¿España racista?

Paco Ochoa

Las últimas palabras de Vinicius Jr. en una entrevista a la CNN afirmando que España es un país racista y que no debería albergar la Copa del Mundo de fútbol en 2030 junto a Portugal y Marruecos si no hay una evolución positiva en este tema han causado revuelo en el panorama mediático y público, llevando al alcalde de Madrid a pedir la rectificación inmediata de sus palabras o a la respuesta contudente del seleccionador Luis de la Fuente y de su compañero Dani Carvajal, que niegan la existencia de discriminación racial en nuestro país.

Es cierto que las generalizaciones son peligrosas y es falso que todos los españoles/as seamos racistas. Desde un punto de vista cívico, la sociedad española no es racista; ahora bien, el centro de la diana donde el futbolista brasileño pone el dardo es el ámbito institucional, estatal y mediático, con hechos objetivos que demuestran que España sí es un país racista en este sentido.

Afortunadamente, Vinicius se equivoca porque la sociedad civil española no es racista

En el panorama institucional, las sanciones de LaLiga ante múltiples casos de racismo han sido escuetas, tibias y no han conseguido acabar con estos casos; es más, en algunos casos, las reacciones de rabia, ira y frustración de los agredidos han acabado en sanción para las propias víctimas, como en los casos de Diakhaby o Cheik Sarr

Nunca, jamás, se ha suspendido un partido por insultos racistas en nuestra liga profesional, dirigida por el ultraderechista Javier Tebas, como sí se hiciera en el Rayo Vallecano – Albacete cuando la afición franjirroja coreó que el jugador Zozulya era “¡un puto nazi!”, ante las claras evidencias que asocian al futbolista ucraniano con símbolos o figuras relacionadas con esta ideología.

La comparación es odiosa y da mucho miedo que una liga deportiva profesional, en última instancia, actúe como un órgano supremacista.

En el plano estatal y administrativo, los hechos racistas objetivos y demostrables podemos observarlos en la diferente respuesta de acogida y bienvenida a personas refugiadas según su color de piel: se ha tratado diferente a los más de 170.000 refugiados/as de origen ucraniano acogidos desde 2022 que a las 470 personas que la policía española devolvió a Marruecos de forma sumaria y sin garantías en la masacre de Melilla del 24 de junio de 2022, que a las 200 personas que llegaron el 6 de febrero de 2014 a la playa del Tarajal o que a los millares que están llegando estos meses. 

¿Quién decide si unas guerras son más justas que otras? El color de la piel.

A nivel administrativo, quien conoce casos cercanos sabe de las dificultades burocráticas existentes para las personas extranjeras en acceder a muchos trámites necesarios como ciudadanos/as.

¿Por qué no se abren telediarios en los aeropuertos con los migrantes que vienen vía aérea? La pornografía de la pobreza, a la orden del día

En el marco mediático, el tiempo que ocupan en los medios de creación de opinión pública, junto al alarmismo o la beligerancia dialógica, las personas migrantes según su color de piel es significativamente distinto: no hay espacios para el migrante blanco europeo que, acompañado de capital y un nivel de vida alto, da lugar al desmantelamiento de barrios y de nuestras islas por la subida del precio de la vivienda; tampoco los hay para el migrante irregular que llega a nuestro territorio vía aérea o terrestre y que constituyen la mayor parte de la entrada de personas en situación irregular; sí hay espacios para la apología de la aporofobia y del rechazo a la personas migrantes negras o moras procedentes de África que llegan por vía marítima a nuestros archipiélagos o ciudades autónomas.

Según el Centro de Estudios sociales FUNCAS, del 1.973.691 migrantes americanos residentes en España en 2023, 572.874 se encontraban en situación irregular mientras que del 1.239.604 migrantes africanos asentados en nuestro país, 23.998 se encontraban en situación irregular (ver aquí). 

Con una clara intencionalidad racista, los principios de propaganda del ministro nazi Goebbels flotan en los bombardeos diarios de noticias, formando esa neblina que tras la explosión dificulta la visión del horizonte con claridad. ¿Por qué no se abren telediarios en los aeropuertos con los migrantes que vienen vía aérea? La pornografía de la pobreza, a la orden del día. Se habla y da pábulo a las teorías de la islamización de Europa pero no se hace lo propio con la llegada de ultraevangelistas. ¿La respuesta? Dīvide et īmpera.

Afortunadamente, Vinicius se equivoca porque la sociedad civil española no es racista y colabora desde su puesto de trabajo en las administraciones, colegios, centros de salud, etc.  desde la solidaridad o desde sus empresas para que muchos/as de estos migrantes puedan alcanzar su sueño: una vida mejor, tratándolos con la misma dignidad que si vinieran de Nicaragua, Ucrania o Irán.

Más allá de los hechos expuestos previamente, tengo la experiencia personal de participar en el programa Madrasa, que permite estudiar en España a niños y niñas saharauis, y he podido observar y sentir la cotidianeidad con la que la Policía Nacional les pide su documentación; es más, desde este verano, ya puedo contar la anécdota de ser registrado (ropa, cartera y maleta) solamente por caminar por la estación de Atocha con mi hermano saharaui. ¿Por qué será?

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Paco Ochoa es socio de infoLibre.

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