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USA y el esperpento

Marcelo Noboa Fiallo

Lo que está ocurriendo en los EE.UU de América desde hace algunos años ya, ¿interesa al resto del mundo?... Depende. Pero lo cierto es que no hay rincón del mundo donde el debate entre un delincuente condenado por un tribunal por 37 cargos delictivos y un decrépito presidente con signos claros de demencia senil no se ha haya visto, oído, comentado o resumido. 

Algunos dirán que ello es consecuencia del poder que ejerce la todavía primera potencia mundial sobre el resto del mundo, en cuanto a imperio, y no les faltará razón. Otros señalarán que lo que ocurra en esa zona del planeta afectará de una u otra manera al resto de mundo, pero en este aspecto es donde los que sufren y mueren (por ejemplo, el genocidio del pueblo palestino) nada tienen que esperar de lo que ocurra en los EE.UU. Con Biden en el poder nada será distinto de lo que pueda hacer el delincuente de Trump, que volverá a abrazar a Netanyahu, como lo ha hecho Biden. Por tanto, con cierta seguridad, en Gaza pocos han visto el debate.

En todo caso y desde el punto de vista de la evolución de la sociedad y de sus gobiernos, de sus comportamientos y actitudes, especialmente en las democracias occidentales (las que dan lecciones sobre la necesidad de respetar los valores democráticos, el Estado de derecho, la libertad de prensa y opinión…) incapaces de frenar el auge de aquellos que quieren precisamente terminar con dichos valores; sí parece que procede detenernos un rato….

La primera reflexión que nos alerta y nos obliga es saber si el modelo democrático que hemos vivido (especialmente en la segunda parte del siglo XX)  ¿está agotado, en la UVI o al borde del abismo? 

¿Es posible seguir insistiendo en que el país “más democrático” del mundo convive con una Constitución (escrita hace 250 años) que permite a sus ciudadanos el uso de armas y que ello conlleve el asesinato de 1,4 millones de estadounidenses entre 1968/2011? (el año pasado fueron 20.000) Y el 76% de ciudadanos se oponen a que se elimine la segunda enmienda de su Constitución que permite el uso de armas de fuego. Que reconoce la libertad de prensa y de opinión, pero que mantiene durante 14 años como proscrito a quien defendió precisamente su derecho a usarla (Julian Assange). Que mantiene un organismo como la ONU, secuestrado y que sus resoluciones y las de otros organismos internacionales se las pasa por el arco del triunfo y… ¡no pasa nada!... ¿O sí pasa? Pasa, por ejemplo, que en el “país más democrático del mundo” a un delincuente, candidato a la presidencia, el Tribunal Supremo acaba de sentenciar que, a partir de este momento, es libre de cometer cualquier delito porque es el rey de aquella república que estará bajo su control.

Y qué decir de aquel presidente (Barak Obama) a quien muchos llegamos a apreciar pero que, después de contemplar cómo la noche del 2 de mayo de 2011 disfrutaba en directo desde el Despacho Oval, del asesinato que sus militares cumplimentaban con el líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden en Pakistán, en lugar de ordenar su arresto y someterlo a juicio por sus innumerables atentados y asesinatos (es lo que se hace en los países democráticos donde prevalece el Estado de Derecho)

Mientras los demócratas sigan así, el delincuente Trump tiene todas las papeletas para volver a la Casa Blanca y esta vez con más poder, después de que sus magistrados del Tribunal Supremo (nombrados por él en su primer mandato) así lo hayan decidido

En cualquier caso, no recuerdo otra época, otro tiempo, en el que se haya vertido tanta tinta y se hayan utilizado tantas palabras gruesas para opinar sobre lo que ocurre en USA y en especial con el caso Biden. Salvo su núcleo cercano dentro del poder y el “establishment” de los demócratas, todos opinan que han llegado demasiado lejos con la nominación del presidente para renovar con un segundo mandato, dadas sus dificultades mentales. Pero lo que sorprende es que nadie señale un informe médico que se supone que existe en la Casa Blanca. Las personas afectadas por inicios de demencia senil suelen tener la virtud de que no son conscientes de sus limitaciones cognoscitivas. Ergo no se puede dejar en sus manos la toma de decisiones, como la de retirarse de la contienda electoral. Esa es una obligación y un deber de su mujer y de los más cercanos. De nada sirve que Paul Krugman (premio Nobel de economía) y fiel a las políticas económicas desarrolladas por Biden, dijera (como muchos otros): “El mejor presidente de mi vida adulta necesita retirarse”

Mientras los demócratas sigan así, el delincuente Trump tiene todas las papeletas para volver a la Casa Blanca y esta vez con más poder, después de que sus magistrados del Tribunal Supremo (nombrados por él en su primer mandato) así lo hayan decidido.

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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.

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