecho Rui Rio, que atacar despiadadamente al gobierno aprovechando una crisis voraz, de consecuencias catastróficas e imprevisibles como la actual, no es una postura ética, ni patriótica.
Una noble, democrática y cívica actitud. Ejemplar en estos tiempos tan aciagos para la democracia. Que desde mi punto de vista (de forma simbólica y menos elegante que la de Rio) constituye una patada dialéctica y ética sutil pero contundente en la entrepierna de tanto canalla patriotero que busca refugio en un patrioterismo farisaico. Del que se considera referente exclusivo y ajeno al verdadero patriotismo.
Y por otra parte, me produce un sentimiento de vergüenza ajena ante la actitud ruin de su par español, Pablo Casado. Que de forma miserable, sin dar respiro ni tregua, recurre a la descalificación permanente de su bestia negra política Pedro Sánchez y su gobierno. Por cierto: ¡legítimo, nuestro, de todos y también suyo!
No es de recibo la zafiedad provocadora e insultante de su discurso. Aliñado con proclamas vitriólicas, que nada aportan al debate político, independientemente del ámbito en el que se desarrolle. La calidad de la civilizada disputa en el Parlamento, sede de la soberanía nacional, está no ya devaluada, si no bajo mínimos.
El cainismo latente en la ultraderecha española, nuestra negra y goyesca lacra histórica, vuelve a esgrimir la “quijada ideológica” tardofranquista, en su paranoico afán, por asestar el golpe definitivo al gobierno constitucional y legítimo. Para el que Pablo Casado, patriotero de crespones y corbatas negras, se postula ya como redentora alternativa.
En su precipitada y despiadada lucha por recuperar el poder, Casado recurre a un discurso y unas formas más propias de un politicastro o agitador social visionario que del líder de la oposición. Aspirante a presidir llegado el momento un gobierno constitucional y democrático. Hoy ocupado legítimamente, algo que no quiere entender ni asumir por Pedro Sánchez.
No caigamos en la tentación de liberar de sus ataduras morales el área reptiliana de nuestro cerebro. ¡Paciencia con el perennemente ofuscado hombrecillo de hiel y reyezuelo de FAES!. Traspasar límites éticos infranqueables políticamente en épocas de extrema incertidumbre como la actual con el miedo acechando implacable a los ciudadanos a la vuelta de la esquina. Es una apuesta mezquina y de alto riesgo democrático por antisocial, antiética e irresponsable.
De ahí la nobleza y el cívico valor añadido de la actitud adoptada en Portugal por el conservador Rui Rio. Y que contrasta, de forma lacerante, con la vileza de la adoptada en España por su par político… Pablo Casado.
Somos como Aristóteles consideró al hombre: animales politicos (“zoon politikon”). Pero el líder opositor del patriotero animalario ultraderechista nacional, antes de salir de casa, debe de dejar colgadas ¿intencionadamente? en el perchero las cualidades que como “zoon politikon” y también social y racional que es debiera lucir siempre.
Pero Pablo Casado, en pleno delirio revanchista, con la mirada perdida (propia de los iluminados), y enrocado en su deriva ultramontana y populista (adjetivo que rechaza para si mismo, pero que aplica con saña contra sus enemigos), está devaluando el valor del viejo concepto del filósofo griego.
Al hacerlo, el concepto aristotélico despojado del adjetivo “politikon” que lo humaniza y dignifica recupera su primario valor zoológico: “zoon”. Al que de forma vergonzante y… ¿solo simbólica? se auto adscribe zoológicamente el líder… ¿por cuánto tiempo?... del PP
Portugal… ¿por qué te envidio y por qué me gustas tanto?
Amador Ramos Mateos es socio de infoLibre