Edmundo Bal y Santa Bárbara cuando truena

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Domingo Sanz

Mala pinta tiene el futuro de un político si habla y a una persona normal como quien firma esto le viene espontáneamente a la cabeza una sabiduría tan al alcance de cualquiera como lo de la santa y sus tormentas.

Comulgáramos o no con sus idearios, muchos espectadores de los que solo votamos cada cuatro años nos alegramos cuando, tras una crisis económica mundial que incluso tuvo que lidiar con el famoso 15M, vimos emerger propuestas diferentes entre quienes, aunque siempre con la tentación de meter la mano en la caja, se postularon para trabajar para construir las leyes que todos tenemos que cumplir.

Pensábamos que, por fin, aparecerían ante las urnas papeletas con posibles que no fueran las de los dos de siempre, un PSOE y un PP que, demasiado habitados por políticos sin miramientos que llamaremos delincuentes, supieron practicar con pingües beneficios tantas corrupciones como para completar un abecedario de expedientes judiciales que siempre llegaban tarde y mal.

Unas “irregularidades” que, abro paréntesis, debería haber detectado desde el primer movimiento contable un Tribunal de Cuentas cuyos responsables deberían ser sometidos a interrogatorios nivel tercer grado hasta que cantaran las vistas gordas y además torcidas que han estado haciendo durante décadas, algo que va en el sueldo cuando conviertes un mundo pagado con nuestro dinero en el paraíso de tus nepotismos.

El caso es que lo que le he escuchado en la Cadena Ser a Edmundo Bal, flamante candidato de Ciudadanos a presidir la Comunidad de Madrid, es que “habría que cambiar la Ley Electoral para evitar el transfuguismo”, dolido como debe estar por los tres de Murcia y, sobre todo, por el miedo a lo desconocido, pues a estas horas ya van, creo, 12 cargos de su partido que han decidido huir a territorios políticos menos inseguros, de momento.

Se acuerda Bal ahora de la patrona de los mineros, tan rezada también en busca de imposibles, pero, además, se acuerda mal, muy mal, quien antes era abogado del Estado.

El tránsfuga, don Edmundo, no es más que esa clase de superviviente que busca mejorar su futuro sin sentirse demasiado esclavo, o incluso nada, de las palabras con las que fue construyendo su pasado.

Su existencia, la del tránsfuga, requiere que, allí de donde sale huyendo se hayan cumplido, al menos, dos condiciones: por una parte, una deficiente selección de personal, tarea especialmente compleja en tiempos de aluviones, y, por otra, una mala gestión del capital disponible que, en el caso de los partidos políticos que deciden competir en las urnas, actualiza su valor cada vez que finalizan los recuentos de votos y de escaños.

Y aquí es donde Bal, al nombrar la soga, esta vez de marca Loreg, en casa del ahorcado, no es necesario decir Ciudadanos, desvela sin darse cuenta los errores y las cobardías en la gestión realizada por el dúo Rivera/Arrimadas con el capital que recibieron en las urnas de un 20D primero y un 26J después, y también un 28ª a la vista de los precedentes, tres errores seguidos son siempre demasiados, y sobre todo si ninguno puede excusarse con un ambiente de pandemia que obligara a reconsiderar las prioridades.

Por tanto, como votante cada cuatro años que vigila lo que hacen aquellos que elegí para gestionar la aportación de capital realizada en las sucesivas urnas desde que regresaron en libertad, aunque vigilada y corrompida, consultaré las actas donde tengo anotados los números, tantas veces las únicas verdades.

Resulta que en las cuatro elecciones al Congreso a las que concurrieron los de Ciudadanos han conseguido los siguientes números y porcentajes de capital electoral en votos, después corregido por la Loreg para convertirlo en poder parlamentario.

Si los votos de todos los votantes hubieran valido lo mismo, en atención a la igualdad que establece el artículo 14 de una Constitución que tampoco se cumple en una ley tan decisiva como la electoral, en lugar de los 139 escaños totales que consiguieron los de Ciudadanos entre las cuatro elecciones generales, habrían conseguido 175, es decir, un 26% más de poder parlamentario durante todo el periodo, a razón de 49, 46, 56 y 24 escaños, respectivamente.

Ninguna empresa que compita en un mercado libre puede salvarse de la quiebra si a la hora de defender sus intereses regala olímpicamente a la competencia un 26% de lo que le corresponde.

Tras leer esto usted dirá que los de Rivera sabían cuales eran las reglas del juego, pero entonces yo responderé que eso vale para la primera vez, y que todos los partidos políticos se presentan asegurando que lo que proponen en sus programas electorales es mejor que lo que existe.

Parece mentira que Rivera y Arrimadas vengan de donde vienen, acudamos al chiste fácil, y no se les haya pegado nada de lo muy defensores de lo suyo que son los catalanes. Deberían haber puesto como condición para cualquier pacto de investidura la reforma inmediata de la Loreg, a la vista de los evidentes perjuicios que esa ley les ocasionó el 20D y el 26J, restándoles un 22,5% y un 43,7% del poder parlamentario, léase escaños, que les hubiera correspondido en una y otra ocasión.

Sobre todo, recordemos, porque esos escaños se habrían restado a los de sus adversarios, y también socios potenciales o reales, lo que les habría bajado bastante los humos a la hora de negociar investiduras.

Soy de los que opinan que, cuando se trata de conseguir lo que es justo, es necesario pactar hasta con el diablo, léase Podemos, otros que han cometido el mismo error que los de Ciudadanos, aunque, en el caso de los de Iglesias, no fueron tan discriminados por la Loreg en 2015 y 2016.

Tampoco eran tan de “centro” para negociar a dos bandas como los de Rivera aunque, en un momento histórico decisivo, no les importó ser más de derechas que los naranjas cuando en marzo de 2016 le negaron a Sánchez el pacto de investidura con Rivera, inaugurando con aquella votación un pasado reciente que es difícil imaginar que llevara a los de Iglesias a una debilidad política como la presente, por mucha Moncloa en la que se hayan refugiado, asustados por el avance de la ultraderecha.

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Tertulianos y analistas pueden decir lo que quieran sobre la crisis de Ciudadanos y Edmundo Bal reclamar ahora reformas electorales. En mi opinión, es mucho más importante una defensa firme del capital disponible en cada momento con una buena gestión de los apoyos que concedes para no devaluarlo.

De lo contrario, con una sola vez que tropieces es suficiente para que se borre el futuro que cada día dibujaste en un horizonte cargado de ilusiones.

Domingo Sanz es socio de infoLibre

Mala pinta tiene el futuro de un político si habla y a una persona normal como quien firma esto le viene espontáneamente a la cabeza una sabiduría tan al alcance de cualquiera como lo de la santa y sus tormentas.

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