Criterio o barbarie
Lo siento, ingenieros, pero la lucha contra las noticias falsas no depende de máquinas, ni algoritmos, ni de ordenadores cuánticos, ni de una IA programada en Silicon Valley por tipos que creen que Sócrates fue un futbolista brasileño. Que lo fue, pero también era filósofo. La batalla contra los bulos depende de nosotros. De nuestra capacidad para analizar y discernir más allá de polémicas del tipo de si estuvo bien anulado el gol de Julián contra el Madrid.
Somos la primera línea de choque contra la desinformación. No habrá inteligencia artificial que nos salve si antes no activamos la humana. La playa de Omaha vuelve a estar ocupada esta vez por la ultraderecha ideológica, el IV Reich empresarial y unas “tecnoSS” que no exterminan judíos, pero sí neuronas, difundiendo vídeos tóxicos de 15 segundos que secuestran nuestra atención.
Para retomar esa playa no hacen falta armas al uso, basta con una mochila cargada de conocimiento, criterio y alguna cita de Kant. Y voluntad, que es lo primero que se pierde entre tanta memez.
A los bulos se les vence con pensamiento crítico y con cultura de la que se encuentra en los libros y también en Internet sin necesidad de “pajaporte”
A los bulos se les vence con pensamiento crítico y con cultura de la que se encuentra en los libros y también en Internet sin necesidad de “pajaporte”. No con reflexiones geopolíticas y sociales de fascistas heterobásicos que arrastran neumáticos de tractor pero que pondrían tilde en la "o" de "tractor" y publican hilos basura como si fueran encíclicas.
La desinformación se derrota con interés por la verdad. Esa cuestión incómoda que obliga a pensar cinco minutos. Algo por lo que nadie ha muerto todavía aunque sí murieron muchos por defenderla.
La verdad nos hace libres, sí, pero no se pide con una app y nos la trae un repartidor con la smash burger. Se llega a ella leyendo a filósofos, a historiadores, a poetas y a estadistas en sus cabales. Emocionándonos con María Zambrano. Escuchando a Paco Ibáñez. Riéndonos con Forges. Y también reposteando a Pandemia Digital, que algo siempre se quedará.
Menos algoritmos y más criterio. Menos burpees y más bibliotecas. Porque si esperamos que una IA nos diga lo que es cierto y lo que no, acabaremos creyendo que la Tierra tiene forma de zapato, que los astros influyen en las elecciones y que TikTok sabe más de fútbol que Luis Aragonés. Y por lo otro podría pasar, pero por lo del sabio de Hortaleza, no.
¿Cuál es el reto? Convencernos de que pensar no duele (tanto) y convencer a los demás de que leer no es un acto revolucionario, sino de supervivencia y civilización. Si no, la barbarie.
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Alfredo Díaz Curros es socio de infoLibre.